2.- Cualquier guerra que se emprenda en estas condiciones es simple y llanamente una guerra tonta.
No olvidamos el dicho del especialista en narcotráfico y seguridad nacional, el académico Jorge Chabat, cuando afirma que «es una guerra que no se ganará, no puede perderse y se tiene que combatir». Pero el que sea una lucha que el Estado mexicano debería de dar en algún momento, presupone por lo menos una estrategia y una táctica como es requisito mínimo en cualquier guerra. El arrojar al país a una lucha como la que hoy dicen que se está dando, lo exponemos así, porque hay quienes dudan de la legitimidad de los fines: no olvidemos que una de las supuestas partes en pugna, llenó de letreros los pendones en donde el ejército decía que venía a ayudar a la ciudadanía, con en un engomado en el que se tapaba ciudadanía y se anteponía «Chapo».
3.- La inseguridad en todo el país, en Chihuahua en general y en Juárez en particular, llega a límites, que obligan a una reflexión profunda sobre como se debe reorientar esta «guerra», crear una estrategia ya que aparentemente no existe ninguna, replantear metas, acotar los objetivos y no tratar de acabar nosotros solitos como mexicanos muy machos con el problema global del narcotráfico. Ya el presidente Felipe Calderón, en uno de sus momentos de lucidez en este asunto concreto, habló de que es un problema internacional y que requiere soluciones internacionales. Es urgente que una redefinición de metas y de los pasos que se deben seguir para lograrlas. El país no resiste más esta sangría a la que el gobierno de Calderón lo está sometiendo.
4.- Una de las cosas que se asentar es que esta guerra tiene fines totalmente claros y no de control del ilícito negocio o de legitimación en el poder por parte de Felipe Calderón. Sobre esto último debemos recordar que a sólo nueve días de haber tomado posesión se lanzó con siete mil efectivos del ejército a combatir el narcotráfico en su estado natal Michoacán y con ello desató la situación que actualmente vive el país. Ya sabíamos que las policías estaban infiltradas y que políticos muy importantes, gobernadores, alcaldes, estaban en las nóminas del narcotráfico y que el consumo doméstico era creciente... ante un panorama como el citado es lógico suponer que la lucha debería ser acotada por ejemplo atacar el consumo interno, o bien la corrupción en policías, pero nunca tirando al bulto sin saber siquiera de que tamaño es el mismo. (Rodrigo Borja)..s
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