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jueves, 29 de octubre de 2009

Guardamemorias

El informe Navarro


Por José Manuel García-García

Breve aclaración: El general brigadier Juan. J. Navarro cuenta aquí dos acciones miliares: la del pueblo de Cerro Prieto que ocurre el 11 de diciembre de 1910, donde derrota a los orozquista y hace una terrible masacre. La segunda acción es la toma revolucionaria de Ciudad Juárez que ocurre los días 8, 9 y 10 de mayo de 1911, donde Navarro cumple el papel de perdedor.

El general brigadier dura unos meses escondido en El Paso, Texas, bajo la protección de Francisco I. Madero. El presente de la narración, se sitúa precisamente la noche del 31 de mayo de 1911, cuando Navarro regresa de la cena en el Toltec Club y se encierra a rumiar su frustración en un cuarto del Hotel Angelus, de El Paso, Texas.

~

El general brigadier se mira en el espejo: rostro de abuelo porfirista, bigote cano, sonrisa dulce: viejo tramposo.

El general brigadier cierra los ojos.

Está harto de la pieza de hotel que le fue asignada.

Harto de esconderse, harto de las investigaciones de la secretaría de guerra.

Qué quieren. Cabrones.

Perdimos porque nos dejaron solos…

~

Al lado del general brigadier una joven parece escucharlo.

Ella es de una belleza simple. No tiene caso describir su piel lechosa ni el encendido color de sus labios, ni el ajustado corpiño, ni el vestido de satín blanco, ni los botines. Nada agrega a nuestra historia.

Aunque ya tiene rato escuchando las incoherencias del general brigadier, no entiende nada.

Permanece atenta, sonriente; para eso le pagan.

~

“Un periodista escribió que yo me creía la personificación del supremo gobierno. Que por eso ordené la muerte de mis prisioneros: a los heridos los maté a balloneta calada; a los sanos los quemé vivos.

“El pueblo protestó: ordené disparar contra ellos: 22 muertos.

“Las mujeres gritaron insultos: ordené que les marcaran las nalgas a cintarazos.

“Esto fue el 11 de diciembre de 1910.

“Día en que mil federales vencieron a 300 “colorados”.

“El periodista llamó a esta acción la hazaña del Chacal de Cerro Prieto.

“Me hubiera gustado ver a ese periodista allí, con las nalgas de fuera entre las viejas cintareadas.”

~

El general brigadier le muestra un sobre sellado a la dama.

Es el informe al general secretario de guerra y marina.

Desvelos le ha costado cada párrafo, cada omisión, cada frase ambigua con que ha sembrado ese campo de batalla que es su informe, el último, el oficial.

La joven lo observa: viejo nervudo, cetrino, mirada de borrego borracho.

“¿Sabes?”, le dice a la muchacha, “debería escribir un informe de insultos y reclamos: Nosotros, estimado general secretario de guerra y marina, éramos 875; ellos, los rebeldes, contaban con 3,500 hombres…

“La guerra la perdimos por falta de refuerzos.”

~

“Pero mira, palomita blanca, mira lo que acabé escribiendo

(El general brigadier repite de memoria su informe, mezclándolo con ironías y comentarios):

“Estimado general secretario de guerra y marina, M. González Cosío:

“El 8 de mayo de 1911 ellos iniciaron el combate. Eran las 10:30 de la mañana.

“Primero fue una escaramuza en las márgenes del Bravo; los nuestros, sorprendidos, se replegaron en un viejo molino donde estaba el veinteavo batallón de 50 hombres bajo las órdenes del capitán primero Agustín Estrada quien detuvo el avance enemigo por espacio de una hora.

“Aquí debería agregar:

“Bueno, estimado general secretario, la verdad es que no fue el capitancito, fue la ausencia de un jefe rebelde lo que detuvo por unos minutos al bando enemigo.”

~

“Francisco I. Madero. Ah, ese enano del carajo.

“En los primeros combates recibí una misiva suya: que el ataque emprendido por sus fuerzas no había sido ordenada por él. Me llamó por teléfono y volvió a repetir el argumento: él no había ordenado el ataque.

“Recibí otras llamadas, el coronel Steveer, comandante de las fuerzas norteamericanas, me pidió que dejara de disparar hacia El Paso; los hombres de la comisión de paz también llamándome: que dejara de disparar. Por ellos supe que Madero puso en la mano de Cástulo Herrera una bandera blanca y que lo hizo marchar a la línea de fuego. Los suyos casi matan al Cástulo abanderado.

“Mis tropas suspendieron efectivamente los fuegos, las del señor Madero no obedecieron a sus órdenes. Así pudieron los rebeldes ocupar la parte norte de la ciudad y posesionarse de ella.

