Bienvenidos

La apertura de este espacio, conlleva la intención de interactuar con los lectores de la revista Semanario del Meridiano 107, conocer sus opiniones, enriquecernos con sus comentarios y complementar nuestros servicios editoriales.
Este sitio se ve mejor con Firefox de Mozilla. Descarguelo haciendo click aqui.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Crimen de Estado, podemos llorar


Por Antonio Pinedo
El viernes pasado vi llorar a una persona mientras ella seguía vía Internet, la conferencia de prensa del Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, en la que daba cuenta del estado de las investigaciones y la presunción, en base a la confesión de participantes, de los restos de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala, así me enteré de la noticia
«Ya aparecieron» me dijo conmovida y llorando, mi primera reacción, fue la de preguntar ¿Acaso esperabas otra cosa? No, respondió, «pero eran unos jóvenes» y continuo hablando sobre esta condición y el sufrimiento de sus padres al saber que sólo quedaban huesos triturados y cenizas.
Conmovido al ver el auténtico sufrimiento de mi hija, pensé en la barbarie del acto, en el trance por el que estaban pasando los padres y me invadió la tristeza, la desesperanza, la impotencia. No tuve argumentos para consolar a quien me hizo padre por primera vez.
Luego, frente a una pantalla de computadora escuché la rueda de prensa en la que el Procurador, con lujo de detalles y acompañando con videos de las declaraciones y la reconstrucción de los hechos, daba en forma cronológica detalles de cómo se había llegado a la conclusión de que en ese basurero de Cocula y por quince horas habían alimentado una pira funeraria, luego triturado los huesos y en bolsas los arrojaron al río San Juan. Detalles terribles.
Luego supe de la negación de los padres, quienes siguen esperanzados y demandantes, reclamando a sus hijos con vida. Imaginé el dolor y el dolor llegó a mí, entendí el llanto de mi hija…imaginé a muchos mexicanos, de todos los rumbos del país, con el mismo sentimiento, con el mismo llanto.
El caso de los 43 estudiantes desaparecidos no acaba, al contrario, el reclamo crece, evidentemente el caso no está resuelto. La prensa del mundo sigue ocupándose de la falta de respeto a los derechos humanos en nuestro país, parlamentos en el extranjero y jefes de Estado de otras naciones condenan los hechos.
La indignación nacional y mundial, está más que justificada, ya que estos jóvenes desaparecieron y luego fueron asesinados, por el vínculo entre políticos, policías y narcotraficantes, por supuesto que la participación de cuerpos de seguridad y autoridades municipales, por lo menos, lo convierten en un crimen de Estado y esto es sumamente preocupante. Llorar por los jóvenes de Ayotzinapa, es un llanto por México… editorial 1162

No hay comentarios: