El discurso oficial y los medios de difusión en general, coinciden -con sus matices, sobre todo estos últimos-: es una Guerra contra el narcotráfico, la violencia que actualmente sacude al país y cuyo mayor número de bajas se ha dado en Ciudad Juárez.
Los últimos eventos de esta guerra han sido brutales; doce decapitados en Yucatán, 24 descabezados más abandonados en La Marquesa, Estado de México, y no olvidemos la masacre de Creel, Chihuahua; trece vidas, la mayoría inocentes, cayeron ante la ausencia de la presencia policíaca y el fuego de las AK47.
Ahora el narcoterrorismo —así lo calificó antes que nadie Tony Garza, embajador de Estados Unidos en México—. Durante el grito en Morelia, dos granadas de fragmentación quitaron la vida a siente personas —una murió luego de días de agonía— y más de 130 fueron hospitalizadas, la mayoría de gravedad. En la ciudad donde nació el presidente Felipe Calderón y en el estado en donde comenzó esta guerra a 10 días de iniciado el sexenio, con el envío de siete mil efectivos militares a Michoacán.
El llamado a la unidad
Luego del estallido de dos granadas el día 15, el presidente Felipe Calderón realizó un llamado a la unidad nacional. Llamado que ha sido muy cuestionado por diversos analistas políticos; en su colaboración semanal a Proceso, la periodista Denise Dresser, en un artículo escrito a manera de epístola, termina en su último párrafo así:
«Usted, Sr. Presidente, está sólo porque no logró entender que el poder corrompe, pero que la ausencia de poder también lo hace. Y a usted le ha faltado ejercicio de poder para limpiar, sacudir, cambiar, escuchar a una ciudadanía ansiosa de verlo gobernar en su nombre y no a la medida de los mismos de siempre. Usted le apostó a la alianza con los defensores del statu quo en vez de voltear a ver a los que deseábamos cambiarlo. Ahora no pida nuestra ayuda, por favor, entienda nuestro escepticismo, El apoyo ciudadano no es algo que se exige; es algo que se gana».
Para entender la guerra
A muchos mexicanos esta guerra, nos parece para decir lo menos, extraña. Pero si aceptamos que es una guerra y por lo menos lo parece con sólo contar la cantidad de muertos que ha generado; lo menos que podemos hacer para tratar de esclarecerla es analizarla, aunque sea someramente a partir de los teóricos de la guerra.
No repetiremos que una guerra contra el narcotráfico está perdida de antemano por cualquier estado nacional, que vaya a ella solo, dado que si el enemigo es multinacional, su libramiento debe ser en todos los frentes posibles, como la simple lógica lo marca. De entrada es un error que un problema global como el narcotráfico, sea tratado de erradicar en un territorio delimitado como en este caso lo es México, sobre todo cuando sus manifestaciones mayores — el gran trasiego y consumo de enervantes—, se dan en los Estados Unidos.
Una semana sangrienta
Los últimos siete días han sido especialmente cruentos en México y prácticamente todos los hechos, una expresión de esta guerra contra el crimen organizado, incluso en este contexto se debe incluir los dos motines del penal de La Mesa, en Baja California, con su secuela de 29 muertos y un número indeterminado de prófugos.
Crece la extorsión, la intimidación, el crimen en todas sus expresiones y el Estado Mexicano, declara por diversos canales, que la situación es producto de la guerra y que esta se va ganando…
Está bien… es una guerra
Ciertamente el chino Sun Tzu, tiene la fama de estar aún vigente y el gran teórico de la guerra con su obra «El arte de la guerra», escrito hace más de dos mil quinientos años, y cuya lectura de la obra se atribuye a Napoleón, Maquiavelo —quien escribe una obra con el mismo nombre y es sospechosamente parecida—, y Mao Tse Tung, entre otras muchas personalidades de la guerra y la política sobre todo en los últimos dos o tres siglos.
Aunque aquí habría que acotar que el presidente Calderón al parecer no está entre los lectores de este clásico, quien aconsejaba: «La mejor victoria es vencer sin combatir». En la última premisa podría estar uno de los fundamentos de otro teórico de la guerra, que para algunos estudiosos supera al propio Sun Tzu y es lectura obligada para políticos y militares: Carl von Clausewitz, alemán.
En la obra más importante de Clausewitz «Sobre la Guerra» (vom Kriegel), se maneja una idea suma-mente interesante y generalmente aceptada, a partir del análisis mínimo de cualquier guerra:
«La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas con otros medios»; dice más: «La guerra no es sino la continuación de las transacciones políticas, llevando consigo la mezcla de otros medios, decimos la mezcla de otros medios, para indicar que este comercio político no termina por la intervención de la guerra».
Perturbador.
El prusiano, que peleó contra Napoleón, nos dice que cuando los instrumentos de la política fallan, se entra en una etapa de enfrentamiento armado al que llamamos guerra, pero cuando las partes están en condiciones de volverse a sentar en la mesa a negociar y llegar a acuerdos que satisfagan a ambas partes, el instrumento de la política que es básicamente la conciliación de intereses vuelve a operar y la guerra se acaba. Dice que guerra y política son una sola línea continua.
Entonces las AK 47 dejarán de sonar a cualquier hora del día y en cualquier lugar del país – especial-mente en Ciudad Juárez-, cuando, los acuerdos políticos entre las fuerzas beligerantes vuelvan a ser realidad.
Perturbador.
¿Y los miles de muertos, y las viudas y los huérfanos y los padres que lloran a sus hijos?
Si seguimos el pensamiento de este estudioso alemán, la guerra terminará cuando las partes en pugna: El Gobierno Mexicano y los grupos del crimen organizado, se vuelvan a poner de acuerdo.
Sí es una guerra
Por un momento pensemos que lo que vive el país no es un desatino de Felipe Calderón, por ganar legitimidad, luego de la opacidad del proceso electoral de 2006, y que efectivamente estamos ante una guerra que no pudo ser evitada por otros medios.
Entonces volvamos a la lectura de «El arte de la guerra» de Sun Tzu, en donde nos dice:
«Una vez comenzada la batalla, aunque estés ganando, de continuar por mucho tiempo, desanimarás a tus tropas y embotará tu espada. Si están sitiando una ciudad, agotarás tus fuerzas. Si mantienes a tu ejército durante mucho tiempo en campaña, tus suministros se agotarán».
Dice más el teórico chino: «Las armas son instrumentos de mala suerte; emplearlas por mucho tiempo producirá calamidades. Como ha dicho “Los que a hierro matan, a hierro mueren”. Cuando tus tropas están desanimadas, tu espada embotada, agotadas tus fuerzas y tus suministros son escasos, hasta los tuyos se aprovecharán de tu debilidad para sublevarse. Entonces aunque tengas consejeros sabios, al final no podrás hacer que las cosas salgan bien».
La segunda semana de septiembre fue de pesadilla para el país y la guerra iniciada hace casi dos años, sigue perdiéndose, con un enemigo que no está localizado y con las filas propias, con las fuerzas aliadas infiltradas. Todos los teóricos de la guerra: Sun Tzu, Maquiavelo, Clausewitz, aconsejan que antes de entrar en batalla tengas infiltradas las fuerzas enemigas, para saber con exactitud su número y capacidad de respuesta… esta guerra se inició con una impronta, sin la menor estrategia y así le está yendo al país.s