Los de a pie

De la brega de eternidad a la traición
Por: Luis Villagrana

La desfachatez de Vicente Fox no tiene límites. Apenas semanas antes del llamado de hace unos días a votar por Enrique Peña Nieto, lo veíamos en la televisión llamando a Josefina Vásquez Mota «mi presidente» y asegurar, delante de ella, ponerse a su servicio.

En una tercera aparición pública, pero ahora mediante un comunicado difundido en los medios de comunicación, Fox dice estar orgulloso de ser panista, pero reitera su llamado a votar por Peña Nieto, además de garantizar que con el candidato del PRI no regresarán los dinos al poder, con lo que hace no más que volver a exponer su desvergüenza.

En los mismos niveles vemos a Manuel Espino, aún líder de la organización clandestina Dhiac-Yunque, de pronto aparecer alabando a Peña Nieto en sus actos de campaña y poniendo a su disposición varios miles de votos.

Lo anterior cuando hace meses, en el proceso de su expulsión del PAN, Espino se envolvía en la bandera de los principios de su partido para entregarse al sacrificio al que lo iba a someter el presidente Calderón, éste con actos de traición más amplios.

Y así por el mismo estilo, con ejemplos de política chilanga, como el caso de Lía Limón, panista a quien su partido le negó una candidatura en el Distrito Federal, hasta los más rancheros, como en el caso de Cruz Pérez Cuéllar y Carlos Borruel, ex aspirantes a una senaduría, que en sus afanes repitieron prácticas corporativas, coacción del voto y acarreos masivos a las votaciones internas.

El canonizado por los albiazules, Manuel Gómez Morín, debe estar revolviendo sus viejos huesos en su tumba de la muina que lo están haciendo pasar los que alguna vez se sintieron los más preclaros e inmaculados representantes de su partido.