Por Rodrigo Borja
El jueves 16 de diciembre fue asesinada frente a las puertas de la Casa de Gobierno de Chihuahua, la juarense Marisela Escobedo, madre de Rubí Marisol, quien murió a manos de su pareja en mayo del 2008; imposible no hacer referencia a que 24 horas antes se había entregado el Premio Nacional de los Derechos Humanos a otra madre: Isabel Miranda de Wallace.
Los casos son paralelos, dos madres pierden a sus hijos y ante la incompetencia y apatía de las autoridades, cada una según sus recursos se dan a la tarea de dar con los culpables y lo logran, hacen el trabajo de la Procuraduría de Justicia. Sin embargo, es evidente que Isabel Miranda de Wallace, tuvo lo medios para poder estar en los mismos salones que el presidente de la República, del procurador e iniciar una valiente tarea que la llevó finalmente, luego de cinco años a que todos los secuestradores y asesinos de su hijo, fueran encarcelados: Jacobo Tagle, quien desde las primeras averiguaciones del secuestro fue señalado por la señora Miranda de Wallace, como uno de los principales implicados, pero nada se hizo, hasta que su tozudez y coraje hizo que se hiciera un poco de justicia.
Luego de cinco años, los mismos que fueron incapaces de resolver el caso, estaban ahí, presentes en la entrega del premio nacional, que se le daba por su coraje y amor de madre. Lo de Marisela, con todo y las similitudes, es otra historia: nunca tuvo la oportunidad de estar en los mismos salones que el presidente, ni encontrarse con el Procurador General de Justicia del país.
De origen humilde, ni el entonces gobernador José Reyes Baeza, ni la entonces procuradora Patricia González, se sentaron frente a ella, la escucharon, tampoco tuvo el acceso a los medios de difusión nacional, lo que sí tuvo fue una muerte como premonitoriamente había dicho unos días antes, al instalarse frente a la casa de gobierno, en la ciudad de Chihuahua, como una forma de protesta por el trato jurídico dado a Sergio Barraza, el asesino de su hija. Un día después de la premiación de la señora Isabel Miranda, Marisela Escobedo fue asesinada, ambas habían perdido a un hijo y ambas se habían encargado de realizar el trabajo que correspondía a la policía, sin embargo, para una hubo un balazo en la cabeza y la otra fue premiada. Ambas merecen todo el respeto y por supuesto un trato igual, esto último no lo hubo.
Condenan el asesinato de Marisela
El crimen de Marisela, por supuesto acaparó la atención mundial, por ser origen de la impunidad y por las circunstancias que lo rodearon. Por ello la Unión Europea lanza un llamado a las autoridades para esclarecer los hechos e identificar y llevar a juicio a los responsables de este asesinato.
Marisela Escobedo había denunciado amenazas: «No me voy a esconder. Si quiere que venga a matarme frente al Palacio para burla del Gobierno», tal y como sucedió.
«Luchaba para exigir justicia en el caso del asesinato de su hija Rubí Marisol y en contra de la impunidad en casos de asesinatos de mujeres en el estado de Chihuahua», apuntó en un comunicado la delegación diplomática de la UE en México.
Asimismo, hizo un llamado a las autoridades para «esclarecer los hechos e identificar y llevar a juicio a los responsables de este asesinato».
El suceso fue recogido por una cámara de seguridad de la urbe y ha conmocionado a la sociedad mexicana, que ha reaccionado con indignación ante la muerte de la mujer que llevaba años pidiendo justicia a las autoridades y encabezando marchas.
El presunto asesino de la hija de Escobedo, Sergio Barraza, fue capturado en abril, pero puesto en libertad poco después, por lo que actualmente permanece en paradero desconocido y es buscado por la fiscalía de Chihuahua, que lo relaciona con un grupo criminal.
Tras la muerte de la activista, los tres jueces responsables de la libertad de Barraza fueron apartados de su cargo.
Finalmente, la UE exhortó a las autoridades mexicanas a que «sigan haciendo cuanto esté en su poder para garantizar la protección de los derechos humanos».
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