Las visitas sucesivas de la Secretaria de Estado Hillary Clinton; la vista a la zona fronteriza de Janet Napolitano, Secretaria de Seguridad Nacional y por último la llegada de Barack Obama, precedido por un cambio de discurso que de enero a febrero empezó su metamorfosis de «Estado fallido», a «responsabilidad compartida», nos hablan de la gran preocupación que en los Estados Unidos ha despertado la violencia desatada por la narcoejecuciones que cada año han ido aumentado en lo que va del sexenio de Felipe Calderón.
PROBLEMAS EN EL PATIO TRASERO
Desde el último trimestre del año pasado el presidente Felipe Calderón, en foros nacionales e internacionales empezó el reclamo de mayor ayuda internacional para un problema internacional como es el narcotráfico, manifestaba en cada oportunidad que tenía que México no podía solo contra ese flagelo… se tardó casi dos años en darse cuenta.
La visita del presidente de los Estados Unidos, fue básicamente una muestra de buena voluntad por parte del gobierno del vecino país y quiso dejar patente su preocupación, por el estado de inseguridad que se tiene en los casi tres mil kilómetros de frontera común, sobre todo en las ciudades de Tijuana y Ciudad Juárez.
Hubo declaraciones alentadoras, como la de Obama, que se comprometió a reforzar la frontera para evitar el paso de armas a nuestro país de manera ilegal, ya que el noventa por ciento del armamento que ha sido decomisado a los narcotraficantes en lo que va del sexenio ha tenido su origen de manera ilegal en los Estados Unidos.
Entre las muchas medidas irresponsables del ex presidente George Bush, está el haber permitido desde 2004, la venta legal de armas de asalto, que son más propias para el uso del ejército, que para la defensa doméstica, y en este caso el presidente Obama, no ofreció nada, dijo que sería muy difícil dar marcha atrás en la medida, lo cual parece estar fuera de toda lógica, ya que es una medida que apenas tiene cuatro años.
Los miles de muertos que cada año —en los últimos tres— riegan con su sangre el territorio nacional, y las señales evidentes que esta narcoviolencia empieza a cruzar la frontera, es el motivo principal, de este cambio de discurso primero y del primer viaje que el presidente Obama, realiza en toda su vida a un país latinoamericano.
El presidente Calderón por su parte presumió que el Operativo Conjunto Juárez ha rendido frutos y los asesinatos al estilo de los cárteles de la droga han caído en un ochenta por ciento. Lo que el presidente Calderón ignora es que en los últimos días la presencia militar en las calles de Juárez ha sido notoriamente inferior y volvieron las narcoejecuciones, todavía no en el nivel de un promedio de diez diarias, pero ya se ha llegado a ocho ejecuciones en un solo día.
Con todo la visita de Barack Obama y la nueva actitud de Estados Unidos en el combate que nuestro país sostiene contra los cárteles de la droga ha pasado de la prácticamente descalificación, con aquello del «Estado fallido» a recomendaciones de la Agencias de Seguridad Interna, en el sentido de que se debe cambiar de estrategia y controlar el tráfico ilegal de estupefacientes y por supuesto de aumentar la ayuda que los norteamericanos pueden brindar a nuestro país.
LOS ACUERDOS
Tal vez sea un poco exagerado llamar acuerdos a los temas y posiciones que los mandatarios tuvieron en su encuentro personal en la capital del país, pero los boletines oficiales del gobierno mexicano hablan de acuerdos. Bueno, los acuerdos entre ambos mandatarios son en el sentido de impedir el tráfico ilegal de armas a nuestro país.
El presidente Felipe Calderón, demandó que las autoridades del vecino país mantengan un registro de ventas masivas de armas en el territorio estadounidense: «Actualmente estas armas están apuntando a funcionarios mexicanos», dijo el presidente Calderón.
Una día antes de la visita el ex presidente Vicente Fox, declaró que en sus seis años sólo recibió «palmaditas en la espalda» por parte de los Estados Unidos, pero nunca ayuda, situación que en los seis años de su gobierno jamás insinuó siquiera.
Sin embargo, el presidente Obama dio sus palmadita a Calderón. Dijo, por ejemplo: «Lo he dicho antes y lo repito, tengo enorme admiración por el valor del presidente (Calderón) y de todo su gabinete, por los policías y los militares que están atacando a estos cárteles».
En síntesis, una gran preocupación por lo que pasa en México, de parte de los Estados Unidos, y es predecible que luego de esta visita se vea un cambio en la estrategia den la lucha contra el narcotráfico, porque simplemente la situación no puede seguir, nadie lo resiste.s
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