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lunes, 30 de noviembre de 2015

La presa Villalba

*Aquel día Fernando Baeza le mostró a Salinas las mayores urgencias de Chihuahua viéndolas  desde un helicóptero. *Ya como presidente, Salinas dictó el acuerdo para construir la presa pero se rajó pretextando carencia de chelines para hacerla. *Peña Nieto, Duarte y Ramírez de la Parra tienen numerosas peticiones para revivir, presupuestar, y realizar este viejo proyecto. *La cortina, aguas arriba de Las Vírgenes, retendría casi doscientos millones de metros cúbicos para riego y recarga de acuíferos.

Por Jesús González Raizola*
        Antes de que Carlos salinas de Gortari llegara a la capital de Chihuahua aquel 5 de febrero de 1987, Fernando Baeza Meléndez ya tenía en el bolsillo de su chamarra de cuero el plan de vuelo que le había dictado, con la requerida anterioridad, al piloto del helicóptero del gobierno estatal.
                Ágil de mente y de comprensión, como todos los pilotos de aeronaves, el del gobernador cumplió en el sentido más perfecto y cabal la estrategia, la hábil y táctica maniobra que Baeza aplicó para motivar  Salinas.
                Venía el entonces secretario de Programación y Presupuesto, como representante del presidente Miguel de la Madrid  la formalización y firma del Convenio Único de Desarrollo, mediante cuyo protocolo el ejecutivo federal comprometía la aportación de los recursos, en apoyo a la entidad para atender los requerimientos de Chihuahua y ayudar a su resolución.
                Baeza levaba apenas unos meses, cuatro o cinco, en el ejercicio de su mandato.
                Pero sabía que sus proyectos gubernativos dependían en mucho, en su éxito  en su fracaso, del tamaño del apoyo federal, y con evidente olfato político, que le hacía percibir el futuro encumbramiento de Salinas, desde el aire, sin prisa. Ellos dos solitos con el piloto, lo sobrevoló por las partes del territorio estatal donde urgía la ayuda federal.
          Era Salinas el secretario de Estado con la injerencia directa para dar luz verde a las inversiones requeridas en la problemática que el gobernador le iba señalando, y  explicando en detalle, desde el aire de Chihuahua.
 Pudo ver Salinas extensísima superficie susceptible de generar riqueza en los forestal, lo agrícola, lo ganadero, lo minero, lo turístico, lo frutícola, lo agropecuario, etc., etc.
                Vio las múltiples cuencas y las numerosas corrientes pluviales que aquellas originan y que es necesario retener si se toma en cuenta que estamos en un desierto, donde dejar correr las aguas sin sacarles provecho, equivale a cometer un delito imperdonable.
                Vio el sitio, sobre el río San Pedro, entre Las  Vírgenes y Satevó, donde se anhela construir la presa Villalba, que retendría algo así como unos doscientos millones de metros cúbicos, acrecentaría en ocho o diez mil hectáreas el distrito de riego No. 5, recargaría los mantos subterráneos en los municipios de Delicias, Rosales, Meoqui, Saucillo, Julimes, Aldama y el de Coyame.
                Con tal antecedente visionario de Fernando Baeza, pudo el gobernador, cinco años después, cuando Salinas ya era presidente de la república, pudo, repito,  comprometerlo a emitir el acuerdo para construir la presa tantas veces solicitada, tantas veces prometida, y tantas veces jamás realizada.
                Dado por hecho tal acuerdo presidencial, el domingo 26 de enero de 1992, en el lugar donde confluyen los ríos Conchos, Florido y San Pedro, y cuando asistía Baeza al arranque de la hechura del puente de Julimes, jubiloso dio a conocer a los asistentes que Salinas materializaría la última promesa de campaña electoral que faltaba cumplirle a Chihuahua.
                Aludía Baeza a tres viejos anhelos que pronto sería tres realidades:
                1.-La presa Villalba
                2.-La carretera Santa Isabel-Cuauhtémoc por San Andrés.
                3.-El puente de Julimes
                Los dos últimos efectivamente, realidad en el mandato de Baeza.
                Al fin campiranos; hombres de campo proclives a los dichos y dicharachos, («el que porfía mata venado») los dirigentes del nuevo patronato pro Presa Villalba, ingeniero Mario Saúl González, Francisco Gómez Rodríguez y Agustín Ramírez Licón, han vuelto a la carga, y como Dios les dio a entender luchando contra odiosos elementos del Estado Mayor Presidencial, le entregaron a Peña , en éstas últimas y costosísimas visitas a Chihuahua, nuevos escritos con nuevas peticiones para que pronto, más tarde, o quizá nunca, se construya la presa Villalba.
                Apadrinados por el gobernador César Duarte, ya desde antes le habían allegado su petición al director nacional de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), Roberto Ramírez de la Parra.
                Ellos tres, dirigentes del Patronato pro P
resa Villalba, han ido de mano en sus gestiones de los presidentes municipales Jesús José Sáenz Gabaldón de Camargo; Martha Alicia Gándara Acosta de Saucillo; Ezequiel Bueno Torres de Rosales; Manuel Duarte Olivas de Meoqui; Narciso Núñez Álvarez de Coyame y Miguel Carreón Rohana de Ojinaga.
                «Nuestros abuelos y nuestros padres insistieron durante largos años porque se construyera la presa de Las Vírgenes, y lo lograron. ¿Qué ahora nosotros no podremos lograr la construcción de la presa Villalba?, afirman con optimismo estos nuevos gestores de tan anhelada obra en el centro de la entidad.

 *Premio nacional de Periodismo 1973.
 Chihuahua, Chih., octubre de 2015.

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