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jueves, 27 de mayo de 2010
El secuestro de El Jefe Diego...La violencia llega a la élite política
Por Rodrigo Borja
El Estado mexicano enfrenta un grave problema con el secuestro de Diego Fernández de Cevallos, cualquiera que sea el motivo del mismo, en todos los escenarios posibles habla de la incapacidad de dar seguridad ya no digamos a los mexicanos, que con su sangre anegan al país, ni siquiera a sus élites ya que El jefe Diego, es protagonista de primer orden en la vida política del país en las últimas dos décadas.
El viernes 14 del mes en curso al filo de las once de la noche fue secuestrado el político panista en uno de sus varios ranchos en el municipio de San Juan del Río, Querétaro, en uno llamado «La cabaña». Fue hasta el sábado 15 en la mañana que se conoció del evento y de inmediato iniciaron aparatosos operativos de búsqueda en el rancho y sus inmediaciones, con el argumento de que estaba desaparecido, negando desde el primer momento que había sido secuestrado.
El sábado que se difundió la noticia del secuestro, el presidente Felipe Calderón, retrasó por una hora su viaje programado a España y desde allá habló del caso y dijo que si pudiera trasmitiría un mensaje a Diego para decirle que sus hijos están orando por él. El jefe de Gobierno Español, José Luis Rodríguez Zapatero, al abordar el tema, no titubeó al llamarlo secuestro.
La violencia en las alturas
El secuestro de Fernández de Cevallos es el evento que mejor retrata el clima de violencia que recorre al país dejando una estela de cadáveres a su paso, ya más de 23 mil en lo que va del sexenio y que en Chihuahua y particularmente en Ciudad Juárez, tiene su epicentro. Es en algunos de sus escenarios posibles, la prueba fehaciente del fracaso del Estado mexicano en sus políticas contra el crimen. Ante las particularidades del secuestro se abren escenarios que podrían ubicarnos en un conflicto de carácter político, ya que es evidente que quienes realizaron el acto, son un grupo organizado, con recursos y conocimiento de las repercusiones que en los medios de comunicación tendría el mismo, es absurdo pensar que es un secuestro para obtener beneficios económicos.
Pensar que un grupo profesional de secuestradores cometió el acto para obtener ganancias millonarias es ingenuo. El monto del rescate que se podría pedir por Diego Fernández de Cevallos, es similar al que se podría obtener con por lo menos un centenar de empresarios de vida discreta y regados por todo el país, con la ventaja de que no habría exposición mediática y menos de las proporciones que generaría el secuestro del prominente panista. Es claro pues, que hay otros motivos…
Se abren escenarios
En la anterior línea de pensamiento y ante la ausencia de información, se vale especular sobre el caso, entonces, ¿es un secuestro para mandar un mensaje al Estado mexicano?, o ¿el mensaje es al propio Fernández de Cevallos de parte de entidades políticas poderosas?
Lo que es evidente es que no es un secuestro como hay cientos todos los años en todo el país. No, Diego no es actor político más en el escenario nacional, su secuestro inició de inmediato una serie de reportajes o artículos de opinión, en estos últimos sobre todo, se encuentra una gran vena histórica, en donde el panista queda por lo menos mal parado.
El secuestro del ex senador, hizo recordar al diputado jefe de la bancada panista que con gran energía manoteaba en la tribuna de la Cámara de Diputados, exigiendo la quema de las boletas electorales de 1988, en donde, muchos lo creen así, estaban las pruebas del fraude electoral a Cuauhtémoc Cárdenas a favor de Carlos Salinas de Gortari, con la ya famosa «caída del sistema». Los terrenos de Punta Diamante, como secuela del caso, salieron a relucir.
Se recordó la ríspida relación que llevaban el mítico Jefe Diego y el presidente Calderón desde hace más de una década, con insultos públicos de las dos partes y la inminencia de un encuentro a puñetazos.
Magnífica oportunidad para recordar que la clínica Santa Mónica, en la que murió Amado Carrillo Fuentes, jefe del Cártel de Juárez, luego de varias cirugías faciales era representada por Fernández de Cevallos, al igual que la funeraria García López, en donde fue velado El señor de los cielos.
Apenas empieza la andanada contra El Jefe Diego, pero los recuerdos de su paso por la política y los tribunales judiciales en su carácter de abogado, dan la pauta para hablar de sus colaboradores en el despacho Cevallos y Gómez Mont, S.A. al que también pertenece el Procurador General de la República, el chihuahuense Arturo Chávez Chávez. Nada mal para estar peleado con el presidente de la república tener en la Secretaría de Gobernación y en la PGR a dos de sus hombres más cercanos, de ese calibre es el ex candidato a la presidencia.
De acuerdo con las columnas y artículos de opinión que el caso ha generado, el exitoso abogado, entró en un frenesí de compra de propiedades rurales en su natal Querétaro, desde mediados de los noventas.
En política parecía alejarse del PAN, fue uno de los invitados de honor en el último informe del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, mismo en el que estuvo Carlos Salinas de Gortari, del cual Fernández de Cevallos, ha dicho «es mi amigo y yo no niego a los amigos».
Al margen de la notable carrera como político y abogado de Diego Fernández de Cevallos, está el hecho de que la violencia que sacude al país y los actos del crimen organizado, tocan a la élite si este fuera el escenario, o bien, los jaloneos en las cúpulas del poder en México saltan a las ocho columnas si esto estuviera ocurriendo. Lo claro es que la violencia se está convirtiendo en la vía para zanjar las contradicciones del sistema en cualquiera de los escenarios posibles.
El Estado mexicano enfrenta un grave problema con el secuestro de Diego Fernández de Cevallos, cualquiera que sea el motivo del mismo, en todos los escenarios posibles habla de la incapacidad de dar seguridad ya no digamos a los mexicanos, que con su sangre anegan al país, ni siquiera a sus élites ya que El jefe Diego, es protagonista de primer orden en la vida política del país en las últimas dos décadas.
El viernes 14 del mes en curso al filo de las once de la noche fue secuestrado el político panista en uno de sus varios ranchos en el municipio de San Juan del Río, Querétaro, en uno llamado «La cabaña». Fue hasta el sábado 15 en la mañana que se conoció del evento y de inmediato iniciaron aparatosos operativos de búsqueda en el rancho y sus inmediaciones, con el argumento de que estaba desaparecido, negando desde el primer momento que había sido secuestrado.
El sábado que se difundió la noticia del secuestro, el presidente Felipe Calderón, retrasó por una hora su viaje programado a España y desde allá habló del caso y dijo que si pudiera trasmitiría un mensaje a Diego para decirle que sus hijos están orando por él. El jefe de Gobierno Español, José Luis Rodríguez Zapatero, al abordar el tema, no titubeó al llamarlo secuestro.
La violencia en las alturas
El secuestro de Fernández de Cevallos es el evento que mejor retrata el clima de violencia que recorre al país dejando una estela de cadáveres a su paso, ya más de 23 mil en lo que va del sexenio y que en Chihuahua y particularmente en Ciudad Juárez, tiene su epicentro. Es en algunos de sus escenarios posibles, la prueba fehaciente del fracaso del Estado mexicano en sus políticas contra el crimen. Ante las particularidades del secuestro se abren escenarios que podrían ubicarnos en un conflicto de carácter político, ya que es evidente que quienes realizaron el acto, son un grupo organizado, con recursos y conocimiento de las repercusiones que en los medios de comunicación tendría el mismo, es absurdo pensar que es un secuestro para obtener beneficios económicos.
Pensar que un grupo profesional de secuestradores cometió el acto para obtener ganancias millonarias es ingenuo. El monto del rescate que se podría pedir por Diego Fernández de Cevallos, es similar al que se podría obtener con por lo menos un centenar de empresarios de vida discreta y regados por todo el país, con la ventaja de que no habría exposición mediática y menos de las proporciones que generaría el secuestro del prominente panista. Es claro pues, que hay otros motivos…
Se abren escenarios
En la anterior línea de pensamiento y ante la ausencia de información, se vale especular sobre el caso, entonces, ¿es un secuestro para mandar un mensaje al Estado mexicano?, o ¿el mensaje es al propio Fernández de Cevallos de parte de entidades políticas poderosas?
Lo que es evidente es que no es un secuestro como hay cientos todos los años en todo el país. No, Diego no es actor político más en el escenario nacional, su secuestro inició de inmediato una serie de reportajes o artículos de opinión, en estos últimos sobre todo, se encuentra una gran vena histórica, en donde el panista queda por lo menos mal parado.
El secuestro del ex senador, hizo recordar al diputado jefe de la bancada panista que con gran energía manoteaba en la tribuna de la Cámara de Diputados, exigiendo la quema de las boletas electorales de 1988, en donde, muchos lo creen así, estaban las pruebas del fraude electoral a Cuauhtémoc Cárdenas a favor de Carlos Salinas de Gortari, con la ya famosa «caída del sistema». Los terrenos de Punta Diamante, como secuela del caso, salieron a relucir.
Se recordó la ríspida relación que llevaban el mítico Jefe Diego y el presidente Calderón desde hace más de una década, con insultos públicos de las dos partes y la inminencia de un encuentro a puñetazos.
Magnífica oportunidad para recordar que la clínica Santa Mónica, en la que murió Amado Carrillo Fuentes, jefe del Cártel de Juárez, luego de varias cirugías faciales era representada por Fernández de Cevallos, al igual que la funeraria García López, en donde fue velado El señor de los cielos.
Apenas empieza la andanada contra El Jefe Diego, pero los recuerdos de su paso por la política y los tribunales judiciales en su carácter de abogado, dan la pauta para hablar de sus colaboradores en el despacho Cevallos y Gómez Mont, S.A. al que también pertenece el Procurador General de la República, el chihuahuense Arturo Chávez Chávez. Nada mal para estar peleado con el presidente de la república tener en la Secretaría de Gobernación y en la PGR a dos de sus hombres más cercanos, de ese calibre es el ex candidato a la presidencia.
De acuerdo con las columnas y artículos de opinión que el caso ha generado, el exitoso abogado, entró en un frenesí de compra de propiedades rurales en su natal Querétaro, desde mediados de los noventas.
En política parecía alejarse del PAN, fue uno de los invitados de honor en el último informe del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, mismo en el que estuvo Carlos Salinas de Gortari, del cual Fernández de Cevallos, ha dicho «es mi amigo y yo no niego a los amigos».
Al margen de la notable carrera como político y abogado de Diego Fernández de Cevallos, está el hecho de que la violencia que sacude al país y los actos del crimen organizado, tocan a la élite si este fuera el escenario, o bien, los jaloneos en las cúpulas del poder en México saltan a las ocho columnas si esto estuviera ocurriendo. Lo claro es que la violencia se está convirtiendo en la vía para zanjar las contradicciones del sistema en cualquiera de los escenarios posibles.
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