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viernes, 18 de noviembre de 2016
Entrevista
Tanto va el cántaro al agua, que...
Por
Víctor Bartoli Herrera
En
la actualidad la vida resulta ser placentera y cómoda, aunque desconozcamos el
riesgo que tal estilo de vida implica. Por ejemplo, si alguien le dijera a
usted que apartar de una distancia de 80 kilómetros hacia arriba; pero, sobre
nuestras cabezas, en las ultimas décadas se ha acumulado un numero secreto y
creciente de chatarra electromecánica, que —actualmente—
circula alrededor de la tierra, aunque, por hallarse en equilibrio, entre dos
gigantescas fuerzas: la centrifuga versus la centrípeta. Por el momento
tal chatarra no representa un peligro para la población mundial; aunque al
menor cambio tal situación pudiera significar un riesgo mortal.
—Tal vez un asteroide —aduce José Luis Licón, ingeniero en
Electromecánica, egresado del hoy Tecnológico de Ciudad Juárez—,
de los detectados por la comunidad científica internacional, se acerque a la
tierra de manera que arrastre toda esa basura... O, el peor de los caos, la
desestabilice y se precipite...
Pero,
¿como comenzó todo?
—A raíz de los descubrimiento nucleares—nos dice—, los científicos
siguieron experimentando con proyectos espaciales. Debido a eso, se organizo el
proyecto Apolo, organizado por la NASA, en Estados Unidos. Al mismo tiempo, surgió
el CERN (o Consejo Europeo para la Investigación Nuclear), en Europa; y ahora,
recientemente, se ha difundido que también China (con su Centro
de Lanzamiento de Satélites en Jiuquan, en el desierto del Gobi, en el noroeste
del país), descubrimos sorprendentemente que sobre nuestras cabezas se
cierne la amenaza de una abundante chatarra.
—Pero, ¿porque nada sabíamos?—se
le pregunta.
—Tal información se mantiene oculta por los gobiernos fuertes
participantes —afirma—. Lo preocupante es que surgió un nuevo tipo de carrera
armamentista... Ya no únicamente se sienten con el derecho de invadir un país
(o varios), como en el pasado; sino, ahora, van tras el planeta mismo.
—Aunque, por las características del proceso evolutivo del humano
—explica—, dado que sus peligros y amenazas se hallaban hacia su frente, en la
actualidad sentimos que no hay motivación para observar hacia arriba.
De
manera intermitente, sobre nuestras cabezas como una amenaza oculta, por la
secrecía del poder global, circulan posibles toneladas y toneladas, que ellos
desechan. Su ahora detritus, significo para los ciudadanos de los
correspondientes países el gasto de miles de millones de sus monedas recabados
como impuestos.
—Bueno, el gasto ya cumplió su función —explica—. El
destino final de las naves, por supuesto, salio en la TV para causar orgullo a
la humanidad; pero las chatarras que las llevaron a la ingravidez, ahí
quedaron... Pero tanto va el cántaro al
agua, que...
—Pero, ¿y la utilidad social del gasto? —se
le pregunta—. Puesto que fueron billones y billones de dolares...
—En alguna manera la vemos en la tierra, por significar un poco de
bienestar y comodidad —comenta—.
Principalmente porque la cantidad mayor de basura consiste en los
satélites utilizados para otorgar el servicio a la telefonía, televisión,
internet...
—Los Nuevos Faraones (como calificara el Papa Francisco al llegar a
México) piensan jamas nos va a dañar —explica—, porque se circula a
una velocidad suficiente para dar una vuelta a la tierra cada 90
minutos y hallarse a una altura de 200 kilómetros.
—¿Y tal significa una verdadera estabilidad de manera
permanente? —se le pregunta.
—¡Por supuesto que no! —afirma—.
Pensar lo contrario seria una estupidez...
Por ejemplo, el riesgo de esta basura invisible se hará visible cada vez
que un asteroide se aproxima a la tierra.
—Pero tal riesgo es muy eventual...—ataja—.
El próximo 12 de octubre de 2017 el asteroide calificado por la Sociedad
Internacional Astronómica como 2012 TC4 (y que podría
medir entre 12 y 40 metros de diámetro), pasará cerca de nuestro
planeta.
