La fractura hidráulica, el método utilizado en la
extracción de gas de esquisto, requiere de una mezcla de químicos
contaminantes, como en este pozo en estado estadounidense de Texas, fronterizo
con México. Crédito: Gobierno de Estados Unidos
MÉXICO, D.F.
(IPS) - El nuevo marco legal en México para la industria petrolera no profundiza
el control del uso de químicos nocivos en la extracción de los hidrocarburos no
convencionales, lo que hace temer a ambientalistas y expertos sobre el
incremento de su consumo en una industria en apertura al capital privado.
Con la
reforma energética «se va a agudizar el uso de químicos. Las nuevas leyes no lo
abordan. Necesitamos saber qué se utiliza, porque si no, no conocemos las
consecuencias. Por eso, queremos que se prohíba el «fracking» (fractura
hidraúlica)», señaló a IPS la activista Claudia Campero, del canadiense Proyecto Planeta Azul.
Un paquete
de nueve iniciativas que incluyen el establecimiento de ocho nuevas leyes y
reformas a otras 12 sobre hidrocarburos, agua, electricidad y fondos petroleros
llegaron esta última semana de junio al plenario del
Senado, tras ser discutida desde el día 10 por su Comisión de Energía.
El bicameral
Congreso legislativo modificó 11 de diciembre de 2013 los artículos 25, 27 y 28
de la Constitución, en lo que supuso la apertura a inversores privados, locales
y extranjeros, de la exploración, extracción, refinación, transporte,
distribución y comercio de hidrocarburos.
La reforma
desmanteló las bases de la nacionalización de la industria, vigente desde 1938.
El análisis
de proyectos de la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), junto con reportes del Congreso de Estados Unidos y de la
industria petrolera local, permiten dimensionar la utilización de químicos en
la extracción de gas de esquisto o de lutitas.
Las
perforaciones para obtener hidrocarburos incrustados en rocas subterráneas
utilizan el método de fractura hidráulica, conocido también por el término
inglés «fracking», para así liberarlos a gran escala.
Otros
modelos latinoamericanos
Países como Brasil y Colombia ya empezaron a licitar bloques de exploración y
explotación de gas convencional y no convencional y a crear regulaciones.
La Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles de Brasil (ANP)
licitó 240 bloques de crudo y gas en noviembre de 2013.
En su resolución 21, emitida el 10 de abril, la ANP estipuló una relación de
productos químicos, con el potencial impacto sobre la salud humana y el
ambiente, utilizados en el proceso, transportados y almacenados, incluyendo sus
cantidades y composiciones.
Además, el operador debe describir los componentes químicos a utilizar durante
el «fracking», destacando si son inertes o informando de su potencial para
reaccionar al contacto con las aguas subterráneas, las rocas, plantas y seres
humanos y las medidas de control.
En Colombia, la Agencia Nacional de Hidrocarburos prepara los lineamientos para
el uso de la fractura. Este año, la entidad ofrece 25 áreas petroleras y
gasíferas, incluidas de esquisto.
Ese proceso
y la recuperación del gas exigen grandes volúmenes de agua y aditivos químicos,
algunos nocivos. Además, la excavación y fractura horizontal generan enormes
cantidades de residuos líquidos.
Por el
proceso, estos residuos pueden contener químicos disueltos y otros
contaminantes que requieren tratamiento antes de ser desechados, e igualmente
durante según especialistas y organizaciones como la ambientalista Greenpeace.
El estudio de impacto ambiental de Pemex sobre el Proyecto
Regional Cuenca de Sabinas Piedras Negras 2007–2027, en los norteños estados de
Coahuila y Nuevo León, describe que «los residuos líquidos generados serán
lodos».
Son desechos
calificados como peligrosos por las propias regulaciones mexicanas y se
componen principalmente de diesel, barita y bentonita, un coctel tóxico para la
salud humana y el ambiente.
El documento
indica que la perforación y fractura hidráulica requiere del uso de químicos
nocivos como bentonita, cal, carbonato de calcio, cloruro de calcio, sosa
caústica, aditivos, emulsiones y jabones. Esos elementos pueden dañar la piel,
los pulmones, el hígado y los ojos.
