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miércoles, 21 de agosto de 2013
Michoacán, ejemplo del Estado fallido
El Estado de
Tamaulipas, ha sido el escenario de los dos grandes golpes contra el
narcotráfico del Gobierno de Enrique Peña Nieto. La detención del Miguel Ángel
Treviño Morales (Z-40) líder de Los
Zetas, hace un mes, y la de Mario Armando Ramírez Treviño jefe del cártel del
Golfo, el sábado pasado, se firmaron en el norte, pero la atención del país
hace meses que está puesta en otros dos estados, convertidos en un polvorín
armado: Tamaulipas y Guerrero, más grave en el primero.
La violencia y el
desgobierno se sintetizan en Michoacán y Guerrero, sumidos en una profunda
crisis política incapaz de hacer frente a la lucha sangrienta de los cárteles. En medio de
ambos, entre montañas, se extiende Tierra Caliente, un área regada de cultivos
de amapola y marihuana, feudo original del cartel de los Caballeros Templarios
en disputa por otros grupos criminales. Solo este fin de semana, las
autoridades cuentan más de 20 cadáveres hallados en la zona, datos recogidos
por la prensa nacional e incluso la internacional como El País de España.
Ante la ausencia de un
poder político fuerte, recordemos que en el estado de Michoacán, su gobernador
tiene meses con licencia por enfermedad y la hasta ahora incapacidad del gobierno federal por devolver la paz, la población de numerosos municipios y comunidades
indígenas también ha dicho basta. Los grupos de autodefensa se han multiplicado
en los últimos meses. Pertrechados con armas de alto calibre, custodian
municipios sin ley de los que hasta las autoridades se han retirado. Las
autodefensas se organizan por grupos de vigilancia y convierten las comunidades
en fuertes impenetrables para mantener a raya a los criminales, y en este rubro
no pocos manejan tanto a narcotraficantes como autoridades federales.
Exilio masivo
El periodista Juan
Diego Quezada, relata: «A finales de julio, en otro fin de semana salpicado de
muertos, fue asesinado en un ataque muy confuso en
Michoacán el vicealmirante
Carlos Miguel Salazar, el mando de mayor jerarquía de la Marina fallecido por
un ataque del crimen organizado.
«La población de las
zonas rurales, las que más sufren el asedio del narcotráfico, abandona sus
viviendas en un exilio masivo que ya toca a cientos de familias o se posiciona
del lado de los grupos de autodefensa. La ausencia de detenciones de capos y
narcotraficantes enfurece a las comunidades que llevan años pagando cuotas a
los criminales como forma de extorsión.
«El último golpe del Ejército (...),ha
contribuido a elevar la tensión en la zona. Los militares desarticularon por
primera vez una de estas guardias comunitarias en Aquila (Michoacán) y
detuvieron a 41 comuneros. Grupos de autodefensa de otras comunidades ya han
anunciado el cierre de carreteras y marchas para exigir al gobierno federal la
liberación de los detenidos. Mientras los narcotraficantes no caen en Tierra
Caliente, los frentes armados se multiplican».
«Hay zonas de Michoacán en
guerra»
La diputada Selene Vázquez, fue entrevistada por la periodista Inés
Santaeulalia y dejó en claro la gravedad de la situación: En medio del polvorín
en que se ha convertido el estado de Michoacán, la diputada local Selene Vázquez ha alzado la voz para denunciar la
situación de ingobernabilidad y violencia de la zona y para abogar por las
guardias comunitarias. «Estos grupos, muchas veces fuertemente armados, se han
organizado entre la población desde hace meses para vigilar sus comunidades y
mantener a raya el asedio, la violencia y la extorsión del crimen organizado.
Vázquez asegura que viven en un “estado de sitio” y que si no van armados ´saben
que ese día pueden no volver´. Sobre el número de muertos en el estado, la
diputada de izquierdas dice que ya se ha perdido la cuenta».
Pregunta. ¿Cómo definiría la situación de
Michoacán?
Respuesta. Hay zonas que están en situación
de guerra. La población sabe que si no van armados, ese día pueden no volver.
Hay un estado de sitio, en las
comunidades en las que se han organizado para resguardarse no pueden salir. Los grupos criminales están dando cuenta de la dificultad del Estado
para cumplir su labor y son los comunitarios los que cumplen las labores que
las autoridades debieran hacer. En gran parte de Michoacán hay un estado de
excepción y en todo el territorio hay una oleada del crimen organizado, hay
secuestro y cobros de cuotas [del narco a la población].
P. ¿Cuál es el
papel que juegan las autodefensas?
R. Yo he recorrido muchas comunidades indígenas con
guardias comunitarias y la gente es
amistosa. Con franqueza los veo hasta contentos, porque aunque no duermen para
hacer labores de vigilancia y están preocupados, al fin están liberados de la
extorsión y del robo descarado [de los criminales]. Los delitos de secuestro en
esas comunidades no existen desde hace seis meses. Están encerrados pero
liberados.
