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jueves, 19 de diciembre de 2013

20 preguntas a María Elena Ramos

                   La diaria lucha contra la
                    drogadicción en Juárez


-         El problema de las personas que se inyectan drogas es grave en esta ciudad, hasta sus familias se han cansado de atenderlos por eso andan en las calles, dice la directora del Programa Compañeros

-         Los policías se pueden picar con una jeringa y adquirir el VIH o el virus de la Hepatitis C en una revisión brusca a los adictos a drogas, alerta Maria Elena Ramos

Por Luis Carlos Cano C.


         Junto con un grupo de profesionistas de diversas especialidades fundó hace 27 años el Programa Compañeros, una de las organizaciones no gubernamentales de esta frontera que trabajan por los enfermos de VIH-SIDA y por los adictos a las drogas.
         Durante siete lustros María Elena Ramos Rodríguez ha ejercido su profesión de Licenciada en Trabajo Social y derivado del trabajo que realiza como directora del Programa Compañeros, también es integrante de la Red Mexicana de Reducción de Daños, así como del Sistema Nacional de Salud Sexual y de la Red Mesa de Mujeres.
         Es a través de esta asociación que en el último año han atendido a casi un millar de adictos a las drogas, además de que han entregado en forma gratuita más de 3 millones de jeringas a esas personas, como una estrategia para prevenir el contagio de enfermedades como el VIH-SIDA y la Hepatitis C. De esto y de la situación actual en la ciudad sobre estos casos platica con Semanario.

1
         — Hablando  del Programa Compañeros, ¿cómo surge, cómo se crea esta asociación?
         — Programa Compañeros surge en 1986 cuando aparecen los primeros casos de SIDA en la ciudad, no existían organizaciones y a nosotros nos llegaban en el hospital donde trabajábamos, Femap, pacientes de ciudades de todo el estado y de otros estados del norte del país. Creo que una de las cosas más importantes del surgimiento de Compañeros es que fue formado por profesionales de diferentes disciplinas, entre ellos psicólogos, sociólogos, médicos y antropólogos sociales.
Posteriormente, en 1993 se constituyó legalmente Programa Compañeros, A.C.

2
         — ¿Tenían un objetivo de apoyo a la sociedad al crear esta asociación?
         — Bueno, en Programa Compañeros la orientación social es la educación o capacitación para el trabajo que tenga como beneficiarios a personas y sectores de escasos recursos económicos.
«Por orientación social se entiende la asesoría dirigida a individuos o grupo de personas como la familia en educación, el trabajo y la salud, con el fin de que todo miembro de la comunidad pueda desarrollarse, aprenda y pueda dirigirse por sí mismo, pero que contribuya con su esfuerzo a la tarea común o bienestar del grupo.
«Asimismo, gracias a estos años de financiamiento para investigación pudimos consolidar el trabajo de prevención y atención a las personas viviendo con VIH y con adicciones; fuimos la primera organización que dio un servicio altamente profesional, incluyendo un componente importante de defensa de los derechos humanos, servicio psicológico y atención a necesidades en el ámbito de lo social».

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         — ¿Cómo le hicieron al principio para abastecerse de los medicamentos con los que ayudan a la gente contagiada con el virus del VIH?
         — Por la ubicación en la zona fronteriza fuimos la primera organización en México que recibió medicamentos de Estados Unidos y que utilizamos con nuestros pacientes, pero también los mandamos a otros lugares de la República; se formó un banco de medicamentos cuando apenas iniciaban los tratamientos para las personas con VIH
«Después la Fundación del Movimiento Ciudadano Anti SIDA (Funsida) nos dio medicamento para distribuir y hasta que no empezó la formalidad del sistema de atención medica y ambulatoria, lo que es el Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención del SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual (Capacits), fue cuando se pasó el suministro de medicamentos a la Secretaria de Salud, pero nosotros por muchos años atendimos a las personas con VIH y dimos los medicamentos que obteníamos de Estados Unidos, además de medicamentos que mandaba el gobierno mexicano».

