Por Rodrigo Borja
En plena
euforia del Bicentenario del Natalicio de Benito Juárez, el escultor camarguense Sebastián, anunció su
deseo de donar una escultura monumental a Ciudad Juárez. Despertó grandes
expectativas y con el argumento de que Benito Juárez, adoptó la «X» para el nombre
de México, argumentó largamente a favor de su proyecto ante el presidente
municipal Héctor Murguía Lardizábal (2004-2007) y tras convencerlo, pidió un
adelanto de doce millones de pesos; la cara de incertidumbre y pasmo de los ahí
reunidos, fue hábilmente sorteada por el escultor, quien atajó: «Yo les regalo el diseño, pero no tengo
el dinero para el material y acero que se necesita».
Al notar
que la tensión disminuía remató: «La escultura está proyectada para 60 metros,
yo le regalo cinco más». Inmediatamente después inició un espectacular juego de
manos con figuras geométricas de su invención, un hábil acto de circo que
maravilló a los ahí presentes.
Hoy,
ocho años después del show de Sebastián, los 24 millones de inversión para la
escultura reconocida desde ese momento popularmente como la «X», se han vuelto
por lo menos 88 millones y se habla de un total de 102 millones de pesos, en
donde se incluyen los gastos de la inauguración.
La
escultura finalmente quedó en 62 metros de altura y su costo estimado —la
información oficial es poco fiable y elusiva— es de 45 millones de pesos, mas
una inversión de 43 millones en la Plaza de la Mexicanidad.
Dejando marcas
Muy
controversial desde el inicio de su erección hace ocho años, ha sido la escultura de Sebastián, El Diario de Ciudad Juárez en su edición
de jueves 9 de mayo, se dio a la tarea de contar a los trabajadores que a
marchas forzadas tratan de acabar para el próximo 24 de mayo las obras de la
plaza y la «X» y sumaron 220 y en los once frentes de obra del Programa de
Movilidad Urbana, sólo trabajan 400 personas, no obstante la urgencia de
acelerar la obras del PMU, ya que el tráfico de la ciudad es caótico y está
provocando parte de molestias y retrasos, pérdidas económicas.
Es
evidente la intención del presidente municipal de dejar en claro que el
monumental Programa de Movilidad Urbana, es una obra iniciada por él, como
reforzamiento a sus futuros proyectos políticos, sin importarle la incomodidad
que la desorganización en los mismos está causando.
Crónica del atraco
El
número 1024 de Semanario de marzo de 2012, consigna: «Hace más de seis años en una reunión en un pequeño salón
del conjunto Cibeles, presentó (Sebastián) un proyecto que fue llamado desde
ese momento la «X», en un trabajo en power point, que ni siquiera se dio la
molestia de actualizar, ya que estaba fechado en el año 2000, dijo con descaro
que había pensado en ese proyecto porque se acercaba el bicentenario del
natalicio de don Benito Juárez y que él quería regalar ese monumento a los
juarenses.
Inventó
que don Benito, había adoptado la X para el nombre de México, aduciendo otra
serie de falsedades ante un auditorio pequeño pero crédulo. Una pequeña
digresión sobre la «X», es un atavismo del lenguaje, lo podemos ver en la
primera edición de don Quixote, así escrito o bien en el lema de la Real
Academia Española de la Lengua que «Limpia, fixa y da esplendor». México
simplemente lo conservó al igual que Texas, que significan el techo de la Nueva
España, allá arriba, donde van las tejas. Pero bueno una voz se acercó al
alcalde para argumentar en contra del proyecto, entre las consideraciones no
era la menor que una cruz de esas dimensiones y color rojo, con la fama de
Juárez de ser el lugar en donde en cada esquina y cada tres minutos se asesina
a una mujer, era profundamente riesgoso. El consejo de Teto, al inconforme fue
que expusiera sus argumentos ante todos.
«Teto
de pie rumiaba la idea y en eso estuvo prácticamente toda la exposición de
Sebastián, de repente dijo «le entramos» y elaboró un discurso de las voces que
se alzarán contra el proyecto, apoyándose en las ideas que en contra le
acababan de dar. Inmediatamente después de la aceptación, vino el primer
traguito amargo. Sebastián regalaba el proyecto, su diseño, pero él no tenía el
dinero para regalar el material, su elaboración y montaje, que probablemente
saldría en unos 24 millones… aun así se aceptó. Ahora los juarenses pagarán más
de 40 millones de pesos por el regalo del escultor, quien impone empresa para
que su obra sea instalada; impone empresa transportista; impone empresa
aseguradora y un recomendado suyo es el encargado de la instalación… un regalo
muy caro y del cual como desde el principio se vio, corremos el riesgo de
arrepentirnos, porque esos fierros no son como la Torre Eiffel, son una cruz y
la cruz es un símbolo que entre otras cosas representa la muerte, podríamos
estar construyendo el símbolo por el que seremos conocidos en el mundo…». Así
fue el atraco.
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