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lunes, 12 de septiembre de 2016
Las medallas olímpicas reflejan la mediocridad del gobierno
La participación de la delegación mexicana en los Juegos Olímpicos de Río 2016, son un reflejo de la mediocridad de nuestro presidente y su gobierno.
Es el mismo que en su paso por la Procuraduría mexiquense, tuvo a su cargo la investigación de la desaparición de la niña Paulette, la que según sus indagatorias siempre estuvo en su recámara, entre su cama y la pared, muerta; una mala salida, para ayudar a su amigo el entonces gobernador Enrique Peña Nieto, luego llegó a pacificar el estado de Michoacán entonces gobernado por Fausto Vallejo, con los poderes omnímodos de un “comisionado presidencial”.
En todas y en cada una de sus posiciones el amigo incondicional del presidente ha entregado malos resultados.
Y no es diferente ahora que por encargo de Peña Nieto es el encargado del máximo órgano deportivo en nuestro país.
México no pudo superar su marca de Londres 2012, justa en la cual México acumuló un total de siete medallas, en total este año nuestros atletas lograron hacerse de apenas cinco medallas, ninguna de oro, nuestro himno nacional jamás se escuchó en Río y en el camino se quedaron grandes promesas de medalla como es el caso de las competencias del clavados, deporte que más preseas le ha dado a nuestro país.
El paso de nuestros atletas en Río, estuvo llena de episodios vergonzantes y que reflejan la falta de apoyos de nuestras autoridades deportivas: la falta de médicos, uniformes y recursos económicos como fue el caso del Misael Rodríguez, el boxeador chihuahuense que tuvo que botear para hacerse de los recursos necesarios, ante el total abandono de la Conade.
Toda esta falta de recurso contrasta con las vacaciones y el viaje idílico emprendido por Alfredo Castillo y su novia, en Río, el cual aprovecharon para asistir a las competencias en las que muchas de las veces por cierto, no competían nuestros atletas mexicanos. Editorial 1241
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