4
         — Después de que se dan los primeros casos en esta ciudad, ¿Cómo han visto los cambios en estos 27 años de trabajo?
         — Han sido diferentes épocas, una primera donde las personas ocultaban lo que estaba pasándoles; cuando se les daba el diagnóstico positivo no decían nada. Era como un secreto de la cosa más fea que les pudiera pasar, entonces en esa época tuvimos un fuerte subregistro de personas que tenían el VIH, algunas se hacían el examen en Estados Unidos, otros con médicos locales, pero no sabíamos con exactitud cuántas personas había y después de esa época vino un segundo momento donde las pruebas se empezaban a ofrecer de manera gratuita, además de que se bajaron los problemas de estigma y discriminación.

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         — ¿En estos 27 años  hubo alguna época en que los casos de personas contagiadas aumentara en forma considerable?
         — Si vemos las estadísticas, de 1995 a 1998 hay un pico donde se eleva el número de casos, pero no es porque surgieran nuevas infecciones, sino que se registraban muchas de las que no se sabía nada en el pasado, era gente a la que le pudimos hacer el certificado médico y se pudo documentar su caso, eran personas que tenían quizá cinco o seis años con el VIH y no estaban registradas. Esa punta en las estadísticas era tanto a nivel nacional como local.
«Nosotros rescatamos a muchas personas que acudían a atenderse a Estados Unidos y que no estaban registrados como casos del lado mexicano.
«Otro factor que hizo que se viera ese despunte en los casos de VIH y SIDA fue la creación de la prueba rápida, examen que en 20 minutos refleja un resultado; es una prueba que puedo traer entre mis cosas, ir a los picaderos, a los lugares donde se ejerce el trabajo sexual o al Centro de Readaptación Social y en un día aplicar 20 pruebas, o si somos muchos hasta 60».

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         — ¿Eso lo siguen haciendo ustedes?
         — El tema de la prueba de detección rápida juega un papel muy importante y de ayuda a una persona, porque si sabe que tiene el VIH es más probable que acuda a los servicios de salud, se inscriba, reciba el medicamento y atienda su salud, va a estar bien porque está atendiendo su salud, pero además esa persona va a tener menos carga viral en su sangre y entonces disminuye su posibilidad de transmitir el virus.
«Es fundamental para la prevención que la persona se haga la prueba, que cuide su salud, que se adhiera a los tratamientos y con el uso del condón, va a ser mucho más efectiva la prevención.
«Eso es lo que promueve Programa Compañeros. Nosotros hemos llegado a aquellos grupos que sabemos que sus prácticas son de alto riesgo para el contagio del VIH; por ejemplo, las personas que consumen drogas, todas por el simple hecho de alterar su percepción de riesgos pues tienen un riesgo importante, en particular las personas que se inyectan drogas».

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         — ¿Cómo le hacen en Programa Compañeros para contactar a los enfermos, a los adictos, los encuentran más en las colonias o ellos vienen a ustedes?
         — Compañeros tiene tiempo, 27 años acudiendo al hospital, trabajando con gente que si llega a salir de su colonia, de su barrio, la policía se los va a llevar, como les ocurre a las personas transgénero, que son molestadas por andar vestidas de mujer, esas gentes que tienen prácticas de riesgo no tienen tanta facilidad de acudir a los servicios de salud, por eso quienes los damos, tanto los oficiales como las organizaciones sociales, tenemos que ir a donde están ellos y llevar los servicios ahí.

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         — ¿Esto es lo que involucra al grupo de ustedes para atender a drogadictos?
         — Si, nosotros cuando empezamos a trabajar veíamos el riesgo del uso de jeringas y repartimos cloro y agua para que las limpiaran, les enseñamos a limpiar, pero luego veíamos a las parejas sexuales de los usuarios de drogas inyectables, señoras que estaban en su casas cuidando su familia y no se daban cuenta de que su pareja al inyectarse drogas les podría llevar una enfermedad de transmisión sexual, por eso es importante la prevención y la orientación.

