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lunes, 25 de enero de 2016

Crónica



Mentira y Fraude en el «Vivebús»

*Miente con dolo quien afirme que el primer abordaje cuesta siete pesos; dos pesos el segundo y cero pesos el tercero. *La pantalla de saldos no miente: por cada abordaje le resta cada vez siete pesos a la tarjeta del indefenso usuario. *Curioso: los usuarios cautivos aguantan y callan. ¿A quién acuden? Los concesionarios culpan al Ejecutivo y éste a aquellos. *De 50 a 70 minutos se retrasan las garraletas alimentadoras y no levantan pasaje porque vienen repletas como sardineras*Los rojos de la troncal sí pasan seguido; pero como si no pasaran, nadie puede abordarlos porque allí ya no cabe un alfiler.

Por Jesús González Raizola*

            Cualquier usuario, cualquiera, del llamado «sistema» vivebús sabe que miente quien diga que el pasaje es de siete pesos en el primer abordaje; dos pesos el segundo y de cero pesos en el tercero.
            Un usuario que sube a un alimentador de Rita 3 en Independencia y Calvo, en santa rosa, paga de inmediato siete pesos de su tarjeta:
            Y si del Ruta 3 transborda al rojo en la estación de Independencia y Bolívar para ir a la terminal norte, vuelve a pagar siete pesos.
            Y, si en la terminal norte aborda otra garraleta alimentadora que lo lleve a la terminalita «Pistolas» Meneses, paga otros siete pesos.
            Como es boba y vil mentira lo de los 7, 2 y 0, este usuario pagó a querer o no, $21 (veintiún pesos).
            Luego entonces:
            ¿Dónde está? ¿Dónde se encuentra? ¿Dónde se consigue la tarifa de $7, $2 y $0 ¿Dónde…? ¿Con quién…? ¿A qué horas?
            Eso preguntan los usuarios que suben a un rojo en estación Sagrado Corazón y bajan en Niños Héroes y toman en Carrillo un Cerro de la Cruz, que ya pagaron $14. Así: $7 en Sagrado Corazón y otros $7 en Carrillo.
            Cualquier usuario sabe que cada mostrada de su tarjeta a la pantallita del mecanismo de cobro y de acceso a la unidad le cuesta siete pesos.
            Siete pesos cada vez que aborda. Siete pesos cada vez que trasborda. Siete pesos a todos tiros.
            ¿Creerán los funcionarios del Poder Ejecutivo que intervienen en esto y sus contlapaches los concesionarios en que el usuario les creé que porque aumentaron un pesos a las tarifas mejorarán el servicio?
            ¿Creerán que les creemos?
            No lo dudo que sí lo crean.
            Pero no todos los usuarios se los creemos.
            Los que ya tenemos unos añitos vividos como el que escribe, recuerda que promesas de esas las he escuchado a lo largo de unos cuarenta y tantos años de estar muy al pendiente de los acontecimientos públicos de nuestra entidad.
            Y todo ha seguido igual. O peor.
            Ya se trate de servicios de transporte. De agua. De luz. De obras públicas. De todo, para acabar pronto. Pero los afectados callamos.
            Ahora ni las llamadas organizaciones de la dizque sociedad civil que antaño manifestaban públicamente descontento por algo, callan.
            Ahora ni los estudiantes, antes tan beligerantes en los cívico, ni ellos dicen «pío».
            Nuestro silencio obedecerá a que somos conscientes de que ya ni con sincronía se observa en el trato entre los poderes públicos que se aporrean sin recato ni respeto al pueblo que les paga por «servirlo».
            Lo cierto es que se dice que el Vivebús se pagan $7, $2 y $0 y no es vedad.
            ¿O alguien puede demostrar que es «verdad» esa mentira.

            Urge poner orden
            El sábado 26 de septiembre de 2015 el joven Edgar Muñoz Acosta, estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Chihuahua, escribió en El Heraldo de Chihuahua una columna que tituló: «Vivebús, próxima estación, el fracaso», en cuyo texto lamentaba que ese servicio público iba a menos y los problemas con él relacionados, a más.
            Expresaba: «La verdad me da mucha tristeza ver lo que sucedió con el vivebús, pues fue una idea perfecta pero pésimamente ejecutada».
            Agregaba: «Y lo que verdaderamente me frustra como usuario es que haya fracasado de esta manera tan atroz, por la misma razón que no funcionan muchas cosas en esta ciudad: conflicto de interés».
            Aquel 26 de septiembre de 12015, luego de mencionar todos los aspectos negativos y el conocido desorden con que ya «funcionaba» el llamado vivebús, el estudiante de Ciencias de la Comunicación decía que a 755 días de haberlo puesto en marcha rodaba entre fallas y carencias.
            Como si hoy mismo estuviera Muñoz Acosta escribiendo su columna, en la fecha antes citada, así resumía, en su último párrafo sus acertadas observaciones:
            «Más de setecientos cincuenta y cinco días han pasado y esto parece estar igual; seguirán peleando el control del vivebús, se seguirán boicoteando unos contra otros y contra otros; se seguirán desprestigiando a la menor provocación, y, por supuesto, seguirá el usuario quedando relegado al final, hasta que el vivebús, llegue a su próxima estación que será el fracaso».
            Y apenas ayer, lunes 11 de enero de 2016 escribí sobre algo que Muñoz Acosta no aludió y que ha resultado gravísimo para la economía delo usuario, que en su gran mayoría es la población de recursos limitados: el engaño de que se pagarían. Primero $7 el abordar la primera vez, luego sólo $2 al segundo abordaje y $0 al tercero, lo cual no es cierto.
            Se pagan $7 cada vez que el usuario sube a cada camión o al troncal.
            Y como cambiaron rutas; suprimieron varias; redujeron unidades, etc., hay usuarios que forzosamente deben utilizar hasta tres diferentes camiones para llegar a sus destinos; y no olvidan que antes de lo vivebús únicamente utilizaban un solo camión, o dos cuando mucho, de los que circulaban por las rutas anteriores, que se modificaron absurdamente o se suprimieron.
            Hoy, martes 12 de enero de 2016, me entero que por enésima ocasión habrá una reunión… ¡para definir el rumbo, para restablecer el servicio de transporte urbano!
            Eso suena a chunga, porque ha sido muy sabido que reunioncitas de esas no han conducido a nada.
            Y nadie ignora que los concesionarios, como eso, como concesionarios de un servicio público que tal es el transporte urbano que ellos deben prestar con eficiencia, están sujetos al ordenamiento que debe aplicarles el poder ejecutivo estatal a través de la Secretaría General de Gobierno, pero por lo que se advierte públicamente, ni ésta dependencia les aplica la ley o si se las aplica, aquellos, los concesionarios la desobedecen.
            En tanto que la víctima es siempre el usuario.
*Premio Nacional de Periodismo 1973.
                        Chihuahua, Chih., enero de 2016.

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