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jueves, 8 de septiembre de 2011

Quinto Informe de FCH: Otra defensa de la guerra del sexenio

 Por Rodrigo Borja

El mensaje político que el presidente Felipe Calderón ofreció con motivo de su quinto año de gobierno, fue la repetición de los discursos de justificación sobre la escalada de violencia del país, desde hace por lo menos cuatro años.
Entró en materia de inmediato: «Hoy quiero dirigirme a ustedes para hablar de un problema que sé que preocupa seriamente a las familias mexicanas. La inseguridad.


«Soy consciente de la exigencia ciudadana de ponerle un alto al crimen en todo el país. Y por eso, desde el primer día de mi gobierno, hemos combatido con fuerza y con determinación al crimen organizado.» Así se siguió, sin ofrecer argumentos nuevos.

La parte de EE.UU.
«Y esto se agravó en el 2004, cuando en Estados Unidos se levantó la prohibición de vender armas de asalto. A partir de entonces, para los grupos criminales resultó muy fácil adquirir armamento muy poderoso en Estados Unidos y traerlo a México para sus propósitos criminales.
El discurso pues no varió ni el mensaje ofreció nada nuevo, de hecho le dijo a los mexicanos, que los cinco años de violencia que se han vivido y que han sembrado desesperanza, son lo único que nos puede esperar en su último año de gobierno: más muertos y violencia.
Repitió las inexactitudes de todo lo que va en esta lucha contra el narco, como la falacia de la coordinación de las tres esferas de gobierno en un propósito común, dijo: «La Estrategia Nacional de Seguridad tiene como principales ejes los siguientes:

«Primero. Operativos Conjuntos en apoyo a las autoridades locales y a los ciudadanos. Con los operativos, las Fuerzas Armadas y la Policía Federal se despliegan en varias zonas para restablecer condiciones mínimas de seguridad y enfrentar a los criminales. 
Agregó: «Segundo. La depuración y el fortalecimiento de las policías y las instituciones en general, vinculadas con la seguridad y con la justicia». Así fue todo el discurso.
Tal vez lo anecdótico tuvo mayor relevancia, como la frialdad y desdeño, con que saludó al gobernador Enrique Peña Nieto o la inasistencia de Manlio Fabio Beltrones.
Con una audiencia de invitados, que le aplaudieron mucho, en un marco muy bello, como es el patio central del Museo de Arqueología e Historia, el presidente Felipe Calderón, desaprovechó la oportunidad de dar un poco de esperanza a un país anegado en sangre.
Un mensaje sin repercusiones mayores a su registro en los medios de comunicación.
De hecho fue más importante para la vida política del país, el diálogo que sostuvo en el Alcázar del palacio de Chapultepec, con el rector José Narro Robles, rector de la Universidad Autónoma de México y su cuerpo de colaboradores, en un esfuerzo de la casa de estudios, por lograr una nueva estrategia en la lucha contra el narcotráfico y acabar el baño de sangre, mismo que se dio a 48 horas de su informe.
Un discurso complaciente, ante una audiencia ad hoc, un día antes el secretario de Gobernación Francisco Blake Mora, el uno de septiembre, había entregado el documento con el Quinto Informe de Gobierno, al presidente de la Cámara de Diputados Emilio Chuayffet Chemor.
Se acabó el boato del día del presidente en la Cámara de Diputados, pero también se acabó el informe a la nación por parte del presidente de la República.
La síntesis del mensaje presidencial, es, reiteramos, que lo que queda del sexenio, será igual a como han sido estos cinco años.

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