—Familiares, amigos y público en general que llegó tarde a la presentación de ese poemario, tuvieron que resignarse pues el sobre cupo de la sala impidió que entraran a escuchar las disertaciones de Néstor De Buen Lozano, David Rincón Pérez, Eugenio Martínez Chávez. Intenté interceder por el público que quedó fuera pero no me hicieron caso.
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miércoles, 13 de junio de 2012
20 preguntas a Jorge de la Parra
«Un poeta cuerdo de dolor…»
Por Luis Villagrana
«Se dice: loco de alegría. También podría decirse:
cuerdo de dolor», es una frase de la escritora Marguerite Yourcenar que identifica
el primer poemario de Jorge de la Parra del Valle, «Cuando los astros se alinean»,
pero también define la ruta seguida por el alma del poeta.
Sumergida en el dolor –desde su infancia- por la
pérdida de su padre, Jorge hizo ascender su alma del abismo de la depresión por
la creación, mediante la cual no sólo logró emerger, sino también encontrar su
voz poética, la que con pasión entregó en su primer libro de poemas, alcanzando
el éxito en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el Palacio de
Minería. La poetisa Enriqueta Ochoa, ya fallecida, maestra de Jorge, en el
taller literario del INBA, definió su poesía con una bella metáfora: «El verbo
se hizo luz…Nada cambia en el exterior, sólo nuestra actitud ante los sucesos;
ese es el valor de su poesía».
1.
—¿Tu poesía
es definida por el dolor, por el accidente de tu padre?
—Yo tenía
diez años cuando mi padre tuvo un accidente de avión en el que milagrosamente salvó la vida, pero su cuerpo
quedó por completo quebrado en una cama de hospital, en la que permaneció por
mucho tiempo hasta morir.
La familia sufrió mucho, durante mucho tiempo, por ver
a mi padre postrado en una cama; él, que era una fuerza para nosotros, un
pilar, ahora lo veíamos morir de forma lenta.
2.
—¿Y tu madre
qué rol juega en esta tragedia?
— Ahora
comprendo la capacidad de entrega y de amor que tenía mi madre, que durante
mucho tiempo se dedicó a cuidar a mi padre, cada minuto, cada hora de su vida,
en el tiempo en que estuvo con vida.
3.
—¿Aquí
arranca tu depresión y tu vida literaria?
—A partir de
ahí empezó a germinar en mí una gran depresión, un mal que es difícil describir,
más que con las metáforas que el propio poema expresa: «fuerza oscura», «un
caos», «un desmoronamiento», «una inmersión», «un descenso al infierno» y «un
naufragio».
4.
—Tenías 10
años, ¿conviviste mucho tiempo con el dolor?
—A mis diez
años de edad, no era todavía capaz de expresar mi dolor, de canalizarlo hacia algún
sitio que no me hiciera daño, así que crecí con él, clavado en mi alma, durante
casi toda mi vida.
5.
—Cómo lo
expresas en tu obra prima «Silencio de Abejas», ¿con cuál de todos esos poemas
identificas más esta etapa?
—Con este en
donde evoco el dolor que me causó el accidente de mi padre:
Tu
muerte fue una tormenta repentina.
No
hubo tiempo de resguardarse.
La corriente arrastró la
cordura.
Jamás
imaginé
que vería despeñarse tus
cimientos.
No
encuentro asidero para alcanzar tierra firme.
6.
—¿Aquí te
descubriste como poeta?
—Cuando
escribí este poema, me fui descubriendo como poeta, eso, fue un proceso de un
encuentro conmigo mismo muy difícil, porque este suceso me desarticuló en la
vida diaria. Así crecí, con ese dolor, con esa depresión.
7.
—¿Buscaste
en alguna parte de tu vida una salida que no fuera la poesía?
—No, curiosamente
no me hizo buscar salidas falsas, pese a que no tenía todavía forma de expresar
el dolor, no me tiré a la bebida y tampoco utilicé drogas para escapar.
8.
—«La rémora del dolor me está matando…», pudo
decir el poeta varios años después, en Silenciar
las Abejas.
¿En este proceso doloroso qué papel juega tu familia?
—Digamos que
en ese proceso, el más oscuro de mi vida, mi único pilar sólido fue mi familia,
Gaby (Gabriela Acosta Camacho, coordinadora general de Relaciones Públicas de
la UACJ) y las niñas. Pudo haber sido incomprensible para ellas, porque yo
estaba metido en un proceso de comprenderme a mí mismo. Era un proceso muy
complejo y totalmente incomprensible, sin embargo el apoyo estuvo.
