Cuantas familias han vivido su impotencia como Don Alejo, entre viudas, huérfanos, secuestrados e innumerables desheredados dentro de las más de 30 mil familias afectadas con igual número de homicidios, de los que no hemos sabido si estos muertos realmente eran culpables o inocentes -con razón o sin ella- pero que indudablemente se han perpetrado y su número se seguirá incrementando aún, en todo nuestro país durante el lapso de tiempo que le resta de administración, con disimulo oficial.
Hay personas que se inclinan por defender al presidente de México diciendo que no es posible que este, esté al rescate del más mínimo evento delictivo sufrido por la ciudadanía, como muchos quisieran. A mi juicio, debemos entender que no es posible eso. Pero sí es posible y justo, señalarlo como culpable de haber incrementado los índices delictivos en general, al tratar de llevar a efectos halagüeños, su ya fallida y ahora imparable lucha contra el crimen organizado y demás bandas desorganizadas y más pequeñas, pero que también aprovechan la sicosis que nos embaraza para sorprender, lucrando con el delito.
La captura o aniquilación de supuestos grandes capos -según los medios de comunicación- como la Barbie, el Tony Tormenta, Beltrán Leyva, el Grande y muchos más; desde luego que estas detenciones no convencen ni meten en cintura a nadie. ¿Acaso, amable lector, con estas capturas se combatirá el triple asesinato vivido a dos cuadras al oriente de mi domicilio? ¿O tres homicidios más, a tres cuadras al poniente de mi casa? ¿O que a media cuadra de mi morada, hayan aniquilado a una señora madre en compañía de dos de sus hijas? ¿O que frente a mi domicilio hayan secuestrado a la nuera de un amigo personal? ¿O que a un pariente cercano lo hayan extorsionado, obligándolo a cerrar su negocio? Hace poco más de treinta días hubo veinticuatro homicidios en esta ciudad de Juárez un fin de semana, de los cuales diez de ellos se dieron en las cercanías y los alrededores de mi residencia. Me atrevo a asegurar que en ningún evento de esos, estuvieron involucrados, ni el Tony tormenta, ni los Beltrán Leyva, ni la Barbie, ni El Grande. Ellos no participan en “pequeñeces”, ni gastan su pólvora en diablitos. ¿Entonces?
Qué sexenio tan desagradable estamos viviendo. Yo creía que la administración de Miguel Alemán Valdez, primer presidente civil de México, destacado por su finísima corrupción. Que el gobierno de José López Portillo, como muestra de depravación, demagogia y nepotismo. La de Luis Echeverría Álvarez hermanada con la de Gustavo Díaz Ordaz, en los asesinatos de estudiantes universitarios del inolvidable 2 de Octubre de 1968. O el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Presidente más inteligente que todos pero también el más pillo y cínico de ellos. O cualquier otra administración de gobierno priista que haya formado parte del rosario de administraciones que han arruinado a México, emanadas del Partido Revolucionario Institucional, pensé, insisto, que pudieran superar a la actual administración de Felipe Calderón Hinojosa en homicidios, secuestros, extorsiones y un alto porcentaje en demagogia. Ni modo, el régimen actual lleva la delantera y tiende a superarla en los años que le quedan de administración. ¿O no?
Chago_solis@hotmail.com Noviembre 25 de 2010
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