—¿Que tan cerca? —se le pregunta.
—Si lo que te preocupa es una posible colisión con la tierra, pierde
cuidado —explica—. Las posibilidades de una colisión con
nuestra tierra son de uno en un millón. Las estimaciones de los expertos, son
que el asteroide pasará a una distancia de entre 13
mil 200 y 433 mil 200 kilómetros de la tierra.
Sonríe
irónico:
—¿Ya ves porque utilizo el famoso dicho mexicano: tanto va el
cántaro al agua...? —reflexiona—.
Inclusive puede decirse que tal asteroide es un viejo amigo nuestro, pues
ultima vez
que estuvo cerca de nosotros fue en 2012. En aquel tiempo, pasó a una distancia
de 94 mil 800 kilómetros y a una velocidad de 26,5 Km/h.
—¿Este tipo de riesgos son frecuentes? —se le pregunta.
—Al parecer, no lo son —agrega—.
Sin embargo, para averiguar a qué distancia exacta pasará la próxima vez es
necesario realizar aún más observaciones.
Reflexiona
un poco.
—Por el momento no hay posibilidad de impacto —añade—.
En esta ocasión el asteroide 2012 TC4 (el cual forma parte de la lista de
asteroides potencialmente peligrosos); pero no hay que olvidar que la comunidad
científica internacional ha detectado un total de 1 mil 572 asteroides de este
tipo.
En igual manera, ninguno de ellos se dirige
hacia la tierra en una órbita que en un futuro mediato se impacte directamente
contra nuestro planeta. Pero la proximidad de su transito puede
provocar, eso si, un riego, como ya ha sucedido en otras ocasiones, cuyos
impactos han sido directos a la tierra.
—¿Como cual?— se le pregunta.
—Como el evento de Cheliábinsk [mejor conocido como evento de Tunguska,
en Siberia]—nos explica—, ocurrido el 15 de febrero de 1908. En aquella
ocasión, un cronista escribió un relato de lo ocurrido en Vanavara, Siberia,
hace poco mas de un siglo, y a 64
kilómetros del epicentro.
Transcurrieron algunos segundos de las siete de la mañana. Un hombre
yace sentado en el balcón de un solitario establecimiento comercial. No se
imagina que, en sólo unos instantes, será arrancado de su silla y el calor será
tan intenso que sentirá como si su camisa estuviera envuelta en llamas. La
primera expedición científica que llegó al área lo hizo 19 años después. En
1921, Leonid Kulik, el conservador principal de la colección de meteoritos del
Museo de San Petersburgo condujo una expedición a Tunguska. No obstante, las
duras condiciones de la zona del interior de Siberia impidieron al equipo
alcanzar el área de la explosión. En 1927, una nueva expedición, liderada otra
vez por Kulik, logró finalmente alcanzar la meta.
—Al principio, los habitantes de la zona
se mostraban renuentes a contarle a Kulik acerca del evento —agrega—.
Creían que la explosión había sido una visita del dios Ogdy, que le había
echado una maldición al área derribando árboles y matando animales.
—Pese a que se hizo muy difícil obtener
testimonios de lo sucedido —prosigue—,
la evidencia abundaba alrededor. Aproximadamente 2 mil 100 kilómetros cuadrados
de bosque quedaron partidas en dos. Ochenta millones de árboles yacían a ambos
lados, derribados en un patrón radial sobre el suelo.
—De
pronto, en el cielo norteño... —Licón Alonso nos lee conmovido un
fragmento de testimonio de la época—,
el cielo se partió en dos y, sobre el bosque, toda la del firmamento parecía
cubierta por fuego... En ese momento, hubo un estallido en el cielo y un gran
estrépito... Al estrépito lo siguió un sonido como de piedras que caían desde
el cielo o de pistolas que disparaban. La tierra tembló.
—¿Así de grave? —se
le pregunta—.
—Ojalá que tal asteroide pasará tranquilo como hasta el momento todos
han hecho —concluyó—; y que únicamente atrajera sobre si la basura que
actualmente se halla sobre nuestras cabezas.... Y se la llevara en su enorme
cauda. (aunque no la veamos)...
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