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lunes, 2 de noviembre de 2015
Crónica
La
expropiación de Bosques de Chihuahua
*Oyeron el
gobernador Oscar Flores; Gómez Villanueva del Agrario; Rovirosa de Recursos
Hidráulicos y Bonfil de la campesina CNC. *El
aeropuerto fue el escenario de la felpa presidencial y de allí voló a cumplimentar el decreto
ampliatorio del ejido de El Largo.*Dijo que el
dinero es para utilizarlo con sentido social no para atesorarlo ni para crear
enriquecimientos de grupos o personales. *Abelardo
Hurtiz registró aquel evento local, y Andrés Páez Chavira reporteó para El
Heraldo lo que pasó en la sierra de Madera. *Ochoa
Mijares, Hurtiz Dorado y González Raizola iban a El Tigre pero llegaban a San
Pancho Conchos a beber sotol con nuez y orégano. *Hurtiz era
de Torreón (16 de septiembre de 1914) pero vivió 84 años y falleció en la
ciudad de Chihuahua en junio 18 de 1994.
A ir con él a Meoqui. En su carro
Chevrolet azul 1954, me invitó varias veces Luis Ochoa Mijares, quien con
frecuencia quincenal visitaba allá a sus padres, a su hermano, a sus hermanas,
todos oriundos de aquel lugar y todos allí radicados.
Eran tiempos de los años sesentas
del siglo pasado, y Luis ya editaba un tabloide semanario llamado VOZ DE
CHIHUAHUA, después de haber sido el primer periodista chihuahuense
universitario, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México o UNAM que reporteó para El Heraldo de Chihuahua cuando éste hoy importante matutino era
eslabón de la cadena periodística nacional propiedad del coronel José García
Valseca.
En Meoqui, que estrenaba el título de ciudad otorgado
muy recientemente por la Legislatura local a iniciativa del gobernador Práxedes
Giner Durán, y que dejaba atrás el de villa que le había concedido don Benito
Juárez en 1866, Ochoa Mijares saludaba en sus respectivos domicilios a toda su
parentela y luego enfilábamos hacia Delicias para saludar al viejo y muy
estimado periodista don Lorenzo Mena.
Y enseguida hacia Camargo. Un saludo
de Luis al profesor Porfirio Galindo y a su esposa doña Irma Aceves, sus amigos
procedentes de los medios afines a la Escuela Normal; y luego a su muy estimado
Abelardo F. Hurtiz, que tenía una agencia de publicaciones y era eficaz
corresponsal de El Heraldo de
Chihuahua, de El Siglo de Torreón y
de El Norte de Monterrey.
Y, ya con Hurtiz a bordo como
invitado de Luis, el siguiente objetivo del viaje era el restaurante El Tigre,
en el famoso sitio de pescadores en la orilla oriente del Lago Toronto formado
por las aguas del río Conchos retenidas por la cortina de la presa La Boquilla,
y comer, con gran apetito cada uno una enorme lobina negra al que los
gringofilos prefieren decirle «black bass» como si el nombre en castellano les
cayera de peso.
Sólo que antes de llegar a El Tigre,
al pasar por San Francisco de Conchos y como mero aperitivo para hacer hambre,
Ochoa Mijares y Hurtiz sabían de la tiendita donde se podía beber un topito de
sotol «auténtico», curado con nueces y orégano de la comarca, que procedía de
un ranchito muy cercano a El Pilar de Conchos ya oficialmente llamado Valle de
Zaragoza.
Era tan provocador el saborcito
agarroso de aquella bebida, que luego de darle mate al primer topito, era
Hurtiz el que invitaba el segundo, dizque, el pretexto de por medio, para
llegar a El Tigre con hambre voraz.
El tiempo pasó, como dice un
novelista costumbrista.
Luis emigró de Chihuahua a Juárez a
dirigir el diario CORREO invitado por son Nacho Lomelí Jáuregui, y allá se
quedó hasta la fecha, octubre de 2015.
