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viernes, 16 de octubre de 2015

Cránica

  Los militares y la educación…
 
*Lauro Carrillo, Miguel  Ahumada y Práxedes Giner, contra lo que les divulgan, demostraron tener en alta estima la acción educativa *Esos dos coroneles porfiristas y el general revolucionario villista, dieron pruebas de saber la bondad de oficios, artes y cultura *Emotivo homenaje de Patricio Martínez a los miles de jóvenes egresados que con sus manos de artesanos capacitados, transformaron Chihuahua *Con alumnos de la Escuela de Artes y Oficios se creó la Banda de Música del gobierno estatal, con envidiable fama que trascendió a México
Por Jesús González Raizola*

        Es el mediodía del viernes cuatro de septiembre de 2015. Vengo del súper Lerdo. Traigo en una bolsita de plástico cuatro tomates, cuatro aguacates y una lechuga. Camino, a pié, como siempre, por la calle Jiménez y acabo de cruzar a la Sexta. El sol cae a plomo y huele, o son mis nervios, como que está derritiendo el asfalto. Me meto al frontispicio techado y entrada principal del Centro Secundario a robarles un poco de sombrita. No venía a eso,
  pero al ver, empotrado en la pared una casi pequeña placa metálica me acerco a leerla. Fácil, pues son tres líneas: El gobierno de la República y el gobierno de Chihuahua, construyeron este edificio. Gustavo Díaz Ordaz, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Práxedes Giner Durán, Gobernador Constitucional del Estado de Chihuahua.           Casi ensordecido por el alegre, contagioso, envidiable griterío de miles de muchachos y jovencitas que entran, salen, juegan, platican y cursan su secundaria allí, en una de las cuatro escuelas secundarias  que alberga ese enorme centro, dos matutinas y dos vespertinas, veo también que enseguida de la modesta placa inaugural hay otra, más grandecita, con un texto más amplio, y con su contenido muy emotivo, al estilo de Patricio Martínez García, que más o menos (no lo apunté confiado en mi memoria) dice: «Aquí estuvo la Escuela de Artes y Oficios, de la que egresaron miles de jóvenes, los que con sus adiestradas y capacitadas manos artesanales contribuyeron a la transformación de Chihuahua».          Continúo mi camino. Sigo por la Jiménez, Cruzo la Cuarta. Y pienso en la comprobada, históricamente, labor educativa, que realizaron unos militares, o militarotes como les dice alguien que no conoce a fondo lo mucho bueno que tiene en sus filas, y en sus mandos, y en sus coronelatos, y en sus generalatos, todos, indudablemente que todos los ejércitos del mundo.       Casi para pasar frente a la casa donde una vez, hace muchísimos años, el egregio profesor Eduardo Vidal Loya me regaló, además de tres valiosos libros, casi dos horas de conversación educativa, pues era un empedernido estudioso de todo lo que a la Sociología tuviera alguna referencia, con aderezos de historia, de lucha social vivida por él mismo, del auténtico agrarismo que profesaban, alentaban, estimulaban los maestros rurales de los años veinte y treinta, en especial durante el sexenio cardenista.      Ya cruce la Independencia. Me desvió para refugiarme debajo de la sombra de cualquiera de los hermosos árboles del Parque Revolución.    Me siento en una banca cubierta de sombra y sigo pensando en los dos militarotes porfiristas que crearon la Escuela de Artes y Oficios de Chihuahua: Lauro Carrillo y Miguel Ahumada, que don Francisco R. Almada, en uno de sus muchos libros, no recuerdo cuál, afirma que ambos fueron notables impulsores de la educación primaria urbana y rural, con disgusto de Luis Terrazas que siempre se opuso a establecer escuelas en sus haciendas, aduciendo que él no necesitaba letrados sino peones analfabetos.       Se acercan tres chontes, negrísimos,  de esos picudos y flacos flacos, y dos palomas barrigonas que me dicen, lo entiendo muy bien, que les aviente alguna golosina de comida, cuando viene a mi memoria el recuerdo del general Práxedes Giner Durán que demolió, en 1965, el edificio tipo cuartel militar de la Escuela de Artes y Oficios, que le generó infinidad de críticas ofensivas, si, lo demolió pero levantó allí mismo, en toda la manzana de Jiménez, Cuarta, Ramírez y Sexta, el enorme, inmenso Centro Secundario por cuyo frontispicio acabo de pasar y, como viejecillo al fin, asocio todo, lo que veo al pasado pero también destaco su beneficio en el presente y al futuro.