“Yo huí más al sur, como dije en mi informe: avanzando hacia el sur tuve necesidad de reanudar el fuego ante el avance amenazante del enemigo. Usé dos morteros para proteger la zona noreste, en las faldas de los cerros cercanas al cuartelito federal. Contuvimos una de las columnas, la otra se replegó al centro de la ciudad con bajas en personal y ganado.

“Luego los rebeldes atacaron por el sur de la ciudad, a la altura del cuartel general. Los expulsamos.

“Por todas partes se oían disparos.

“He podido comprobar que desde varios días antes contaban los revolucionarios con más de 400 simpatizantes dentro de la población.

“Además, el enemigo desde el día siete, cortó el agua de las acequias que cruzan la ciudad. El día ocho, por la mañana, cortaron los hilos conductores de la energía eléctrica. Paralizaron el motor de la bomba de agua de la población.

“En la última hora del primer día de ataque, recibí al parlamentario Roque Acosta Garza: quería que capitulara. No acepté.”

~

La joven lo escucha pero no lo entiende.

Su español no es muy bueno.

“Navarro is a walking dead man”, le dijeron.

Escoltado por Madero, se vino huyendo de Ciudad Juárez.

Lo escondieron en un cuarto de la tienda Popular.

Lo encerraron en unas recámaras del Toltec Club.

Lo guardaron en uno de los cuartos del Hotel Angelus.

Pero el general brigadier escapa de sus cautiverios, va a los saloons, a las casas de militares retirados, a los restaurantes de los hoteles.

Lo conoció en el Hotel Angelus, donde ella trabaja de “escort”, de edecán: Dama de compañía para el caballero que monta en dinero.

“Un oficio como cualquiera: acompañar, escuchar...”

~

“A las 4 de la mañana del día 9, los rebeldes atacan las cercanías de la estación del tren y el cuartel general. Fueron rechazados. Perdieron mucha gente bajo el fuego de la ametralladora.

“A las 10 de la mañana el ataque se generalizó.

“Pero hubo grandes pérdidas para el enemigo.

“Entonces, los revolucionarios se fueron posesionando de las casas vecinas a la jefatura de armas, al teatro Juárez, al cuartel de 14º regimiento y al cuartel general, nos hostilizaron tenazmente con fuego de fusilería y bombas de dinamita.

“Un mortero ocasionó al enemigo grandes pérdidas.

“Pero sin refuerzos de parte nuestra al cabo de poco tiempo volvían nuevos rebeldes a recuperarlas.

“La iglesia, la cárcel y la jefatura de policía, fueron terriblemente asediadas por el fuego enemigo desde las casas vecinas. Bombardeamos las casas, el enemigo fue obligado varias veces a evacuarlas con grandes pérdidas.

“Cada vez era más difícil conservar nuestras posiciones.

“Nunca llegó el auxilio, el refuerzo prometido. Nuestras tropas eran hostilizadas con un fuego cada vez más nutrido.

“Todo el día fue de combates. Y mis soldados ya llevaban dos días sin agua y sin comida.

“En la tarde del día 9 murieron en el combate el coronel Manuel Tamborell y el capitán primero José L. Guerra.

“La noche se pasó combatiendo tenazmente.

~

El general brigadier rozó con su barba a la cara de la joven.

Aliento a alcohol, a tabaco añejo.

En los labios un leve temblor.

Si pudiera largarse al sur. Perderse en uno de tantos pueblos. Irse a Yucatán, por ejemplo.

Vivir con su esposa, con su hijo en aquella casona vieja.

Y que lo olviden; que nadie escriba o hable más de él.

“Sabes”, el general brigadier le dice a la dama, “Me quedé solo, primero desertaron los yaquis, esos indios callados que son todo ojos, todo silencio. Huyeron, se pasaron al enemigo…” Luego, los refuerzos nunca llegaron.

“Nos derrotaron: don Porfirio se fue...

“Pero yo también fui la causa de que el enemigo se dividiera: Pascual quería mi sangre; Madero no dejó que me linchara. Gran error del chaparro.

“A estas horas Orozco andará echando su rencor a los otros pelados.

“Por mi culpa cayó don Porfirio, por mi culpa los rebeldes ahora se pelean: efecto dominó, las fichas caen y caerán una tras otra. Te lo aseguro.

“Y yo soy el culpable.

“Bendita culpa…

“Ah, pobre don Porfirio. Pobre Madero. Pobre el general brigadier Juan J. Navarro”.

~

“El día 10 tuve que rendirme.

“El cuartel del 14evo regimiento (que estaba junto a la plaza de toros) había sido abandonado. Las posiciones en la jefatura de armas y en el teatro Juárez se habían replegado. Muchos de los nuestros apenas alcanzaron llegar al cuartel general.

“El ataque enemigo venía de todas partes, de todos los rumbos.

