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jueves, 31 de julio de 2008

El drama de el Barreal: Quevedo y cómplices sabían... fue infame

Por Antonio Pinedo

En el verano del año 2000, Manuel Quevedo Reyes, dueño de la mayor parte del predio anteriormente conocido como «Lote Bravo», y en el cual se ubica la «Laguna de patos» hoy conocido como el Barreal, fue a visitar la zona que se encontraba completamente inundada, de hecho sobre ambos márgenes del Boulevard Independencia. Llevó con el a amigos e ingenieros para que evaluaran el predio y buscaran una solución, era un grupo de cuatro personas.

Una foto satelital de la laguna en ese momento es la portada de Semanario.

Pronto tuvo el dictamen de uno de los ingenieros de su confianza que lo acompañaron: era una zona en la que era imposible cualquier construcción, los lodos en su parte más profunda alcanzaban los 24 metros, las zonas más favorecidas tenían cinco y promediar en quince metros la profundidad de la capa de lodo era aceptable.

El terreno era impermeable, al llegar el agua, como periódicamente lo había hecho durante siglos, estos se expandirían y lo harían impermeable, lo que significa que solo se podría sacar mediante bombeo o bien esperar a que el sol la resecara.

Impensable la construcción de vivienda.

Poderoso señor Don Dinero

Pudo más la ambición. Se pidió un cambio del uso del suelo, y este fue negado en primera instancia, el alcalde Gustavo Elizondo, se negaba sistemáticamente y alegaba que el IMIP no avalaba la obra. Ya el gobernador Patricio Martínez, por sus pantalones, había construido por medio de Instituto Chihuahuense de la Vivienda el fraccionamiento «El Mezquital», que quedaba incluso fuera del fundo legal de la ciudad, era una zona que no tenía autorización del municipio para urbanizar o mejor dicho para construir vivienda.

Fue el gobernador Patricio Martínez, que con «El Mezquital» inició, lo que hoy es un drama para más de 3 mil familias y que ha resultado en un gran negocio de los poderosos y sus cómplices, que no socios —sobre todo porque este fraccionamiento construido fuera de toda normatividad, abrió la zona al desarrollo urbano—.

Los cómplices ayudan en el crimen, los socios se alían en los negocios y lo del Barreal es un crimen.

«Riberas del Bravo», es otro de los «caprichos» del ex gobernador que solo han traído desgracia a la frontera, pero ese es otro tema.

Es revelador que a sólo diez días de terminar el periodo de Patricio Martínez y de Jesús Alfredo Delgado, se haya publicado en el periódico oficial del Estado, el cambio de uso de suelo en el Barreal, mismo que el Cabildo había autorizado exactamente un mes antes de terminar el trienio.

Alianzas electorales

La premura tiene que ver con lo «buenos amigos» que terminaron siendo Jesús Alfredo Delgado y el gobernador Martínez García, luego, de que habían tenido enfrentamiento muy fuertes en 2001 y 2002. Al parecer esta amistad se finca en la oposición rara que Jesús Alfredo hizo a la candidatura de Javier Corral, quien había diagnosticado al gobernador como esquizofrénico —aquí cabe asentar que Corral Jurado es abogado y no doctor—.

Digo rara porque Delgado había dado múltiples muestras de que estaba agotado y no actuaba como alcalde y de repente quiere ser gobernador, sin pasar por un ejercicio efectivo de la alcaldía, lo que nos hace suponer que no lo hizo por ambición política, sino por razones que desconocemos; pero para efectos de un acercamiento de lo que esta pasando en «El Barreal», el dato es relevante.

Total que Corral y Martínez se llevaban muy mal. No es descabellado decir que entre los motivos que influyeron para que Corral perdiera la elección a gobernador en 2004, es que criticaba a Martínez y se olvidaba que su contrincante era José Reyes Baeza.

Todo esto viene al caso por la premura en que se autorizó el cambio de uso de suelo, sobre todo si consideramos que desde antes del año 2000, ya Ernesto Mendoza Viveros, pedía una autorización para una desarrollo que llamaba «Victoria».

Después de la inundación del 2000, empezaron fuertes las presiones para que se cambiara el uso del suelo. En Obras Publicas del Municipio se escudaban en los dictámenes del Instituto Municipal de Investigación y Planeación.

Eran presencias cotidianas en las oficinas del IMIP Ernesto Mendoza Viveros, Mario Boisselier, Manuel Quevedo Padilla y los Ibarra de Yvasa, no siempre ni necesariamente Eduardo Ibarra. Los argumentos de éstos personajes se pueden sintetizar en éste alegato: «son demasiadas las exigencias (del IMIP), sobre todo si en Juárez nunca llueve».

Los compromisos

La influencia de los poderosos que urgían por incorporar al crecimiento urbano esos predios pudo más, y el IMIP realizó el plan parcial «El Barreal» y «Oriente San Isidro». Manuel Quevedo, Ernesto Mendoza Viveros, Carlos Corona y demás cómplices no tuvieron empacho en firmar compromisos para dotar de la infraestructura hidráulica a El Barreal, condición indispensable planteada por el IMIP para urbanizar los predios.

Ya habían rechazado un parque pluvial, o sea una gran represa que contuviera las aguas y diera una hermosa vista a las casas; no eran casas para los ricos y poderosos, eran para los obreros de mínimo de las empresas maquiladoras, no interesaba una bella vista.

Entre los compromisos los requerimientos del IMIP restaba la construcción de quince diques —no montículos—, a cuenta de los particulares, la canalización del arroyo «Jarudo», fondeados en un 20 por ciento por particulares y el 80 por ciento por fondos del erario público.

Aparte, se pedía el manejo particular de cada una de las microcuencas que la topo-grafía del terreno tiene. La construcción de vialidades parteaguas, para evitar una inundación generalizada y alrededor de más 20 pozos de absorción de gran tamaño así como parques de grandes dimensiones también, en fin, una serie de requerimiento que los constructores desatendieron y el dueño del terreno que se comprometió a cumplir, ignoró.

Leer con detenimiento las 190 páginas del plan parcial de «El Barreal», es como ver un catálogo de lo que no se hizo, no obstante que la aprobación para construir vivienda en esos predios estaba condicionada a que se realizara esta serie de obras hidráulicas, que definitivamente iban a reducir las ganancias de los terratenientes y los constructores, pero que darían a su habitantes una vivienda en la que podrían dormir en época de lluvias sin la angustia que hoy deben tener sobre su futuro, tan incierto, tan injusto… todo hecho para que los alevosos poderosos puedan vivir en grandes mansiones en El Paso, en San Diego, en el Campestre o en las tres partes, que para eso y más dan las familias juarenses que mantienen en pie esta ciudad y que han creado su riqueza, ya desde los puestos políticos, ya desde la «empresa» y la rapiña.s

2 comentarios:

Anónimo dijo...

estoy de acuerdo es una infamia y nadie va a pagar por esos errores,

Revista Semanario del Meridiano 107: dijo...

Para ernesto r.
Debemos serguir los acontecimentos, ya el gobernador José Reyes Baeza, toma cartas en el asunto y asume compromisos, solo debemos estar atentos.