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miércoles, 24 de junio de 2009

Hasta «El peje» está asustado... El voto blanco gana terreno


Por Rodrigo Borja

Llegó por internet, como dice Jacobo Zabludovsky sobre la creciente ola del voto en blanco o voto nulo y poéticamente afirma que es como la llegada de la primavera. Efectivamente es un movimiento sin cabeza, pero cada vez más importante y en torno al cual se ha dado el debate electoral en las últimas semanas, ya que la elección del próximo 5 de julio, sólo parece interesarle a los directamente beneficiados: los partidos.

Comentarios en programas televisivos de connotados académicos como José Antonio Crespo, Leo Zuckerman, Denise Dresser, en fin un número cada día creciente, empezaron a convertirse en reflexiones más profundas y ricas en argumentos en los espacios de opinión de diversos medios de comunicación impresos.

La semilla alguien la sembró en la supercarretera de la información y su germinación fue acelerada hasta llegar a convertirse en el centro de la discusión en el actual proceso electoral. Los electores no conocen las propuestas de los candidatos, pero es claro que tienen su propia agenda y que esta gana adeptos todos los días, al grado que todos los partidos políticos y los directivos del Instituto Federal Electoral, han mostrado preocupación y tratan de contrarrestar la que se adivina como una inmensa ola el próximo 5 de julio.

Hasta Andrés Manuel López Obrador, quien mandó al diablo las instituciones y no ha mandado al carajo a la dirigencia perredista, porque los votos de los electores son necesarios para su proyecto político, desvirtúa el movimiento espontáneo del voto blanco, como un movimiento que instrumenta y favorece a la derecha.


Votar o no votar

Cada día son más los ciudadanos, escritores, periodistas, sin partido que entran al debate y hace su propia reflexión del fenómeno que llegó por internet.

Héctor Aguilar Camín, dice: “Simpatizo con el movimiento abstencionista de estas horas, mediante la anulación del voto, porque siento que expresa la frustración, la molestia y aun el hartazgo de muchos ciudadanos respecto a ciertas regresiones de nuestro sistema de partidos y nuestra legislación electoral.

«(…)

«Los partidos se han servido con la cuchara grande, cerrando el paso a otros, sometiendo al árbitro, blindándose contra la crítica de sus competidores durante las campañas y erigiéndose en dueños de la carrera política de todos los aspirantes a tener una».

Tanto asusta esta ola que el propio presidente del IFE Leonardo Valdés afirma que quien no vote o acuda a la casilla y anule su voto, se margina de la vida política o bien sirve para que oportunistas como la ex presidenta del PRI, Dulce María Sauri, cree su propio movimiento e invite a escribir en la boleta la frase «Así no», es claro que no le gusta estar en la banca ni en las listas de los próximos legisladores plurinominales.

Carlos Navarrete, senador por el PRD, desestima el movimiento y lo descalifica, pero una voz respetable como la de la académica Denise Dresser nos dice: «Algo está mal. Algo no funciona. Algo necesita cambiar y con urgencia. Porque cuando José Woldenberg sugiere votar “por el menos malo” me parece un consejo que coloca la vara de medición al ras del suelo, que obliga a México a seguir conformándose con poco y aspirando a menos. Siento que si voto por cualquier partido –en estas condiciones- contribuiré a avalar un sistema que debe ser cambiado desde fuera, ya que nadie lo va a hacer desde dentro. Siento que si tacho la boleta a favor de cualquier persona – en estas condiciones- acabaré contribuyendo a legitimar un sistema que actúa cotidianamente al margen de la ciudadanía. Siento que si voto incluso por una persona con amplios atributos -en estas condiciones- acabaré premiando a partidos que obstaculizan la profundización democrática en lugar de fomentarla».

Dresser cita a José Antonio Crespo, «votar por el partido “menos malo” equivale a comprar la fruta menos podrida en lugar de presionar al vendedor a que – de ahora en adelante- venda fruta fresca.

«Equivale a decir que México no puede aspirar a más».


La agenda

El voto en blanco tiene su propia agenda. No es marginarse de la vida política, al contrario, es un movimiento que ante la ausencia de propuestas de los candidatos a diputados en campaña a creado una agenda legislativa ciudadana propia: eliminación de los diputados de partido, reelección de legisladores y presidentes municipales, plebiscito, revocación de mandato, candidaturas independientes, rendición de cuentas, en fin, como dice Zabludovsky: «Es buna forma de darle contenido a una mentada de madre».

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