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         — ¿A consecuencia de eso se registraron más afectados en las familias?
         — Si, se registraron los primeros casos de SIDA pediátrico aquí en Ciudad Juárez y fueron en niños hijos de un usuario o usuaria de droga inyectable. Estos casos se daban porque no había percepción de riesgo de las parejas, pues no se protegían, pero cuando empezamos a trabajar con las parejas de usuarios de drogas ellas dijeron: «necesitamos un servicio de atención», ya que no lo tenían, no había quien atendiera el caso especifico de los riesgos a la salud asociados al uso de droga inyectable.

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         —¿Cual fue entonces la estrategia utilizada por Programa Compañeros para que la gente se cuidara?
         — Surgió el programa de prevención ambulatoria que tenemos nosotros y todo lo de reducción de daños con el intercambio de jeringas, las pruebas a los usuarios, el ayudar a las personas a identificar metas cortas antes de llegar a la meta larguísima que queremos cumplir, la abstinencia, pero antes las personas deben aprender a cuidarse a sí mismas, bañarse, cortarse el pelo, tener una vida digna.
«Hay muchas situaciones que la persona tiene que resolver antes de llegar a la abstinencia, porque en la reducción de daños también buscamos la abstinencia en el consumo de drogas».

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         — ¿Cómo ha visto el avance del trabajo que han hecho en la prevención de enfermedades acudiendo con los adictos?
         — Hemos batallado mucho, necesitamos ponernos de acuerdo con la nueva administración municipal, porque de hecho en la Academia de Policía hay dos cosas importantes que podemos hacer, la primera es capacitar a los cadetes para que entiendan, en el contexto de la salud pública, el uso de drogas.
«Otra de las acciones importantes que se hacen en la academia es que acuden los agentes en activo periódicamente a la capacitación para su trabajo y entonces nos han dado la oportunidad de que en esos espacios nosotros hablemos con ellos en términos de salud pública y del riesgo personal que tienen al hacer una revisión a una persona que se inyecta drogas, ya que si hacen una revisión de una forma muy brusca, se pueden picar con una jeringa y adquirir el VIH o el virus de la Hepatitis C».

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      — ¿Eso les abrió las puertas con la policía, les ayudó a convencerlos para que los escucharan y apoyaran?
         — Si, cuando a los policías les llegamos con ese discurso, es como decirles; «nos estamos preocupando por ti» y emparejado con esto les damos el tema de derechos humanos. Entonces cuando a nosotros nos han abierto la oportunidad de trabajar con ellos, les hablamos primero de su riesgo personal, de cómo evitar un contagio, pero a la vez de cómo mejorar el trato a las personas que revisan, en este caso a los adictos a las drogas.

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         — ¿Ya lo han hecho en administraciones municipales anteriores?
         — Lo hemos hecho en diferentes periodos en las dos últimas administraciones municipales, la facilidad o dificultad para hacerlo, depende de cómo anden las cosas, pues en el cierre de la pasada administración y en el inicio de la actual no hemos podido hacer mucho porque primero se resuelven las necesidades de que se están acomodando.
«En seguridad pública se tiene que hacer un trabajo de mucha conciencia para que se entienda la importancia de la seguridad frente a la salud pública».

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         — Hablando de los picaderos, ¿cómo los encuentran si se supone que la autoridad los está cerrando?
         — Es que las personas que se dedican al comercio de las drogas, que no son las mismas que las usan, para ellos es su negocio y si les cierran en una parte abren otra y eso siempre sucede en la comunidad, pero nuestra función se ha centrado en la atención a la salud pública de los usuarios y el tener esa visión tan clara nos ha creado una relación de confianza con las personas que se inyectan drogas, pues cuando cierran un lugar, alguna de esas personas nos dicen donde están cuando nos las encontramos en la calle durante nuestros recorridos.
«Nuestro énfasis está en ir a los lugares donde se inyectan las drogas y no en donde las venden, porque ese no es nuestro trabajo».