P. Hay rumores
sobre quién pueda estar tras algunos de estos grupos. ¿Cree que todas son
auténticas?
R. Yo creo que
todos son auténticos, pero hay algunos más fuertes que otros. Los que logran la
cohesión de toda la población están más tranquilos. Hay otras comunidades en
donde hay disputas entre ellos y eso debilita el proceso. Luego está La Ruana,
es una comunidad que veo muy fuerte, pero ahí los alzados son los pobres, los
ricos no le entran.
P. ¿Cree que es
lícito que usen armas?
R. Ese es el punto.
Defenderse es lícito. Las armas causan muchos problemas y entrañan un riesgo,
pero los criminales están fuertemente armados y no les pueden entrar con
pistolitas. En Michoacán la gente siempre ha usado armas registradas para cazar
o por seguridad, pero efectivamente ahora muchos tienen armas no permitidas.
Las tienen porque se las han decomisado a los Caballeros Templarios. Hay que
decir que las autodefensas muchas veces han colaborado con las autoridades y
les han señalado lugares que permanecen ocultos. La gente ha sido honesta y en los
pueblitos donde hay laboratorios [de droga] le han abierto el paso a la
autoridad. La mayoría de los michoacanos están armados. Es un asunto de guerra,
y en la guerra no miras con qué pistola te matan. En la guerra todo se vale.
P. ¿El Gobierno
federal está haciendo todo lo que puede en la zona?
R. No, siempre
podría hacer más. En Michoacán estamos militarizados desde la época de [el ex
presidente] Felipe Calderón. El punto de las guardias comunitarias es que
llaman a los militares cuando hay una emergencia pero están un tiempo y se van.
Los vuelven a dejar a merced de estos señores. Solo van de paso.
P. Muchos comuneros
denuncian que los políticos municipales protegen a los narcos, ¿cree que es
verdad?
R. Sí, pero no solo
en Michoacán. No lo digo solo yo, hubo denuncias del PAN y del PRD en el
sentido de la clara participación de los grupos criminales en favor del PRI. En
las elecciones pasadas, aunque ya casi no se diga, hubo renuncias de candidatos
por amenazas en todos los partidos.
P. Es la primera política
que defiende abiertamente las autodefensas, ¿tiene miedo?
R. No sé vivir con
miedo y tampoco quiero. No le debo nada a nadie, no le he hecho daño a nadie.
He tratado de vivir mi vida de manera correcta, y una de las maneras correctas
de vivir es decir lo que se piensa, sino no tiene sentido estar en la política.
Cualquier funcionario público que piense más en cuidarse en lo particular que
en generar beneficio, que no se dedique a la política. La política es en
función de los demás
P. ¿Ha recibido amenazas?
R. Nunca.
«Estamos olvidados en algún
lugar que también es México»
Inés Santaeulalia
relata: «El miedo por la violencia que
sufre el estado mexicano de Michoacán, (..), viajó este miércoles a la
capital. Con los rostros escondidos tras un pañuelo, seis hombres y una mujer
de forma anónima exigieron ayuda al gobierno de Peña Nieto. «Secretario Osorio
Chong, no nos distinga porque no tenemos preparación, porque nuestro color no
es el de ustedes. Por favor, a ver si alguien puede voltear a vernos», dijo al
micrófono la mujer.
Son representantes de
cuatro comunidades purépechas y dicen que «en sus tierras no hay más autoridad
que ellos y su gente, organizados en grupos de ciudadanos desarmados que
vigilan los caminos y los accesos. La policía municipal, a la que acusan de
estar coludida con el crimen organizado, ya no se acerca por allí. Tampoco
nadie los quiere. En la zona solo quedan unos 25 militares que dejan hacer. ´Más
que ellos a nosotros, los protegemos nosotros a ellos´, cuenta uno de los
comuneros en el local de la organización Centro Prodh.
«El levantamiento dura
ya siete meses y las cosechas languidecen en los campos, desatendidos por los
hombres alistados en una suerte de frente popular. Los hombres rondan los
caminos en turnos de 12 horas mientras las mujeres usan una misma cocina para
hacer comida para todos. Los niños de la secundaria han dejado la escuela por
el riesgo que supone salir de sus comunidades.´Es una pesadilla lo que estamos
viviendo. Estamos olvidados en algún lugar que también es México´».
Santaelalia dice: «Son
las consecuencias de plantarle cara al narco.´A los malos, a los otros´, como
ellos llaman a los carteles del narcotráfico que se disputan la zona. Las cerca
de 5,000 personas que pueblan las cuatro comunidades decidieron el pasado enero
negarse a pagar 2000 pesos al año (unos 160 dólares) por cada hectárea de
cultivo que en nombre de un cartel les exigió un vecino de su mismo municipio.
“Nos dijo que lo malo era que nos podían matar. Ahí dijimos ‘tope lo que tope’
vamos a defendernos”».
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