9.
—¿Evolucionaron
juntos?
—Sí. El hilo
conductual, la flama que me mantuvo vivo, fueron mi esposa y las niñas. Ya
veremos la vida que nos depara, lo que hemos logrado es un proceso de
recuperación, de encontrar un acomodo y no sabemos hacia dónde va la vida, pero
lo que sí sabemos es que ahora estamos mucho mejor que en esos momentos oscuros.
10.
—Parece que
lo tienes muy claro, así lo expresas en tus libros, ¿es esto común en un
deprimido?
—Lo que pasa es que cuando se logra la integridad de
un libro ya tienes la película completa, cuando menos ese tramo, ese capítulo.
Cuando se está escribiendo es terriblemente desesperante, porque no sabes hacia
dónde va la historia, cuando se logra este libro y este proceso, se logra ver
desde otra perspectiva el porqué de las cosas.
11.
—¿Qué efecto tiene este proceso sobre tus lectores?
—Esto tiene en los lectores un efecto multiplicador y
eso es precisamente lo que busco, porque yo jamás escribo parado en una pose,
nunca escribo parado en un ladrillito. Escribo para entender las cosas, lo que
trato es de desmenuzar mis poesías para saber qué diablos está pasando.
12.
—¿Tiene la honestidad literaria un efecto?
—Si eso le
sirve de explicación a otros para que entiendan sus propios diablos, saber qué
está pasándoles, pues eso será para mí un regalo, entonces los regalos que me
ha dado el libro, en ese sentido ha sido maravilloso y bueno.
13.
—Estás en un buen momento, llenaste una de las salas
del Palacio de Bellas Artes, ¿cómo te sientes por esto?
—Ahí presenté mi libro «Cuando los astros se alinean»,
en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, se llenó. Provocó la molestia de unas 40
personas que se quedaron sin poder acompañarme, eso lo lamento.
14.
—¿Quién te acompañó?
—Familiares, amigos y público en general que llegó tarde a la presentación de ese poemario, tuvieron que resignarse pues el sobre cupo de la sala impidió que entraran a escuchar las disertaciones de Néstor De Buen Lozano, David Rincón Pérez, Eugenio Martínez Chávez. Intenté interceder por el público que quedó fuera pero no me hicieron caso.
—Familiares, amigos y público en general que llegó tarde a la presentación de ese poemario, tuvieron que resignarse pues el sobre cupo de la sala impidió que entraran a escuchar las disertaciones de Néstor De Buen Lozano, David Rincón Pérez, Eugenio Martínez Chávez. Intenté interceder por el público que quedó fuera pero no me hicieron caso.
15.
—¿Qué editorial te publicó?
—«Cuando los astros se alinean» fue editado por el
Consejo Nacional para la Culturas y las Artes, el Conaculta, a la cual
agradezco su confianza y espero tener con ellos muchas más publicaciones.
16.
—¿Cómo defines esta obra?
—En este primer poemario intento presentar una
escritura intensa, profunda, dolorosa. Y es que, para mí, poesía es sinónimo de
sentir: palpar, oler y gustar
17.
—Da la impresión que algunos de esos poemas bordean la
locura, ¿estás de acuerdo?
—Sí, muchos de ellos exploran conscientemente
territorios de dolor y locura, hasta desmenuzarlos en sus componentes
elementales más profundos.
18.
—De hecho están presentes todos los elementos de la depresión, terribles
pero bellos, ¿Qué opinas?
—Pues intento comprender la condición del hombre a
través de los sentimientos de amor y dolor, también de tristeza, como un complejo
emocional que se apropia del hombre y sus hechos.
19.
—¿Tienes una definición de poeta?
—Los son los forjadores de la identidad en nuestra
dolida, casi extinta, especie. Estoy consciente de ello y trato de sumergirme
en el dolor de la pérdida, dándole dimensión a las heridas a través de mis
palabras, como sucede en el poema «Silenciar a las abejas», donde me refiero a
la muerte de un ser querido.
20.
—Advierto mucha musicalidad en tus poemas, ¿puedes
hablarme de ello?
—Creo firmemente en la musicalidad de la poesía, por
lo que considero que ésta debe estar unida a la oralidad, a su expresión viva.
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