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miércoles, 13 de junio de 2012

20 preguntas a Jorge de la Parra



 «Un poeta cuerdo de dolor…»
 Por Luis Villagrana

«Se dice: loco de alegría. También podría decirse: cuerdo de dolor», es una frase de la escritora Marguerite Yourcenar que identifica el primer poemario de Jorge de la Parra del Valle, «Cuando los astros se alinean», pero también define la ruta seguida por el alma del poeta.

Sumergida en el dolor –desde su infancia- por la pérdida de su padre, Jorge hizo ascender su alma del abismo de la depresión por la creación, mediante la cual no sólo logró emerger, sino también encontrar su voz poética, la que con pasión entregó en su primer libro de poemas, alcanzando el éxito en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el Palacio de Minería. La poetisa Enriqueta Ochoa, ya fallecida, maestra de Jorge, en el taller literario del INBA, definió su poesía con una bella metáfora: «El verbo se hizo luz…Nada cambia en el exterior, sólo nuestra actitud ante los sucesos; ese es el valor de su poesía».

1.
—¿Tu poesía es definida por el dolor, por el accidente de tu padre?
 —Yo tenía diez años cuando mi padre tuvo un accidente de avión en el que  milagrosamente salvó la vida, pero su cuerpo quedó por completo quebrado en una cama de hospital, en la que permaneció por mucho tiempo hasta morir.
La familia sufrió mucho, durante mucho tiempo, por ver a mi padre postrado en una cama; él, que era una fuerza para nosotros, un pilar, ahora lo veíamos morir de forma lenta.

2.
—¿Y tu madre qué rol juega en esta tragedia?
 — Ahora comprendo la capacidad de entrega y de amor que tenía mi madre, que durante mucho tiempo se dedicó a cuidar a mi padre, cada minuto, cada hora de su vida, en el tiempo en que estuvo con vida.

3.
—¿Aquí arranca tu depresión y tu vida literaria?
 —A partir de ahí empezó a germinar en mí una gran depresión, un mal que es difícil describir, más que con las metáforas que el propio poema expresa: «fuerza oscura», «un caos», «un desmoronamiento», «una inmersión», «un descenso al infierno» y «un naufragio».

4.
—Tenías 10 años, ¿conviviste mucho tiempo con el dolor?
 —A mis diez años de edad, no era todavía capaz de expresar mi dolor, de canalizarlo hacia algún sitio que no me hiciera daño, así que crecí con él, clavado en mi alma, durante casi toda mi vida.


5.
 —Cómo lo expresas en tu obra prima «Silencio de Abejas», ¿con cuál de todos esos poemas identificas más esta etapa?
 —Con este en donde evoco el dolor que me causó el accidente de mi padre:

Tu muerte fue una tormenta repentina.

No hubo tiempo de resguardarse.

                        La corriente arrastró la cordura.

Jamás imaginé

                        que vería despeñarse tus cimientos.

No encuentro asidero para alcanzar tierra firme.

6.
 —¿Aquí te descubriste como poeta?
 —Cuando escribí este poema, me fui descubriendo como poeta, eso, fue un proceso de un encuentro conmigo mismo muy difícil, porque este suceso me desarticuló en la vida diaria. Así crecí, con ese dolor, con esa depresión.

7.
—¿Buscaste en alguna parte de tu vida una salida que no fuera  la poesía?
 —No, curiosamente no me hizo buscar salidas falsas, pese a que no tenía todavía forma de expresar el dolor, no me tiré a la bebida y tampoco utilicé drogas para escapar.

8.
 —«La rémora del dolor me está matando…», pudo decir el poeta varios años después, en Silenciar las Abejas.
¿En este proceso doloroso qué papel juega tu familia?
 —Digamos que en ese proceso, el más oscuro de mi vida, mi único pilar sólido fue mi familia, Gaby (Gabriela Acosta Camacho, coordinadora general de Relaciones Públicas de la UACJ) y las niñas. Pudo haber sido incomprensible para ellas, porque yo estaba metido en un proceso de comprenderme a mí mismo. Era un proceso muy complejo y totalmente incomprensible, sin embargo el apoyo estuvo.

