Por Antonio Pinedo
El
pasado 16 de septiembre se realizó una comida en la casa de la calle Zarco del
gobernador César Duarte Jáquez, fue un encuentro del que se ha sabido poco pero
estuvieron cinco de los once personajes que se mencionan para ser candidatos
del PRI a la gubernatura: Enrique Serrano Escobar, Javier Garfio Pacheco, Lilia
Merodio Reza, Graciela Ortiz González y Héctor Murguía Lardizábal.
Fue
notable la exclusión de los duartistas Marcelo
González Tachiquín y José Miguel Salcido Romero y por supuesto de los reyistas
Marco Adán Quezada Martínez, Alejandro Cano Ricaud, Víctor Valencia de los
Santos y Oscar Villalobos Chávez.
Luego de
la reunión sólo dos personajes hicieron declaraciones sobre la misma, el
presidente municipal de Ciudad Juárez Enrique Serrano Escobar, quien fue
entrevistado en la frontera y la senadora Graciela Ortiz González, quien desde
la Ciudad de México, emitió un comunicado de prensa, en ambos casos hablaron de
privilegiar la unidad del partido y esperar los tiempos que marque la
dirigencia nacional.
«Es la lista»
La interpretación general entre los observadores
políticos es que se está acotando la lista de posibles candidatos del PRI a la
gubernatura y que representa un intento del gobernador César Duarte Jáquez, por
tomar el control de su propia sucesión que se encuentra fuera de cauce, incluso
después de la comida en su casa de la capital del estado.
Por lo
menos las senadoras estuvieron en la comida por la mínima cortesía que se debe
dispensar al jefe del Ejecutivo estatal y los alcaldes de Chihuahua y Ciudad
Juárez, así como el coordinador de Políticas Públicas de Gobierno del Estado.
No fue
una comida mágica, que todo lo arregló; sobre la superficie se mostró civilidad
política, pero sería ingenuo pensar que los cinco invitados a la comida —se
prolongó por cierto hasta las seis de la tarde—, creen que la reunión significa
que el «suelo esta parejo» y que en el ánimo del gobernador no hay favoritos,
que hay igualdad de circunstancias.
La unidad ausente
Tampoco
fue una reunión en la que se buscara la unidad de las fuerzas priistas en juego
ya que se excluyó totalmente al grupo más longevo y organizado de la política
estatal, con ramificaciones por todo el estado, por supuesto nos referimos al
baecismo.
Esta
exclusión por sí misma, continúa siendo un importante cabo suelto en los
intentos del gobernador por encausar el proceso interno para la sucesión en la
gubernatura o por lo menos dar esa impresión, porque está muy permeado en los
mentideros político que el precandidato del gobernador es Enrique Serrano
Escobar.
La
actitud beligerante del reyismo a través de Víctor Valencia de los Santos, no
ha terminado, si hubo una pausa en la gira del político juarense y sus
incendiarias declaraciones, es porque tiene que regresar a su trabajo en el
Distrito Federal, no olvidemos que ocupa un importante posición en SEDESOL.
Sabido
es de todos la gran cercanía que hay entre el gobernador César Duarte y el
líder del PRI en el Senado, Emilio Gamboa Patrón, pero es igualmente
incuestionable que los políticos chihuahuenses mejor ubicados en la esfera del
gobierno federal son el ex gobernador Fernando Baeza Meléndez, embajador de
México en Costa Rica y el también ex gobernador José Reyes Baeza, en la
dirección general del ISSSTE.
Es claro
que el baecismo, no es un grupo para ser ignorado.
La
reunión de la calle Zarco, no evitará que los próximos domingos la senadora
Graciela Ortiz, continúe organizado los encuentros familiares en los parques de
la capital o que el presidente municipal de Ciudad Juárez siga entregando
despensas o la agresivas declaraciones y señalamientos de Víctor Valencia de
los Santos, quien pide se investigue al gobernador por la denuncia interpuesta
hace un año contra él por el abogado y activista político Jaime García Chávez,
en la cual lo acusa de enriquecimiento inexplicable.
Así como
una golondrina no hace primavera, la comida entre los cinco precandidatos que
parecen con ello ser señalados como los únicos en la carrera por la candidatura
del PRI a la gubernatura, no hace la unidad ni regresa el proceso ya desbordado
a su cauce.
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