Hurtiz, se vino de Camargo a
Chihuahua invitado por don Luis Fuentes Saucedo a trabajar en el diario NORTE,
en donde escribió una ricamente documentada columna que titulaba HECHOS y
SUCEDIDOS: MEMORIAS DE UN REPORTERO, una de las cuales por su innegable valor
periodístico y no menor valor histórico, extraigo de mi archivo personal la
correspondiente al lunes 15 de agosto de 1988, en cuyo texto Hurtiz escribió lo
siguiente:
«Luis Echeverría Álvarez ganó las
elecciones y fue el presidente sucesor del Lic. Gustavo Díaz Ordaz, de quien
fue Secretario de Gobernación y aquel disciplinado burócrata, quien por años
permaneció mudo y al servicio de los prohombres del sistema, se transformó en
un hombre de acción y cumplió lo que se había propuesto: acabar con los
latifundios por las buenas o por las malas.
«El sábado 17 de abril de 1971 llegó
el presidente Echeverría al aeropuerto de Chihuahua para de allí trasladarse a
Mesa del Huracán, donde se efectuaría un acto para dar cumplimiento al decreto
para la afectación de terrenos de la empresa Bosques de Chihuahua S. de R.L.
para la creación de nuevos centros de población y ampliación del Ejido El
Largo.
«Ese sábado 17 de abril de 1971,
representantes de todos los sectores de Chihuahua esperaban en el aeropuerto el
arribo del avión presidencial.
Al frente de las representaciones estaba
el gobernador Lic. Oscar Flores, a quien fue el primero en saludar el
presidente Echeverría, estando presentes también el Secretario de Agricultura,
Manuel Bernardo Aguirre; el Secretario de Recursos Hidráulicos, Leandro
Rovirosa Wade; el jefe del Departamento de Asuntos Agrarios, Augusto Gómez
Villanueva; el secretario general de la Confederación Nacional Campesina (CNC)
Alfredo Bonfil y el Gral. Jesús
Castañeda Gutiérrez, jefe del Estado Mayor Presidencial.
«De pronto apareció en escena don
Rafael Vallina, uno de los principales accionistas de Bosques de Chihuahua, de
Celulosa de Chihuahua S.A. , de Plywood Ponderosa de México y de Viscosa de
Chihuahua S.A.
«Don Rafael se acercó al presidente
Echeverría. Lo saludo de mano y con una sonrisa y con voz moderada le dijo;
´Señor presidente vengo a decirle que juntos todos, ejidatarios, gobierno, e
iniciativa privada podríamos hacer muchas cosas. Pero debo decirle con relación
al reparto agrario que va usted a hacer, que consideramos injusto este reparto
porque no todos los campesinos y empleados de la planta industrial Bosques de
Chihuahua, fueron considerados en la dotación de tierras’.
«Pero el presidente no dejó terminar
su exposición a don Rafael y tomando una
actitud muy seria y con el rostro enérgico, poniendo su mano derecha frente al
rostro de don Rafael, le espetó: ‘venimos a Chihuahua a aplicar un criterio
moderno, vamos a apartarnos de cualquier criterios usuario. Es criterio de la
Revolución Mexicana, y es lo único que les dará seguridad a sus negocios, ¿me
explico?, porque ustedes quisieran que pusiéramos como campesinos a los
empleados de la compañía y eso es injusto’.
«Don Rafael Vallina, lívido, muy
serio se atrevió a decir: ‘Pero señor presidente…’; y el Presidente volvió a
atajarlo con un ademán enérgico y dijo: ‘el dinero es para utilizarlo bien, no
para atesorarlo. Ya ven ustedes que traen consecuencias funestas, hasta
crímenes, con su acaparamiento ilegítimo. Si tiene usted una filosofía de la
vida, debe saber que no todo es acaparar influencias, por eso vamos a dar un
paso adelante en materia de responsabilidad social. El dinero es un instrumento
para finalidades superiores, es lo que ahora hay que hacer de aquí en adelante.