     Resumen contable: con rotundos resultados, exitosos al cien por ciento, la escuela de Artes y Oficios tuvo una vida productiva desde su fundación en 1897 hasta su demolición en 1965 de casi 70 años durante los cuales, como dice Patricio Martínez García, le dio a Chihuahua las manos artesanales y artísticas que transformaron al estado.
 Como carpinteros, herreros, fundidores de metales, mecánicos, sastres, zapateros, talabarteros, curtidores de pieles, tipógrafos, músicos, pintores, albañiles, torneros, etc., etc.
       Meses después de su fundación, se creó el taller de hormería y el de enseñanza de peluquería. Se loe anexó la Escuela Oficial 139, para mejorar la educación primaria de los jóvenes que ingresaban con preparación primaria deficiente.
       Se hizo extensivo el ámbito del plantel, por acuerdo del gobernador Miguel ahumada, a todos los jóvenes foráneos, del medio rural, de recursos modestos, para que aprovecharan, también, el internado que se creó, que les daba alojamiento, alimentos, ropa limpia, condicionados a ser aplicados y terminar los tres años del programa de aprendizaje.
       Después el internado se agrandó y alojaba también a los alumnos foráneos, de condición humilde, de la Escuela Normal del Estado y los del Instituto Científico y Literario.         
        Tras repasar, «in menti» como dicen los cultitos, todos esos datos que le he leído al profesor don Francisco R. Almada y lo converso con el general Giner Durán, quien con paciencia amable varias veces me narró muchos de sus recuerdos, precisamente en la casa que habitó cuando era comandante de la Quinta Zona Militar (Ramírez y Sexta), luego como candidato a gobernador, y muy posteriormente cuando, invitado por la señora doña Quica Domínguez de salcedo, prima hermana del general, lo visitamos en su casa de Camargo, ya retirado un tanto enfermo, pero siempre dispuesto a platicar cuando sus visitantes, como yo, lo motivaban para que hablara de su vida, rica en actividades y en recuerdos.
      Con todo eso «in menti» dejé la frescura del Parque Revolución y me vine a escribir estas líneas, que no debo ni tengo porqué ocultarlo, lo hice con intención de recordar lo que en este aspecto hicieron de bueno los tres militarotes que fueron los personajes de mi escrito:
1)El Coronel Lauro Carillo Aguayo
2)El coronel Miguel Ahumada Saucedo
3)El general de división Práxedes Giner Durán.
Y… ¿por qué no?
También al civil Patricio Martínez García tan sensible a otorgar su gratitud a quienes, como los miles de muchachos que egresados de la Escuela de artes y oficios, contribuyeron a transformar a Chihuahua.
A mi juicio, lo que creo que falta, es dotar a la entrada principal del Centro Secundario de un texto, contenido en material indestructible de esos modernos, con una síntesis de la historia de las dos instituciones educativas, las dos enormes, las dos de trascendencia para la educación en Chihuahua: la Escuela de Artes y Oficios y el Centro Secundario. 
Chihuahua, septiembre de 2015.
p.d. A propósito de jóvenes que trasformen a Chihuahua, veo con agrado que El Heraldo de Chihuahua publica hoy el trabajo, a mi juicio muy pero muy profesional del joven Edgar Muñoz Acosta, estudiante de Ciencias de la Comunicación, en una sección nueva, «Generación Milenio» que supongo será ya permanente y en la que escribirán lo nuevos valores de la comunicación que, como Edgar Muñoz Acosta, transformaran esta actividad en chihuahua. Admiro al director Javier Contreras Orozco por abrir ese valioso espacio a los talentos, que los hay, que abundan entre nuestra juventud estudiosa.

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