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martes, 2 de febrero de 2016



Las sirenas encendidas 
no conceden «vía libre»

*Despacio, porque se trata de llegar, no de no llegar, al sitio donde cualquier emergencia nos necesita»: Leonardo Solís Barraza *Durante 56 años fue jefe de Bomberos en Ciudad Juárez; y en sus bitácoras no aparece ni el más mínimo incidente en materia de vialidad. *En 1936 Solís Barraza instituyó el Santo Clos Bombero, que llevaba juguetes reparados a todos los niños pobres de Juárez, *El 8 de diciembre de 2004 el alcalde Teto Murguía, con Cabildo en pleno le otorgó la Medalla Fray García de San Francisco Superior al anciano don Leonardo. *Solís Barraza, ya de 100 años de edad, no pudo asistir a ese merecido homenaje que mostró a Teto como un juarense agradecido.

Por Jesús González Raizola*
            Ningún vehículo motorizado, ya sea de servicio público o de uso particular tienen vía libre; ni siquiera los destinados a la atención de emergencias aunque lleven su sirena o las luces de sus torretas.
          Ninguno de esos vehículos tiene derecho ni disfruta de vía libre.
          Vía libre solamente la tienen los trenes de pasajeros o de carga.
         Sólo el tren; los trenes, al desplazarse sobre los ferrocarriles, son los únicos que tienen vía libre.
         Palabras más o palabras menos eran las que cada mañana, a las seis escuchaban los Bomberos de Ciudad Juárez, dichas por quien fuera su jefe por 56 años, de 1927 a 1983, el parralense inolvidable don Leonardo Solís Barraza, nacido el 4 de mayo de 1904 en Parral y fallecido en Juárez el 3 de octubre de 2005, quien además, cada mañana, les puntualizaba:
     —Nosotros mismos, los bomberos, si vamos hacia un incendio o a atender cualquier otra emergencia que requiera nuestra presencia, aunque llevemos la sirena encendida y las campanas sonando a toda intensidad, debemos desplazarnos a velocidad moderada, incluso respetando semáforos y señales de tránsito, porque se trata de llegar a donde nos necesitan.
       Agregaba:
     —Muchachos: si vamos a una emergencia, debemos ir pensando en que debemos llegar, y sólo con prudencia, despacio, lograremos ese objetivo.
      Y les ejemplificaba:
     —Si creemos que la sirena encendida nos da vía libre y por ello vamos a velocidad excesiva, corremos el riesgo de provocar, o que nos provoquen un accidente, una interrupción, y entonces no llegaríamos a donde se encuentran los lugares de las emergencias, que es  nuestra razón de ser como cuerpo de auxilio, de apoyo, de rescate en todo momento de emergencia o de peligro para la comunidad de la que somos servidores.
       Reproduzco lo que les decía, cada mañana, don Leonardo a sus, les llamaba él, sus «muchachos», porque de la secundaria nos llevaba el maestro Armando B. Chávez M., a conocer lo que eran y lo que hacían los bomberos. Porque muchos juarenses gustaban de ir, a las seis de la mañana, a oír «la orden del día» en el cuartel Uno de Bomberos, y a oír sobre todo, las recomendaciones que emitía don Leonardo, las que el maestro Chávez M., nos obligaba a reproducir en clase y a divulgarlas, en volantes muy modestos, en lugares públicos y en nuestras propias familias y lugares de trabajo. Porque cuando estuve muy cerca del alcalde Félix Alfonso Lugo casi a diario iba al cuartel de bomberos, en su representación, en atención a que don Leonardo lo invitaba al frugal desayuno que en el cuartel mismo se preparaba y se degustaba después de la ceremonia de la «orden del día».
      Don Leonardo asumió el mando de los «apagafuegos» de Ciudad Juárez el 14 de abril de 1927, fecha en que se estableció la primera estación de Bomberos en la esquina de las calles 16 de Septiembre y Mariscal, enfrente del edificio de la presidencia municipal, atrás de la vieja e histórica Misión de Guadalupe y de la actual catedral juarense.
      En las bitácoras del Cuerpo de Bomberos juarense, que tiene ahora doce estaciones distribuidas en rumbos estratégicos de la ciudad, no está registrado ningún percance vial que les haya acontecido a las máquinas o vehículo de dicho cuerpo, lo cual revela, y comprueba, los sabios consejos, de don Leonardo, daban resultados positivos y, también la responsabilidad y la prudencia con que actuaban y, también, la responsabilidad y la prudencia con que actuaban y actúan, los Bomberos de Ciudad Juárez, que deben recordar, siempre:
       LA SIRENA ENCENDIDA NO DA VÍA LIBRE A NADIE, «ni a nosotros los Bomberos». Solamente el tren tiene vía libre.
      Aquí en la ciudad de Chihuahua todos los días veo, y califico como estupidez supina, que vehículos de las policías, estatales, federales, municipales, de la fiscalía general, de la Cruz Roja, de emergencias médicas, se desplazan como locos, como almas que lleva el diablo, como si fueran a recibir una herencia, a velocidad más que excesiva, creyendo, otra vez, estúpidamente, que sus sirenas encendidas les dan vía libre.
            Y al rato me entero, o veo y oigo en los medios, que chocaron, que provocaron, ellos, hechos viales lamentables, con muertos o heridos y con vehículos, los que paga el pueblo, destrozados.
Por esa idiotez atropellan a personas inocentes. Chocan con los vehículos de particulares que son, al fin de cuentas, quienes sufren esos atropellos de los estúpidos que dizque porque van «en cumplimiento de su deber» atentan, sin discusión, contra la seguridad pública.
         Y al chocar, al volcarse, al matarse a sí mismos o matar a gente inocente, no llegaron a donde deberían llegar, si que procedieran como recomendaba aquel inolvidable jefe de Bomberos de Ciudad Juárez.
       Las sirenas encendidas; las torretas encendidas; la pitadera con que se desplazan a toda velocidad, no le da vía libre, ni a los muebles de la milicia, como dijo una vez, equivocadamente, un jefe de la Quinta Zona Militar, carente de sentido común y respeto al pueblos que les paga sus jugosos haberes.
        Ojalá y aquí hubiera una disposición como la vigente en Guanajuato y en Querétaro: usen frenos, no claxon, circule despacio. Si lleva prisa, vaya más lentamente.
            Por último: fue don Leonardo Solís Barraza quien instituyó el día 6 de enero como el Día del Rey Mago Bombero; y los 25 de diciembre, como el Día del Santa Clos Bombero, fechas en que repartían, entre los niños pobres de Ciudad Juárez, juguetes y obsequios que recolectaban y reparaban durante todo el año.
      Don Leonardo también instituyó las Auditorias de Seguridad: revisar todo lo que entrañaba susceptibilidad de peligro en casas-habitación, edificios privados y públicos, vías de comunicación, escuelas, centros de espectáculos, hospitales, puentes, viaductos, etc., para prevenir los daños que con descuidos de esa naturaleza pudieran resentir la ciudad y sus habitantes. Aquí no, por el desorden que se vive en Chihuahua.
Chihuahua, Chih., enero de 2016.

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