La visita presidencial

Es evidente que el presidente de la república se tardó mucho en visitar a la fronteriza Ciudad Juárez, ya eran meses de clamor entre los organismo, sobre todo empresariales, de que hacía falta la visita del primer mandatario del país, para que conociera de primera mano la postración de la frontera en muchos aspectos, sobre todo en lo que a infraestructura y equipamiento urbano se refiere.

El presidente finalmente llegó, y vino con las manos vacías, dio la impresión que su precipitada visita correspondía sobre todo a subsanar la descortesía que por más de dos años había tenido con la frontera, ciudad que por su dinamismo económico y por su aportación en la creación de nuevos empleos y su vocación de grandeza, requiere de una mayor atención por parte del nivel federal de gobierno.

La vista presidencia se caracterizó por su brevedad y el buen trato que los juarenses le brindaron, por lo menos las clases empresariales que fue con las únicas que se reunió; al parecer olvidaron lo agraviados que se encuentran por la homologación del IVA y por el maltrato que en general se ha dado a Juárez. Los empresarios se pusieron pragmáticos y tras deliberar decidieron que era mejor un acercamiento en términos amistosos, que un reclamo por el desdén y el abandono.

En términos generales lo que se puede salvar de la visita presidencial, fue el compromiso del presidente Peña Nieto, de crear una Mesa Interinstitucional, propuesta por los juarenses, para dar seguimiento a trece propuestas y planes de desarrollo para la frontera. En la mesa el Presidente estará representado por Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía.

El compromiso de regresar en seis meses para ver los avances en los trabajos comprometidos es otra de las cosas que salvan la visita presidencial.

Editorial 1171