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miércoles, 13 de marzo de 2013

Así recuerdo a Miguel Agustín

  Por Antonio Pinedo
     Miguel Agustín era un joven de 24 o 25 años, cuando lo vi debatir con Francisco Rodríguez Pérez, en las extensiones de la Universidad Autónoma de Chihuahua, allá  en la campaña a diputado federal por el III distrito. Recuerdo más el comentario de Carlos Marentes, quien cubría la nota para La Crónica —diario dirigido por don Aure—, que el debate mismo.
    —Que chinga le arrimaron a Paco — dijo el hoy dirigente de la Unión de Campesinos Agrícolas de Tejas—.
     Lo cierto es que yo, aunque hacía periodismo en la secundaria, no comprendía a plenitud eventos que en calidad de fotógrafo cubría. Pero si recuerdo al joven que con maneras educadas y buena oratoria confrontó ideas con el priista. Si recuerdo la campaña de Paco Rodríguez, un despliegue de recursos, su rostro en todas partes, su eslogan de campaña, en fin. Paco ganó en aquella ocasión en la que también hacia campaña en Juárez Luis Fuentes Molinar, quien fue uno de los tres o cuatro últimos diputados «paracaidistas» que llegaron a Ciudad Juárez, otro de ellos también por aquellos años fue el hoy dirigente del PRI estatal, Leonel de la Rosa Carrera, pero al Congreso Local.
      Las prácticas porfirianas en plenitud, esas prácticas que hicieron que Luis Terrazas, hijo, fuera Senador por Chiapas, sin siquiera conocer previamente el estado
       A la vuelta de tres años, lo encontré en las oficinas del PAN en la Plaza Cervantina, era un vocero siempre dispuesto y destacaba por su juventud entre los panistas. Unos meses después éramos compañeros de trabajo en el diario Correo, él recién había enviudado y aceptó un puesto de reportero en la edición que la empresa periodística realizaba para Nuevo Casas Grandes, que es entre otras cosas el primer diario que se editó en la región noroeste, con oficinas y redacción en aquella región e impreso en los talleres de Ciudad Juárez.
       Miguel Agustín, destacó por su gran capacidad de interlocución con los neocasagrandinos, fue un publirrelacionista importante para la empresa. Su estancia en la actividad periodística fue breve, pero de esos meses data su costumbre de llamarme «jefe», ya que quien esto escribe fungía como jefe de redacción de la edición para el noroeste.      
         En alguna ocasión fue secuestrado junto con el reportero Juan Antonio Rodríguez y el fotógrafo Jorge Jiménez, en la colonia Tierra y Libertad, ya que Miguel al llegar en plan de reportero al lugar del evento, no se concretó a tomar los datos y registrar el hecho, le salió de su ronco pecho un breve discurso sobre el respeto a la propiedad privada —salió el panista que siempre llevó dentro— y el resultado fue que por largas horas los colonos mantuvieron a los tres periodistas en un cuarto de adobe secuestrados, afortunadamente antes del cierre de edición los liberaron.
        Miguel Agustín pronto regresó a las actividades políticas en las filas panistas de Ciudad Juárez. En 1982, cuando yo trabajaba como jefe de redacción de El Mexicano y él se enfrentaba nuevamente a Paco Rodríguez Pérez en una contienda electoral por el IV Distrito de Ciudad Juárez, en una breve entrevista en el restaurante del Hotel de Luxe, vaticinó los triunfos del PAN en Chihuahua, para las elecciones de 1983, con candidatos ciudadanos, el PAN se abriría, ya que veían una coyuntura favorable en el desastroso cierre de gestión de José López Portillo. La entrevista está en la hemeroteca de El Mexicano y habla de los triunfos panistas que estaban por concretarse un año después.
      Esa campaña también la ganó Paco, quien volvió a realizar un despliegue de recursos dignos de una campaña para presidente municipal, igual o más abundante que la de nueve años atrás. Miguel sin recursos, pasaba una parte de la mañana en el restaurante del hotel, porque era el lugar favorito para cafetear de los periodistas en esos años.
      Recuerdo que ante el despliegue de recursos de su contrincante, fue enfrentado con un presupuesto de 30 mil pesos, que se destinaron todos a spots de radio y pocos fueron sus actos de campaña en el distrito, ya que no contaba con recursos. Sin embargo a la hora de contar los votos la diferencia con Rodríguez Pérez, no reflejaba los millones de Paco contra los 30 mil pesos de Miguel Agustín.
                Alfredo Varela —famoso por su célebre frase «efectivamente Armando»—, comenta con naturalidad que él vio como llenaban boletas a favor de Rodríguez Pérez en el Valle de Juárez, tal vez con ello se infló un poco la votación, o un mucho, porque lo cierto es que ni representantes en todas las casillas tuvo Corral Olivas.
                El vaticinio
      Tal y como Miguel me comentó un año antes, en 1983 el PAN ganó las 19 principales presidencias municipales de Chihuahua. Aquí en Juárez, el PAN ganó con Pancho Barrio, pero lo cierto es que en la convención para elegir candidato, quien iba a ganar en la segunda vuelta la candidatura del PAN a la presidencia era el buen Miguel Agustín, quien  cumpliendo con lo pactado con Francisco Barrio, declinó a favor de éste, cuando se veía seguro el triunfo del propio Miguel quien tuvo que tomar la tribuna y pedir a los convencionistas que se uniera en torno a Barrio Terrazas.
       Miguel Agustín fue alcalde por algunos meses,  cuando Barrio Terrazas se fue a buscar la gubernatura en 1986, la ciudad estaba llena de baches, no tantos como ahora, pero los suficientes para realizar un concurso fotográfico en El Mexicano. Miguel me comentó una vez con gran sentido del humor sobre el concurso,  y el director de El Fronterizo, hizo un gran elogio del alcalde suplente, por una obra aparentemente menor… simple y sencillamente puso un barandal protector a el Monumento a Benito Juárez, ya que se estaba destruyendo y se usaba de retrete público. No cabe duda de que Miguel Agustín sabía de símbolos de identidad y orgullo de pertenencia.
        Siempre de un trato cortés, sin estridencias, con capacidad de interlocución con los contrarios, Miguel Agustín realizó una carrera política en la que destacó sobre todo su estilo caballeroso y un discurso ponderado.
       Miguel Agustín falleció la semana pasada, lo acompañé a su capilla ardiente y me quedé con las ganas de acompañarlo hasta rendirle tributo a la madre tierra, pero a alguien se le ocurrió, pasear su cuerpo por diversas partes y ello me desanimó en mis propósitos. Miguel Agustín Corral no merecía eso, tampoco iba con su natural clase. Miguel es parte de mi panteón personal y ese circo me evitó el poder acompañarlo hasta el último momento.
       Tampoco me gustó que se refirieran a él siempre como MACO,  que son el acrónimo de su nombre, y que en las mesas de redacción de los diarios se sintetizan de esta manera los nombres con el propósito de acortar cabezas y ocupar menos espacio, así fue como José López Portillo se convirtió en JLP o Luis Echeverría en LEA, en fin, para mí nunca fue MACO. Su muerte es lamentable por muchos motivos, pero sobre todas sus capacidades de interlocución política y ponderación en esa actividad que suele tener especímenes dados a la desmesura, está su calidad humana, se fue un amigo. Descanse en paz.

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