En lo personal, no fueron pocas las ocasiones en las que sostuve acaloradas discusiones con algunos colegas del oficio sobre el tema. Algunos de ellos me recriminaban mi crítica sistemática hacia el gobernador y su insaciable corrupción. Decían que con ello, sólo revelaba mis afanes de exhibicionismo y lucimiento personal. «Todo lo que buscas es la trascendencia, pasar a la posteridad», me dijeron.
Bienvenidos
La apertura de este espacio, conlleva la intención de interactuar con los lectores de la revista Semanario del Meridiano 107, conocer sus opiniones, enriquecernos con sus comentarios y complementar nuestros servicios editoriales.
lunes, 19 de septiembre de 2016
La lección de la elección
Por Félix Manuel Lazos Ibarra
Se hizo evidente desde el
inicio de las campañas, tanto a la presidencia municipal como a la gubernatura y,
desde luego, a las diputaciones por Chihuahua: la brutal cargada de la inmensa
mayoría de los medios de comunicación hacia los candidatos del PRI.
Y esto es
comprensible–-que no justificable–, si se toma en cuenta la insultante
carretonada de dinero del erario de la que echó mano el gobernador del estado, para comprar las conciencias de estos medios.
Así, a billetazo limpio, César Duarte hizo
gala de su cinismo y su capacidad corruptora para acallar a los
medios que, incluso, sin rubor alguno se dedicaron a hablar a su favor y
atacaron con saña a su más cercano adversario, el panista Javier Corral Jurado.
Sin embargo, corruptor y corruptos se
equivocaron al suponer que el factor económico sería el fiel de la
balanza para engatusar al electorado, dando por hecho que eso sería suficiente
para lograr, mediante el engaño y la calumnia, permanecer en el poder.
Con ese hecho, desdeñaron
e insultaron la inteligencia de la gente, que ya está harta de que le jueguen el dedo en la
boca y que no estuvo dispuesta a tolerar un engaño
más. De tener que aguantar y sufrir un sexenio más de cinismo, corrupción
e impunidad como el de César Duarte Jáquez y sus cómplices. Por esa
razón, la nomenklatura duartista se llevó un palmo de
narices, al volcarse los electores a las urnas y manifestar su repudio contra
la tiranía tricolor.
Lo demás es historia. La
derrota del PRI fue tan aplastante como abrumadora. En esa derrota también
llevan su parte los medios de comunicación, que sucumbieron a la
tentación de vender su conciencia y su credibilidad por treinta monedas. En el
pecado llevarán la penitencia.
Resulta grotesco y
vergonzoso, de pena ajena, ver ahora a aquellos «periodistas» que ayer le lamían las suelas a
Duarte y echaban pestes contra Corral, hoy buscan afanosamente al gobernador
electo para intentar congraciarse con él, con el obvio y ominoso propósito de
sacarle provecho. La impudicia y la desvergüenza no tienen orillas.
En un ejercicio de
honestidad, debo reconocer que puede que tengan razón. Puede que en mi fuero
interno eso esté ocurriendo; que busque a través de mi oficio la trascendencia pero, en
todo caso, sería la consecuencia, nunca la
finalidad. ¿Qué tendría eso de malo? Pienso además que las críticas no deben
centrarse en aquellos que buscan trascender, sino en los que se atascan en la
mediocridad.
La incongruencia y la
simulación es un mal endémico social. Estoy pensando en algunos compañeros que,
durante las campañas electorales tomaron partido por los candidatos del partido
que ha sido, es, y seguramente será sinónimo de la corrupción y el
autoritarismo. Esos compañeros que enderezaron sus baterías para atacar a
los opositores al PRI, que se alquilaron como vulgares porros tricolores, hoy buscan a
los gobernantes electos suplicando perdón y
olvido.
Sin embargo, Corral
y Cabada, deben estar conscientes de que los resultados electorales no
constituyen un cheque en blanco del que pueden disponer, cobrar y echarse a
dormir.
Ambos deben saber que
tales resultados no son producto de su ángel, simpatía, sex appeal, o arrastre en materia de
popularidad, sino de un pueblo que rebasó los límites del hartazgo de un
régimen soberbio, arrogante y tirano que lo agravió sistemáticamente, sin
pensar que algún día se rebelaría para cobrarle la factura. Es decir, en términos
reales, la gente no votó por ellos sino en contra de sus verdugos.
De modo pues, que Corral
y Cabada deberán poner sus barbas a remojar y aprender la lección en
cabeza ajena.
En ese sentido, una mala
señal manda Corral a sus electores cuando, en pleno ejercicio de transición de
gobierno, desestima las críticas de una buena parte de la sociedad, que no ve
con buenos ojos el hecho de tener en su equipo de seguridad a una persona cuya
reputación está en entredicho. Se trata de su jefe de seguridad
Juan Manuel Escamilla León, quien cobró notoriedad en aquel
sangriento episodio en Plazuela de Acuña, en donde encabezó un operativo policíaco
en el cual dio muerte a presuntos delincuentes armados y atrincherados en una finca de aquella zona
de la ciudad.
En este hecho, aun
y cuando Escamilla fue acusado de exceso de
fuerza y abuso de autoridad, enfrentó la acusación y fue absuelto, la mancha
ahí está.
Un elemento más que abona a la desconfianza
ciudadana hacia el personaje de marras, es el testimonio del abogado y activista Jaime García Chávez,
quien le hizo saber de viva voz a Corral Jurado de las amenazas que Escamilla,
siendo éste el jefe de guaruras del
ex gobernador Patricio Martínez le lanzó. Es decir que a la luz de los
hechos, estamos ante un personaje peligroso; un represor social proclive a la
violencia.
«Nadie mejor que Javier
Corral sabe quién reúne el perfil adecuado para cuidar de su seguridad personal
y la de su familia», dijo una voz en defensa de la decisión del gobernador
electo de conservar a Escamilla. Y acaso tiene razón; a Corral le asiste todo
el derecho de colocar ahí a quien mejor considere, pero no a costa poner en
riesgo la seguridad física de la sociedad, sobre todo de aquel sector que lo
eligió, y que expresa un fundado temor de que, en
cualquier momento, pudiera ser víctima de abusos y atropellos por parte de Escamilla o
sus subordinados. Pudiera ser este un aviso a tiempo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario