Los de a Pie

El fracaso de Calderón

Por: Luis Villagrana

La imagen que ofrecen los noticieros de televisión bien pueden representar la perfecta alegoría del fracaso del presidente Felipe Calderón en su guerra contra el narco: decenas de vehículos de la trasnacional Sabritas del grupo gringo PepsiCo, consumiéndose por el fuego, debido a los recientes atentados con granadas por parte del grupo criminal Los Caballeros Templarios.

Y para los que dudan de este fracaso, ahí están las macabras imágenes de cadáveres decapitados en Nuevo León, de las decenas de muertos en San Fernando, Tamaulipas, de las fosas descubiertas en Durango, del sufrido estado de Veracruz, donde autoridades y criminales se han encargado de pudrirlo.

Si queremos ilustrar algo más cercano a nosotros que nos baste leer las cifras que ofrece el investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), Víctor Quintana, en su artículo «El sexenio de las víctimas», entre las que se puede ver lo siguiente:

«…Háblese de las más de 60

mil muertes violentas, disparadas desde que, aunque ahora lo niegue, Felipe Calderón declaró la “guerra al narcotráfico”. Uno de cada

cuatro de esos homicidios, acaecido en Chihuahua, por la impericia, negligencia o corrupción de los gobiernos estatales. Háblese de los

diez mil huérfanos, tan sólo en Ciudad Juárez, de las 2 mil 600 desapariciones forzadas en el país; de las decenas de periodistas

asesinados o asesinadas, de los miles de atropellos a los derechos humanos por parte de los cuerpos policíacos y del Ejército, de los

pueblos incendiados, de las casas abandonadas, de los 230 mil desplazados de sus hogares o lugares de origen…».

La declaración de guerra que hizo Calderón contra el narco, fue una decisión unipersonal, en el reducido universo de sus intereses, no fue una decisión de estado, vamos, ni siquiera hubo la menor consulta a nadie, por lo tanto el fracaso es atribuible a su estricta persona.

Por más discursos y acciones encaminadas a justificar su guerra y a ensalzar una supuesta victoria, la realidad lo desmiente, ahí están las terribles imágenes que nos dicen el proceso violento en que estamos inmersos.