En eso estamos porque es lo que quiere la Revolución, En pocos países se vive
con libertad, con la libertad que tenemos en nuestro México, Porque no es sólo simplemente atesorar instrumentos de producción para enriquecimientos
individuales o de pequeños grupos, porque esto no es sano para México’.
«Y seguía el dirigiéndose a don
Rafael Vallina: ‘Usted es de esas
generaciones a las que hay que educar muy bien para que sepan cumplir con su
responsabilidad social. México necesita del empresario moderno con un nuevo
espíritu, mediante el cual no sólo piense en su personal beneficio sino en el
progreso general del país t en el deber que tiene de servir a la sociedad, para
que todos los mexicanos puedan alcanzar pronto un nivel de vida más elevado’.
«Ya para entonces, los reporteros de
los diarios locales y nacionales, libreta en meno, pocas grabadores en ristre,
observábamos con ansiedad la escena y la tremenda reprimenda presidencial para
don Rafael Vallina, quien permanecía firme pero demacrado y alguien del montón,
sin saber lo que ocurría o a sabiendas de lo que pasaba con don Rafael, gritó
’ya suéltenlo’.
«Pero, quienes si entendieron lo que
estaba pasando, que se había dado por fin lo insólito, al restarle tierras y
fuerza a una poderosa empresa privada, afectando parte de su propiedades para
ampliar el Ejido El Largo y crear nuevos centros de población. Este momento era
ya parte de la historia, por la lucha iniciada muchos años atrás en que
murieron varias personas, entre ellas Socorro Rivera, un profesor rural y más
tarde otros jóvenes.
«Los aplausos a Echeverría por lo
que acababa de decir atronaron el lugar, una leve sonrisa se reflejó en el
rostro,y más serio que antes, Echeverría continuó, mirando fijamente a don
Rafael Vallina: ‘usted pertenece a una nueva generación de empresarios que
deben abandonar la vieja mentalidad que busca el lucro en el futuro de México,
los empresarios con espíritu moderno tiene mucho qué hacer’.
«El gobernador Oscar Flores, hasta
entonces mudo testigo de la tensa situación, trató de intervenir, pero Luis
Echeverría, bajando la dura mirada de don Rafael, siguió diciendo: ‘necesitamos
industrializar el bosque. Tienen ustedes el bosque en malas condiciones. Me han
dicho que carecen de buenos técnicos y no han preservado un bosque que
necesitamos. Que las industrias no sigan procediendo como rapamontes. Todo debe
de hacerse y planearse con criterio moderno porque vamos a tener que salvar la
riqueza forestal para beneficio de todos, particularmente de los campesinos.
Hay que preservar las riquezas del país para el futuro’.
«Do Rafael Vallina absorbió
impertérrito todo el largo discurso con dedicatoria para él y sus socios, y
atinó a balbucear: ‘señor Presidente, creo que unidos vamos a tener gran
éxito’.
«Echeverría le contestó
que todo debería hacerse con sentido de justicia y empezó a caminar saludando
de mano a algunas personas, para luego encaminarse a la pista de aterrizaje y
despegue, donde abordó la avioneta en que voló con destino a la Mesa del
Huracán».
Ya para entonces, Luis
Echeverría tenía en mente la creación de un organismo descentralizado que se
encargaría de promover el desarrollo forestal, y el 10 de agosto de 1972, por
decreto presidencial se creó el
organismo público descentralizado Productos Forestales de la Tarahumara,
cuyo primer director fue el Lic. Saúl González Herrera, aunque se movilizaron
muchos personajes que buscaban el control del nuevo organismo que sería un
nuevo filón de riqueza mal habida, porque como ocurrió después de que
PROFORTARAH quedó bien organizada por Saúl González Herrera, llegaron a
Chihuahua políticos protegidos por altos funcionarios, que se despacharon con
la cuchara grande, hasta que, como lo estamos viendo, reventaron o hicieron que
quebrara la empresa paraestatal, pero de esto hablaremos o escribiremos, mejor
dicho, en otra ocasión.
*Premio Nacional de Periodismo 1973.
Chihuahua, Chih., octubre de 2015.
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