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viernes, 14 de agosto de 2015
Beltrones al primer equipo de EPN
Por Antonio Pinedo
Al mediodía del martes
4 de agosto, el presidente Enrique Peña Nieto, lanzaba la Política de Fomento a
la Gastronomía Nacional, le acompañaban de manera cercana, en la misma mesa Aurelio
Nuño y Enrique Martínez y Martínez, señalados como precandidatos a dirigentes
nacionales del PRI, muchos observadores políticos vieron señales claras en el
evento, sin embargo menos de 24 horas después, los portales noticiosos no
dudaban: Manlio Fabio Beltrones, candidato de unidad para la dirigencia.
Desde antes de las
elecciones del 7 de junio, el político sonorense había declarado que para él
«sería un gran honor, presidir al partido», lo dijo por lo menos en un par de
ocasiones y días antes del domingo de las elecciones, empezó a eludir el tema,
sin embargo en corrillos políticos y en columnas especializadas seguían los
comentarios sobre la posibilidad de que Manlio Fabio Beltrones pudiera llegar a
la presidencia del Partido Revolucionario Institucional, mayormente el enfoque
era que ciertamente era un político con experiencia y larga trayectoria, pero
no era del círculo cercano al presidente. El periodista Ciro Gómez Leyva,
escribió una columna que se llamó «Un presidente del Presidente», para dejar en
claro que en una posición política de esa importancia sólo podía llegar alguien
de la absoluta confianza de Peña Nieto.
Por cierto el
presidente tomó desde ese martes un período vacacional que anunció terminaría
el lunes 10 de agosto.
La
presidencia tripartita
En los casi tres años de gobierno de
Peña Nieto, se ha documentado ampliamente en los diarios una especia de triada
que rodea al presidente y lo mantiene en una burbuja. Estos tres importantes
personajes son, o eran, los ojos del presidente, a través de ellos veía a
México: Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación; Luis Videgaray
Caso, secretario de Hacienda y Aurelio Nuño, jefe de la Oficina de la
Presidencia.
Son, se dice, quienes controlaban el
acceso al Presidente, el columnista Raymundo Riva Palacio escribió: «La Presidencia
Tripartita era monolítica, donde sólo a veces permitían asomarse, con voz y
voto, al consejero jurídico, Humberto Castillejos, y a Francisco Guzmán, jefe
de asesores. De ahí en fuera, nadie más».
Según este mismo periodista el
presidente vivía amurallado: «La toma de decisiones las tomaba ese pequeño
grupo, donde había fricciones que resolvían con sus acciones compartimentadas.
La tríada era a quienes les creía todo lo que le decían. Las quejas sobre el
secuestro del Presidente por ese trío iban creciendo, desde los grupos de
interés que por definición resintieron el cambio en el acceso a jefe de Los
Pinos, hasta aquellos cercanos, que ya no eran escuchados. El Peña Nieto de la
Presidencia no era el Peña Nieto en el Estado de México. Incluyente en Toluca;
excluyente en la Ciudad de México. Insensible a la crítica —entre otras cosas
porque prácticamente no lee nada, y los informes que le llegan todos los días
están edulcorados y alineados a una agenda de propaganda en televisión—, no
parecía que algo pudiera hacer mella en esa muralla».
Con la designación de Manlio Fabio
Beltrones, el presidente Peña Nieto, parece salir de este círculo cerrado,
círculo en el que se consideraba de alto riesgo dar una posición de esa
importancia al diputado saliente, de quien se creía y probablemente se cree, desde
esa oficina pueda crear un escenario favorable para la sucesión del 2018.
Un
partido de ritos
Acordada la designación de Beltrones
Rivera, se inician los rituales. El PRI lanzó una convocatoria para quienes
aspiren, como si alguien se fuera atrever a oponerse al deseo presidencial,
porque nadie duda de que la decisión fue tomada en solitario por Enrique Peña
Nieto, sin las influencias de la poderosa triada. Es sin lugar a dudas una
decisión al más puro estilo del presidencialismo mexicano: unipersonal,
vertical y autócrata.
La decisión de inclinarse por
Beltrones es un primer movimiento para ir preparando la sucesión presidencial
del 2018, las pasadas elecciones son muy engañosas cuando sólo se ve la
cantidad de diputados que cada partido alcanzó, lo cierto es que es un mensaje
muy fuerte de la ciudadanía, sobre el hartazgo que hay del sistema de partidos
y de los resultados de la política económica del inquilino de Los Pinos.
Ante este nuevo escenario, hay una
nueva lectura cuando el presidente habló el sábado 25 de julio ante lo más
granado del priismo nacional, en el patio central de la sede del PRI nacional,
que no es tiempo para pensar en la sucesión presidencial, si no de trabajar por
México. Podría ser que se dirigía a Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray.
Es claro que el presidente rompe su
círculo pensando en los resultados electorales del próximo año en donde se
elegirán a doce gobernadores, está optando no por alguien de su equipo, si no
por quien al parecer podría darle mejores resultados-
No olvidemos que en las elecciones
del pasado junio el PRI perdió dos millones de votos y dejo de gobernar a 10
millones de mexicanos, sobre todo con las derrotas en Nuevo León y Querétaro.
Por supuesto que en los cálculos
presidenciales se encuentra también la ponderación de lo que significa para su
gobierno la fuga de El Chapo Guzmán, que se ha convertido en la peor crisis
política de su gobierno y el consecuente debilitamiento del secretario de
Gobernación; otra de su cartas para la sucesión, el secretario de Hacienda,
sigue con problemas por la devaluación del peso, el precio del barril de
petróleo a la baja y el mínimo crecimiento económico del país. A tres años de
tomar la más importante decisión de su gobierno se encuentra sin opciones
reales.
Cercanía
presidencial
Por otra parte Manlio Fabio
Beltrones, declaró de entrada que consultará al presidente cuantas veces sea
necesario, para él no van aquello de la «sana distancia» inventado para el
discurso en la época del presidente Ernesto Zedillo, sexenio en el que por otra
parte, terminó su gubernatura en el estado de Sonora y posteriormente bajó su
perfil dado que no estaba en bueno términos con el presidente.
La llegada de Beltrones al PRI,
finalmente tiene un ingrediente de sorpresa y es definitivamente un primer
golpe de timón del presidente Peña Nieto, quien está muy mal evaluado por la
ciudadanía y para revertir esa opinión, son necesarios más cambios
en el gabinete
y en la forma de conducir a este país.
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