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         — ¿Cuánta gente ha atendido compañeros en los últimos meses?
         — Acabamos de concluir el proyecto del fondo mundial y debimos haber atendido este año fácilmente a 900 usuarios de drogas inyectadas, pero además con ese fondo teníamos recursos para distribuir paquetes de 60 jeringas con agua, cloro, condones y otros accesorios, de los cuales distribuimos durante el 2013 más de tres millones de jeringas.

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         — ¿La cantidad de drogas inyectables está bajando?, ¿qué han visto ustedes en su trabajo con los usuarios?
         — Las personas que se inyectan drogas, además de eso, están usando otras como el alcohol, muchos de ellos que vemos en condición de calle en los cruceros, todos lastimados, no tienen para inyectarse la heroína y se compran su charanda, el más baratito y se emborrachan con el alcohol.
«Eso antes no sucedía porque la calidad de la droga no lo permitía, alguien que andaba usando heroína, por la pureza de la que vendían antes, no podía combinarla con otras drogas porque morían de sobredosis, pero ahora no es la misma calidad, por lo que se usan muchas otras sustancias como alcohol, pastillas y mariguana, lo que hace que se encubra de alguna manera el consumo, porque lo ve la gente y dice, «es un borrachito», pero es un borracho que se inyecta drogas cuando tiene para comprarla».

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         — ¿Cómo ve la situación actual de Ciudad Juárez en cuanto a esto?
         — Yo considero que el problema es muy grave derivado de  las condiciones en las que viven las personas que se inyectan drogas, cuando nosotros empezamos teníamos sesiones de familia y de cada adicto que venía, lo acompañaban de siete a ocho parientes, pues en la familia había como un cuidado de los usuarios, no los veíamos en la calle o sucios, enfermos, pero con los años y el tiempo yo creo que los primeros que han tirado la toalla son los familiares, las mamás, los hermanos, porque están tan cansados de la situación de consumo, se han desalentado y los dejan solos, por eso los vemos en las calles con pelos duros, deambulando y enfermos, porque ya no hay respuesta de la familia y menos de la comunidad.

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         — ¿Hay casos dramáticos que ustedes atienden de gente que sigue llegando a Programa Compañeros?
         —Nosotros hemos establecido un servicio para ellos y sobre todo para aquellas personas que tienen el VIH o el virus de la Hepatitis C; tres veces a la semana vienen aquí, conversan sobre las situaciones de salud que necesitan resolver y reciben atención psicológica y con el médico, pero también les damos cuidados  asistenciales como comida, baños, corte de pelo, ropa limpia y tenemos que aportarles un servicio de esa naturaleza porque entendemos que para que las personas sean tratadas en un servicio médico fuera de Compañeros deben está limpias.

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         — Además de la atención ¿que dan a las personas contagiadas del VIH y a los adictos a las drogas?, ¿En qué otros servicios dan a la gente?
         — Hemos promovido entre las mujeres usuarias de drogas la detección oportuna de cáncer, pero los médicos no las atienden por la condición en que se encuentran en cuanto a la limpieza, por eso a ellas, como a los demás, les ofrecemos un baño, un voluntario viene y les corta el pelo, se les da la ropa. Siempre andamos buscando quién nos de ropa de hombre y mujer para que ellos usen, gastamos mucho en comprar ropa interior de hombre y mujer, que son nuevos.

20
         — ¿Cual es su mensaje a la comunidad en cuanto al trato a las personas que enfrentan estos problemas de salud y además la adicción a las drogas?
         — Definitivamente hemos avanzado y cada vez hay menos perjuicios de la comunidad, menos estigmas y discriminación. Sin embargo todavía nos falta; por ejemplo, el cero nuevas infecciones de VIH, ese es un dilema, además del cero estigma y discriminación y cero muertes por  causa del SIDA, pero está en chino para poder lograrlo, se requiere la participación de toda la sociedad, que las familias vuelvan a abrazar a sus parientes, motivarlos y darles su tratamiento, necesitamos muchas cosas.

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