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viernes, 14 de agosto de 2015

El FICH debe retomar el camino


Creado en 2005 por iniciativa del gobernador José Reyes Baeza, el Festival Internacional Chihuahua, inició con algunas imprevisiones e improvisaciones, pero incluso en su primera edición, con todos los problemas que puede tener el empezar un proyecto como el que nos ocupa, estuvo mejor que las últimas cuatro ediciones, la que recién empieza pinta igual de mal.
A once años de iniciado, es triste decir que sus primeros seis años fueron mejores que los siguientes, incluido el primero que estuvo lleno de dificultades y acciones propias de quienes aprenden a realizar un festival de esta envergadura, porque desde su primera edición estuvo presente el deseo de hacer un gran festival y se logró.
Lo que refleja el decaimiento del FICH, sólo pueden ser dos cosas o bien que el gobernador no tiene interés por las manifestaciones culturales y no ve en esta línea un provecho político, o bien, que se ha equivocado al nombrar a quienes han estado y están al frente del Instituto Chihuahuense de la Cultura.
Antes se esperaba con interés conocer el programa que el festival presentaría y había una gran difusión, entre otras cosas calendarios que se imprimían por cientos de miles y se regalaban con antelación, para que los interesados estuvieran enterados de los eventos artísticos y culturales a realizarse y pudieran planear su asistencia.
Lamentablemente desde su séptima edición, se sintió una notable baja en la calidad de los espectáculos ofrecidos y en esta su undécima edición, aparte de la pobreza de la oferta cultural, se ha dejado sentir un desinterés por promover los espectáculos, con lo que se corre el riesgo de tener una baja asistencia y finalmente los muchos millones que sigue costando el festival, porque en eso no ha habido reducción, sea dinero tirado a la basura, porque el espectáculo cuesta lo mismo con la sala o la plaza llena que semivacía.
Es urgente que se retome el camino, ya en el pasado se hizo bien; la lógica indicarían que año con año, fuera mejor en su organización, difusión y asistentes.
La buena noticia es que el ciclo de seis años se termina en 2016 y se volverá a presentar la oportunidad de retomar el camino y regresar a los festivales que eran esperados y cuya difusión previa era de gran importancia, ya que finalmente el objetivo se cumple cuando en una sala teatral llena o en algún espacio abierto, miles de personas disfrutan del espectáculo, si eso no sucede, simplemente es un fracaso y por esta vía hemos avanzado en los últimos cinco años.                                                                                                                  editorial 1196

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