“El cuartel general era abatido por todas partes. Los rebeldes disparaban sin cesar y usaban bombas de dinamita contra nuestras posiciones.

“A las 9 de la mañana yo tuve que replegarme al cuartelito federal ubicado en el extremo sur de la población. Allí tenía el depósito principal de municiones, y había un pozo asolvado, que de nada sirvió pues no tenía agua.

“Mi gente estaba ya agotada por el cansancio, el hambre y la sed.

“Los rebeldes, en número diez veces mayor que mis efectivos de combate, nos había cercado. No podíamos escapar: el norte estaba muy alejado, al sur nos detenían la sierra y el desierto; además, la mulada de artillería y de transporte que estaba en un corral cercano al cuartel federal, había caído en poder del enemigo, una retirada era imposible.

“Los soldados que combatían en la iglesia, la cárcel pública y la jefatura política vinieron a refugiarse en el cuartel federal. Esas fuerzas estaban bajo las órdenes del jefe político de la población, el coronel Rafael García Martínez.

“La situación era desesperante. Así que decidí “el sacrificio de mi persona y a las 2:30 de la tarde me rendí a discreción para evitar el sacrificio inútil de mi gente.

En esa guerra cruenta, las pérdidas del enemigo fueron de 400 muertes y de 200 heridos.

Pausa. Dolor oscuro. Ebrio.

“Con esas palabras terminé mi informe oficial al general secretario de guerra y marina.

“Con fecha del 8 de junio de 1911, en El Paso, Texas.”

~

El 31 de mayo de 1911, el general brigadier fue invitado por el Club Toltec a una fiesta en honor a Madero.

Su lugar: la mesa de honor, con los Madero y sus enemigos: Abraham González, Garibaldi, y Viljoen.

¿A qué fue el general brigadier?: ¿A celebrar que ese día el jefe supremo marchaba al exilio? ¿A celebrar su gran derrota? ¿A festejar que estaba vivito y coleando?

Llegó vestido de civil, había dejado su quepis, su uniforme, su mascada de seda roja. Pero mantenía su postura de gallo de pelea, de aristócrata porfirista. Con esa percha de hombrón viejo, de reflejo o copia de un Porfirio Díaz todavía fuerte.

“El porfirismo todavía no acaba”, parecía decir: “Yo y los que quedamos aquí, somos don Porfirio”.

Esa actitud la acentuó el general brigadier cuando el diminuto Madero habló de la valentía de los vencidos, y se le hizo odio en la mirada cuando una señora mostró una pintura en la que Madero aplastaba al enemigo.

Gonzalo G., Rivero anotará en su Hacia la verdad. Episodios de la revolución, lo siguiente: Madero, al recibir la pintura, la pasó al general, y éste lanzó sobre él cierta mirada que no se me borrará de la memoria, por muchos años que vivamos.

Desde el edificio Gem, de El Paso, Texas, el general brigadier había visto el desfile en honor a Madero. Madero estaba en la prensa y en las conversaciones de los paseños. Madero estaba como una punzada hasta en las pesadillas del general brigadier.

El cansado general brigadier que le pidió a Madero. Se despidió de algunos de los comensales: de Garibaldi y de Vilojen, éste le dijo algo y soltó la carcajada.

El general brigadier salió escoltado por la bella dama de compañía, marcharon rumbo al Hotel Angelus.

Al entrar al cuarto, pensó en Pascual Orozco, su otra pesadilla: “Madero ha soltado al tigre”, dijo simulando la voz de don Porfirio, “vamos a ver ahora cómo lo doma.”

[Basado en Navarro, Juan J. (General Brigadier). “Parte de guerra: La toma de Ciudad Juárez. En la Colección Breviario Histórico 2, edición a cargo de 1990 Armando B. Chávez. UACJ, 1990. En Historia de Ciudad Juárez, Chihuahua, de Armando B. Chávez (Editorial Pax, 1991). Y en Pedro Siller, Miguel Ángel Berumen, 1911, la batalla de Ciudad Juárez / 1. La historia (Edición de los autores: Cuadro por Cuadro, imagen por imagen, 2003). La cita de Gonzalo G., Rivero de su libro publicado en 1991, también fue tomado del libro de Siller-Berumen. En lugar de transcribir los números y letras asignadas del mapa del general brigadier, anoté los nombres de los edificios y lugares, siguiendo el mapa de Miguel Ángel Berumen en 1911, la batalla de Ciudad Juárez / 2. Las imágenes. Los lugares de El Paso, Texas, donde Navarro estuvo escondido fueron tomados de David Dorado Romo. Ringside Seat to a Revolution, An Underground Cultural History of El Paso and Juarez: 1893-1923 (Cinco Puntos Press, 2005). Por otra parte, las frases en letras itálicas son citas directas del informe de Juan J. Navarro. La dama de compañía, es imaginaria.]

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