9.
 —¿Evolucionaron juntos?
 —Sí. El hilo conductual, la flama que me mantuvo vivo, fueron mi esposa y las niñas. Ya veremos la vida que nos depara, lo que hemos logrado es un proceso de recuperación, de encontrar un acomodo y no sabemos hacia dónde va la vida, pero lo que sí sabemos es que ahora estamos mucho mejor que en esos momentos oscuros.

10.
 —Parece que lo tienes muy claro, así lo expresas en tus libros, ¿es esto común en un deprimido?
 —Lo que pasa es que cuando se logra la integridad de un libro ya tienes la película completa, cuando menos ese tramo, ese capítulo. Cuando se está escribiendo es terriblemente desesperante, porque no sabes hacia dónde va la historia, cuando se logra este libro y este proceso, se logra ver desde otra perspectiva el porqué de las cosas.

11.
 —¿Qué efecto tiene este proceso sobre tus lectores?
 —Esto tiene en los lectores un efecto multiplicador y eso es precisamente lo que busco, porque yo jamás escribo parado en una pose, nunca escribo parado en un ladrillito. Escribo para entender las cosas, lo que trato es de desmenuzar mis poesías para saber qué diablos está pasando.

12.
—¿Tiene la honestidad literaria un efecto?
 —Si  eso le sirve de explicación a otros para que entiendan sus propios diablos, saber qué está pasándoles, pues eso será para mí un regalo, entonces los regalos que me ha dado el libro, en ese sentido ha sido maravilloso y bueno.

13.
—Estás en un buen momento, llenaste una de las salas del Palacio de Bellas Artes, ¿cómo te sientes por esto?
 —Ahí presenté mi libro «Cuando los astros se alinean», en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes,  se llenó. Provocó la molestia de unas 40 personas que se quedaron sin poder acompañarme, eso lo lamento.

14.
 —¿Quién te acompañó?
—Familiares, amigos y público en general que llegó tarde a la presentación de ese poemario, tuvieron que resignarse pues el sobre cupo de la sala impidió que entraran a escuchar las disertaciones de Néstor De Buen Lozano, David Rincón Pérez, Eugenio Martínez Chávez. Intenté interceder por el público que quedó fuera pero no me hicieron caso.


15.
 —¿Qué editorial te publicó?
 —«Cuando los astros se alinean» fue editado por el Consejo Nacional para la Culturas y las Artes, el Conaculta, a la cual agradezco su confianza y espero tener con ellos muchas más publicaciones.

16.
 —¿Cómo defines esta obra?
 —En este primer poemario intento presentar una escritura intensa, profunda, dolorosa. Y es que, para mí, poesía es sinónimo de sentir: palpar, oler y gustar

17.
 —Da la impresión que algunos de esos poemas bordean la locura, ¿estás de acuerdo?
 —Sí, muchos de ellos exploran conscientemente territorios de dolor y locura, hasta desmenuzarlos en sus componentes elementales más profundos.

18.
                  —De hecho están presentes todos los elementos de la depresión, terribles pero bellos, ¿Qué opinas?
 —Pues intento comprender la condición del hombre a través de los sentimientos de amor y dolor, también de tristeza, como un complejo emocional que se apropia del hombre y sus hechos.

19.
 —¿Tienes una definición de poeta?
 —Los son los forjadores de la identidad en nuestra dolida, casi extinta, especie. Estoy consciente de ello y trato de sumergirme en el dolor de la pérdida, dándole dimensión a las heridas a través de mis palabras, como sucede en el poema «Silenciar a las abejas», donde me refiero a la muerte de un ser querido.

20.
 —Advierto mucha musicalidad en tus poemas, ¿puedes hablarme de ello?
 —Creo  firmemente en la musicalidad de la poesía, por lo que considero que ésta debe estar unida a la oralidad, a su expresión viva.

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