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lunes, 29 de agosto de 2016

Hace dos años Murió Chago


Por Javier Corral
N. de la R.: El presente texto fue escrito por Javier Corral a un día de la muerte de Santiago Solís Leal, amigo de muchos; inolvidable para todos.
Ayer murió Santiago Solís Leal. Mi querido Chago; mi amigo del alma con quien durante un largo trecho de mi vida –más de 30 años– y a pesar de nuestra diferencia de edades compartí tantas cosas y momentos trascendentales, lecciones inolvidables de un viejo zorro cuya mente desplegaba una singular sabiduría de la vida, basada en el sentido común, y que llevaba en su corazón un amor tan grande, que varias veces se le desbordó.
A Chago le debo muchas cosas de mi formación personal. Me enseñó recovecos de la vida que ninguna otra persona me mostró jamás; me adentró en la bohemia íntima, en el sentido pleno de la convivencia y la medida justa del buen beber. Fuimos compañeros de todas las barras que mi juventud quiso descubrir en Ciudad Juárez, siempre bajo su protección y consejo, en diálogos interminables. Porque fue gran conversador, traqueteador de palabras y constructor de dichos fabulosos; armador de ideas como inventor de todo tipo de aparatos y enseres. Así como podía aplicarse días completos a diseñar y construir un artefacto, podía también detenerse días enteros a festejar una buena frase. Porque Chago fue muchos oficios a la vez, y otros por etapas, agricultor, tornero, cantinero, panadero, carpintero, cunicultor, policía, fotógrafo, periodista... Inventor al fin de cuentas, como actividad permanente. Su vocación fue el romanticismo.
El gran denominador común de esa vida es que siempre fue un mexicano lleno de cariño y pasión por su país, para quien la Patria fue valor, lealtad y compromiso, y no una querida.Francisco Barrio Terrazas lo jaló al torbellino de la insurgencia cívica de los 80´s en Ciudad Juárez, y el PAN lo hizo miembro activo de batallas, marchas, asambleas y convenciones en las que también lo caló la pasión.
La última vez que nos vimos en marzo pasado nos tomamos la tarde y volvimos a disfrutar varias de nuestras «charras» y «aquellos momentos»; jugamos dominó, tomamos cerveza, reímos, disfrutamos. Me llenó de regalos las manos, entre ellos, uno de sus más efectivos y útiles inventos, una deshebradora de carne. También sacó del cristalero de su cocina una botella de vino muy significativa que le envió a Cinthia Aideé mi esposa: la botella que el 13 de diciembre de 1996 le pusimos en la mesa de nuestra boda en Parral y que él conservó intacta hasta ese día.
Aunque hablé con él varias veces después de ese día, ya no lo volví a ver personalmente. No me quedé con ganas de abrazarlo y decirle que lo quería mucho, se lo había dicho entonces apretándolo con cuidado pero con todo mi corazón, y diciéndole al oído: 
- ¿Sabe cuánto lo quiero? 
- Yo lo sé Javier, yo lo sé. Te siento.
Ese era Chago Solís.

Las fotos que les comparto son de esa ocasión. Con ellas va un abrazo muy fuerte para Álvaro, Alba y Paty; para María Elena y tod@s sus hij@s. Para sus herman@s Tito, Aurora y Lolita. Para toda su familia y amigos.

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