Oscar Soto Maynez coloca la primera piedra de la universidad |
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lunes, 16 de marzo de 2015
Crónica...
Martín Ache, Jesús Barrón y Soto Maynez
Memorias de Jesús
González Raizola*
En noviembre de
1959 tenía yo unos pocos meses de haber llegado como reportero a El Heraldo de Chihuahua, procedente de El Fronterizo de ciudad Juárez , así
dispuesto por don Carlos Loret de Mola, director regional de la cadena de
periódicos del coronel José García Valseca.
El jefe de
Información, señor Roberto Gabaldón, quien continuamente se refería con entusiasmo
a la nueva Universidad de Chihuahua, me ordenó entrevistar al profesor
Jesús J. Barrón y preguntarle por qué en
los medios políticos, educativos e intelectuales solían considerarlo como «El
mensajero» de esa casa de estudios superiores que estaba cumpliendo apenas sus
primeros cuatro años de existencia.
Tras yo
identificarme y tras él hacerme varias preguntas, se interrogó a sí mismo:
–«¿Que por qué
soy el Mensajero de la Universidad?»
«Te voy a
contestar, me dijo, pero antes te narraré en un breve preámbulo unos curiosos detalles
alusivos.
Y empezó:
–«De
diciembre de 1954 para atrás no tuvimos
Universidad en Chihuahua, y quienes querían, y podían estudiar carreras
profesionales debían trasladarse a cursarlas en la ciudad de México.
«Todos los
abogados, médicos, los ingenieros que ejercen en Chihuahua, estudiaron en la
capital de la República porque no había de otra.
«Uno que frustró
su deseo de ser licenciado en Derecho, por insolvencia económica, no obstante
ser poseedor de un singular, extraordinario talento, se llama Martín Ache
porque siempre el Humberto de su nombre y se firma sólo como Martín H. Barrios
Álvarez.
«Por su
frustración universitaria personal y porque como el general Pancho Villa es un obstinado, un ideático en
su obsesivo anhelo porque la educación llegue a todos los chihuahuenses y
podamos formar aquí a nuestros profesionistas universitarios, Martín Ache
pregona día y noche, en todo momento, en todas partes, en cualquier ocasión su propuesta, su
sugerencia, su concejo, su anhelo de que en Chihuahua tengamos nuestra propia
Universidad.
«Martín Ache por
eso conoce, trata, estima, es amigo de todos los que ahora son profesionistas
aquí pero que estudiaron en México, entre ellos el abogado Oscar Soto Maynez,
gobernador depuesto hace poco, pero en quien se grabó la idea obsesiva de
Martín Ache, y la propia por convicción coincidente con la de Martín Ache de
que debíamos tener nuestra propia Universidad.
«Por eso Soto
Maynez, la noche del 15 de septiembre de 1953, después de rendir su tercer
informe de gobierno en el Palacio, me jaló aparte y me dijo de golpe y porrazo
que le dijera a Martín Ache, para que ya no estuviera fregando con su eterna
petición de la Universidad, que escribiera el proyecto de decreto para crearla.
«El 17
tempranito, como lo hacía diariamente pues mi casa estaba por la misma calle
Quinta, pero arriba hacia Santa Rosa y la de Martín Ache era Quinta con Avenida
20 de Noviembre, llegué a saludarlo con el clásico ¿Cómo estás?, pero eso vez
no cuidé las formas, la prudencia, y sin siquiera saludarlo le dije:
–«Dice Oscar que
hagas el proyecto de decreto para la Universidad.
«Al oír mis palabras Martín Ache quiso
incorporarse de su silla pero ni pudo.
Levantó la cabeza y los brazos. Miró hacia arriba. Intentaba decir algo
pero sólo emitía un débil balbuceo y me miraba fijamente como paralizado, como
aturdido…
«Hasta entonces,
hasta ese difícil momento, reflexioné en
mi imprudencia por haberle dado el recado de Soto Maynez en forma tan intempestiva, tan tontamente de mi parte,
puesto que como me dijo esa tarde el doctor Nacho González Estavillo, pudo
haberse infartado Martín Ache por el impacto emotivo que le ocasionó recibir
aquella anhelada noticia.
«Me asusté, no me
vi pero sentía que mi rostro obscuro estaba tan pálido, tan blanco como el de
Martín Ache. Como a él también a mí me temblaban las manos. Insistía en hablar
pero le temblaban las quijadas y lloraba. Así fue como me di cuenta de mi
imprudencia»
Recalcaba Barrón,
inocultablemente emocionado por aquellos recuerdos:
–«Mira muchacho:
no me equivoco si te digo que fueron diez minutos de angustia. No se me ocurrió
nada. Tan paralizado estaba Martín Ache como yo, hasta que por fin pudo hablar y me preguntó:
–«¿La va a crear
Oscar?»
–Sí–, le dije.
«Y quiere que tú
hagas el proyecto del decreto».
«Me salí de su
modestísima casita, en donde no tenía nada más que libros. Y era el centro de
reunión de personajes tan relevantes como Julio Órnelas, Pancho Almada,
González Estavillo, Armandino Pruneda, Gonzalo Reyes Vázquez, Enrique González
Flores, otros muchos, desde luego Soto Maynez y yo y allí se hablaba de
ciencia, de artes, de literatura, de política, de leyes, de todo con categoría,
con señorío, con amistad profunda.
«Y tal cual lo
redactó Martín Ache así se aprobó el Decreto en la Legislatura y así apareció
publicado en el periódico del gobierno de Chihuahua, número 98, el 8 de
diciembre de 1954, fecha en que se realizó el sueño de Martín Humberto Barrios Álvarez».
Pese a su
grandeza en la política, las letras, la docencia, etcétera, el profesor Jesús
J. Barrón me siguió brindando su comprensión acentuada cuando supo que yo había
sido compañero de grupo de su hijo Héctor Barrón Mariscal en la Escuela de
Agricultura Hermanos Escobar en Ciudad Juárez. Héctor obtuvo el título de
Agrónomo. Yo no por insolvencia en lo económico.
Chihuahua, diciembre de 2014
*Premio Nacional
de periodismo 1973
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