El plan es
destinar a la exploración y explotación de gas 34,000 de las 4.5 millones de
hectáreas de la Cuenca de Sabinas Piedras Negras. El área para extracción de gas
se extiende por 21,270 hectáreas, de las que 8,035 son para perforación de pozos.
A ello se
suma el Proyecto Regional Petrolero Poza Rica Altamira y Aceite Terciario del
Golfo 2013-2035, que se extiende por los estados de Veracruz (sudeste), Hidalgo
(centro) y Puebla (sur), planifica el uso de químicos similares.
En marzo,
Pemex presentó el estudio de impacto ambiental de este proyecto ante La
Secretaría (ministerio) de Medio Ambiente, pero lo retiró en mayo debido a que
afectaba áreas naturales en Puebla. Se prevé que lo reintroduzca con una
extensión geográfica más limitada.
El consorcio
ha perforado 18 pozos de gas de esquisto, de los cuales cinco están por cerrar
su fase exploratoria, en Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y Veracruz. Pemex
proyecta para los próximos 50 años operar 6,500 pozos a nivel comercial, pero
la explotación de gas de esquisto podría quedar en manos privadas debido a la
reforma energética.
El consorcio
identificó cinco regiones con potenciales recursos de gas no convencional
desde el norte de Veracruz hasta Chihuahua, en la frontera con Estados Unidos.
La
estadounidense Administración de Información de Energía (EIA, por sus siglas en
inglés) sitúa a México en el sexto lugar mundial en reservas de gas no
convencional técnicamente recuperable, detrás de China, Argentina, Argelia,
Estados Unidos y Canadá, en un análisis sobre 137 depósitos en 41 países.
Pemex carece
de datos sobre el nivel en las sustancias químicas que utiliza de la
concentración Inmediatamente Peligrosa para la Vida o la Salud (IDHL, por sus
siglas en inglés).
Greenpeace
calcula que la vida útil de un pozo requiere de 380,000 litros de aditivos en
los fluidos del «fracking».
La
estadounidense organización Intercambio de Disrupción Endocrina, dedicada a compilar y difundir
información científica sobre los problemas de salud y ambiente por la
exposición a químicos que actúan como interruptores endocrinos, identificó 944
productos usados en la fractura hidráulica que contienen 632 sustancias de ese
tipo.
En Estados
Unidos están operativos más de 72,000 pozos fracturados, según el sitio desarrollado
por la industria, que enlista 59 químicos, coincidentes con los componentes
inyectados por Pemex, como metanoles, isopropanol, carbonatos y ácidos.
www.fracfocus.com
La
gubernamental pero autónoma Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) ya definió un borrador
para las operaciones de gas de lutitas, que no contiene límites al uso de
químicos, según constató IPS.
«El problema
de los químicos es el residuo, que debe estar tratado, para evitar que entren
en contacto con la gente y generen daños al ambiente y a las personas. Vamos a
calificar que sean tratados», explicó a IPS el comisionado Néstor Martínez.
Esa
evaluación se refiere a temas como uso y contaminación del agua, utilización de
químicos peligrosos y generación de sismos, y busca minimizar accidentes
operacionales, prevenir la contaminación por residuos, fluidos y químicos, así
como minimizar la huella ambiental.
Entre los
rubros regulados aparecen los tipos de lodos de perforación, la calidad de la
cementación o sellado del pozo, la fractura hidráulica y la descarga de fluidos
y sólidos.
Los
contratistas de Pemex deben presentar a la CNH un plan de manejo del pozo, con
especificaciones que los operadores deben cumplir en esos temas.
«Hay muchos
químicos que no han sido probados, más los nuevos que se desarrollan. Las
empresas usan el secreto industrial como escudo para ocultar información»,
denunció Campero.
Será en
octubre, cuando la Secretaría de Ambiente comience a revisar las normas sobre
perforación de pozos y descarga de residuos.
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