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miércoles, 22 de julio de 2009

De Foxilandia
a Felipilandia

* La experiencia no sirvió de nada
* La culpa la tiene López Obrador

Por Antonio Pinedo


La inamovilidad y el estancamientos en todos los órdenes que se vivió con el presidente Vicente Fox Quezada, se han quedado chicos y hacían menos daño al país que la pro actividad e iniciativas de Felipe Calderón.
Ya en este espacio hemos recordado lo que Isidro Fabela, desde La Habana, pensaba sobre los políticos improvisados como Fran-cisco I. Madero—y Vicente Fox, apuntamos nosotros—: « (…) Madero fue oportuno en su apostolado como fue oportuno en su sacrificio. México necesitaba después de un dictador preponderante, un alucinado audaz. Y ese inmortal alucinado fue Madero.
«Nació para ser un símbolo, por eso fue a la muerte en la escala del martirio.
«No maldijo a sus verdugos, porque con el cruel holocausto que los envileció crearon una gloria nacional y dieron aliento pujante a la Revolución.
«Fue un mal gobernante? Tal vez; los gobernantes no se improvisan como los apóstoles. Tuvo debilidades: creyó en la sinceridad de los hombres; creyó en la gratitud de los pueblos. Temperamentalmente bondadoso “quiso contentar a todos y contentó a muy pocos”, como él mismo declara en su prisión el penúltimo día de su existencia.
«Es verdad y es mejor: si viviera seguiría siendo irremediablemente bueno, crédulo y perdonador; muerto es una bandera invencible». Fabela escribió lo anterior el 18 de mayo de 1913 desde el exilio.
Viene al caso porque luego de 70 años de preponderancia del PRI, vino un alucinado e improvisado político, creo que nada más en eso se parecen, ya que Fox también es perdonador, pero sólo de las trapacerías de los hijos de la señora Martha. Bueno don Pancho Madero, también perdonaban las trapacerías de su hermano, aquel del ojo de vidrio. Gustavo Madero.
La comparación viene al caso básicamente por la improvisación política de los dos y por lo tanto de su inoperancia, afortunadamente para Fox, las instituciones en México ya son lo suficientemente fuertes, como para aguantar sus excesos evasivos a través del prozac o el ser manipulado por la señora Martha, lo anterior se entiende por su condición de asexuado, como se testimonió por su primer esposa.
La burbuja en que se hizo vivir a Vicente Fox, por los seis años de su presidencia y a juzgar por sus declaraciones posteriores en la que sigue viviendo, se popularizó como Foxilandia, una especie de país en la que sólo el presidente y su círculo íntimo vivían, ajenos totalmente al México real. Al estancamiento económico, al crecimiento del narcotráfico, a las ambiciones desmedidas de sus hijastros…en fin.
La llegada de Felipe Calderón a la presidencia «haiga sido como haiga sido», parecía un avance, frente al sexenio de Vicente Fox, que fue elusivo y temeroso, que como diría Porfirio Muñoz Ledo: «Tonto no es, es un ranchero mañoso», pero las mañas solo le dieron para nadar de muertito seis años. Entonces la llegada de Calderón reiteramos, fue la esperanza de un cambio, de mayor dinamismo, ya que se podrá decir cualquier cosa del presidente, por ejemplo que es muy irritable, pero político improvisado de ninguna manera; tan no es político improvisado y tan embebido está de la cultura política en la que le tocó crecer y formarse que bien podría pasar por un presidente priista, aunque un poco menos sensible y cauto en su manejo, para dejarlo más claro es más priista que muchos presidentes que emanaron de ese partido, le gusta controlar todo.

FELIPILANDIA
Felipe Calderón sin embargo, parece vivir también en un país muy propio, al igual que Fox o Michael Jackson en su «Neverland». En el país de Calderón Hinojosa por ejemplo, se le va ganando la «guerra» al narcotráfico; sus medidas contra la influenza no fueron un duro golpe a la economía en general y en particular a la turística, sino una hombrada de él que salvó la vida a la humanidad.
El desempleo es menor que en los Estados Unidos. La derrota electoral del pasado 5 de julio, no fue el repudio a su gobierno de discursos generalmente bien elaborados, pero de acciones tardías o inacción: el subejercicio del presupuesto incluso en el área de seguridad pública alcanza niveles increíbles.
Es evidente que con toda su experiencia política Felipe también decidió hacer su propio país, un país en que como dijo Barak Obama, él es Elliot Nest, y volverá a salvar a la humanidad nuevamente, esta vez del flagelo de las drogas.
Pero la culpa de todo la tiene Andrés Manuel López Obrador, quien sin medir las consecuencias de sus actos sacó a cerca de un millón de simpatizantes a las calles de la Ciudad de México y el presidente sólo tuvo la ocurrencia de sacar al ejército, que en ese momento era de 130 mil elementos y que ahora con la revelación de las deserciones probablemente llegue a noventa mil.
El «Peje» sigue estupefacto y anonadado por su derrota —«haiga sido como haiga sido», reiteramos—, y en lugar de aguantar vara, como lo hizo Al Gore en el 2000, sacó a los pejistas a la calle, con las consecuencias que más de cien millones de mexicanos sufrimos. La culpa la tiene «El Peje» por asustar al presidente.s

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