2.- Los juarenses se sienten bien con el gobernador que está por dejar el cargo porque se ocupó de la frontera mucho más que el anterior primer mandatario estatal, Patricio Martínez García, quien nunca ocultó su desdén e incluso desprecio por Juárez y los juarenses, a quienes veía como un enorme conjunto de mariguanos y prostitutas, sin jamás dar en cuenta que el 64 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en la entidad se produce en esta, para él, ciudad pérfida. Ante ese abandono lo que se hiciera sería bueno. Ante notario público el gobernador ofreció nueve pasos a desnivel y terminó construyendo 11, sin embargo, se antojan pocos ante los cincuenta que el gobierno de la entidad levantó en la ciudad capital. Le dio a Juárez, más que Patricio Martínez o Francisco Barrio y se agradece, sobre todo porque este último técnicamente era juarense.
3.- La segunda parte de su sexenio fue otra cosa. Estalló la violencia por la declaración de «guerra» de Calderón contra el narcotráfico. Las más décadas de convivencia entre algunos políticos, algunos empresarios y parte de la sociedad con el Cártel de los Carrillo, convirtió a Chihuahua en el más sangriento de los múltiples escenarios de esta guerra. Décadas de convivencia habían creado lazos difíciles de romper y al parecer la guerra por extrañas circunstancias, está logrando que «El Chapo» Guzmán, sea un gigante de tres metros. Este clima de inseguridad llevó al gobierno de Reyes Baeza, a situaciones límite, como el asesinato de 21 reos en el moderno penal estatal construido a 30 kilómetros de CJ, en donde por encargo y con la complicidad de las autoridades se guiaban a sicarios, para matar a los reos del bando contrario, por encargo, con lista en mano.
4.- Terminan los seis años de Reyes con una procuradora inamovible y repudiada por la generalidad, con índices de criminalidad nunca vistos y muy superiores al resto del país: el 47 por ciento de los narco asesinatos se han realizado en la entidad y un 25 por ciento de ellos en Ciudad Juárez, quien por otra parte concentra a más del cuarenta por ciento de la población. No estuvo en control de la sucesión como se auguraba en 2007. Ahora habla de que no tiene nostalgia del poder, pero lo cierto es que llevó las resoluciones sobre la sucesión a tiempos muy cortos al término de su mandato, lo que habla de una resistencia a abandonar el poder, ya no digamos como persona, sino como grupo en el gobierno. Se va cuando Ascensión es palpable muestra de las fallas en el manejo de los cuerpos de seguridad... en fin, se va fuera del país. (Rodrigo Borja).
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