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viernes, 27 de enero de 2012

Los de a pie

Morir de hambre en la Tarahumara
Por: Luis Villagrana
¿Qué significado tiene el hambre? Más allá de las definiciones fisiológicas, para entenderlo podría servir una definición de su contrario: ¿Qué significa comer? En el mundo de los símbolos es asimilar la vida.
 El universo, el Cosmos, la Luz, Dios, Buda, Alá, llámalo como quieras, proporciona vida a la materia y la nutrición aporta la energía necesaria para el trabajo, la educación, la escuela,  el amor y eso  también permite conservar  intacta la dignidad en la esfera de la conciencia.
Hambre significa muerte del cuerpo. Impedimento para satisfacer esa necesidad significa extinción de la dignidad. Otra forma de la muerte. Porque existen muchas formas de morir. La incomunicación es una de ellas. Las etnias de la hermosa Sierra Tarahumara hablan poco español, muchas de ellas nada.
Un rumor ampliamente difundido en redes sociales de internet de que al menos 50 indígenas de la Sierra Tarahumara se han suicidado por hambre arrojándose a las barrancas algunos y otros por ahorcamiento suscitó, además del filantropismo de muchos, posicionamientos públicos de funcionarios estatales que, para decirlo con franqueza, rayan en la estupidez.
Los ediles serranos se quejan con amargura que no han podido convencer a muchos de los grupos de que acepten reubicarse a algún fraccionamiento en zonas urbanas, de su resistencia a aprender el idioma español y que aún así, muchos de los niños han podido ser «civilizados».
Que esos ediles vayan a «civilizar a sus respectivas abuelas», les digo yo. ¿Qué no saben que debemos respetar la cultura y la visión del mundo que tienen las etnias chihuahuenses? Extraer al rarámuri de su contacto con la naturaleza y de la oportunidad de vivir de lo que la tierra y otros de sus dioses producen es pisotear su dignidad.
Además los indígenas ya vivían en las tierras bajas de la entidad, en las zonas aledañas a los ríos cuando el español y después, el mestizo mexicano, los confinó a vivir en las barrancas, en los picos de las montas y en las cuevas.
La reacción del gobernador de Chihuahua, César Duarte, es argumentar que los indígenas se están muriendo de hambre desde hace muchos años, pero no se han suicidado, es decir sus ineficaces políticas públicas los están matando poco a poco.
Esta reacción es similar a la de su campaña publicitaria que intenta convencernos de que porque hay menos muertos, están bajando los índices en los delitos. Todos a presumir que en 2011 hubo mil muertos menos. Consuelo para tontos.
Ya llueven las cobijas, el maíz y el frijol. Por toneladas se acumulan en las bodegas de Creel, listas para ser regladas. El año que viene las volvemos a llenar cuando los rarámuris anden ya en la pura raya por el hambre.

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