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viernes, 5 de agosto de 2016
Crónica
«… yo que siempre
canté de la exquisita partitura de íntimo decoro»
•Yo que siempre
he caminado aprisa y con la testa erguida, un dolor coaxial me obliga ahora a
ir pian pianito como viejito •Por jalarle con
violencia a la manga derecha al quitarme el pantalón, sentí el «piquetito» y
apareció la dolencia •«No te
apures; ya te tocaba», me dice un amigo
guasón y grosero porque sabe muy bien que yo nunca he sido enfermizo •Me aterra
abordar el camión Sector 3 porque el dolor es muy fuerte al levantar la pierna
para alcanzar el estribo
Por Jesús
González Raizola*
Un fuerte tirón a
la manga derecha del pantalón que se resistí a bajar me produce un
desagradable espasmo que me obliga a gritar de dolor.
Luego, el dolor se convierte en un piquetito
permanente y molesto, que se ubica al mero centro del área coaxial de mi
columna vertebral, y que me ha obligado la última semana y media a caminar como
viejito de la quinta edad, paso a pasito, evitando los desniveles y los
hoyancos que singularizan a las calles del centro histórico de Chihuahua, tan
«arregladito» nomás donde conviene al
interés del fideicomiso, ese mismo hurtó con el mayor descaro las estatuas de
Melgar, de Victorio y del Jinete en la plaza del Ángel y que no pone
contenedores de basura en el monumento a los Mártires de la Batalla de
Talamantes ni en la histórica Plazuela Perea.
Hice de tripas
corazón y fui al hospital del Seguro Popular.
Una joven y amable doctora en medicina general me consoló al negar que
mi dolencia se debiera a fractura sino a desgarramiento muscular, y me recetó
ranitidina y diclofenaco en minúsculas
tabletillas que de día aminoran la dolencia, pero que de noche no duermo a
gusto pese a que pongo toda mi fuerza mental tratando de amortiguar la
dolencia.
De la una a las
cuatro de la tarde que hice turno para mi consulta, soslayaba mi dolor
observando que de treinta y tantas señoras presentes unas veintiocho eran
mujeres obesas, francamente muy obesas, de edad madura y que seguramente son
atendidas de algún malestar ocasionado
por su gordura.
Intenté
reportearlas al respecto pero cuando traté de incorporarme me dolió mi coxis al
grado que descarté levantarme y me conformé con seguir soportando mi dolor
mientras me consultaban y opté por
dejarlas a ellas en paz con sus adiposidades, para mi entender, bastante preocupantes.
Chihuahua, 2016.
*Premio Nacional
de Periodismo 1973
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