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lunes, 8 de marzo de 2010


Sobeida (Francisca o Nellie)
 PorJosé Manuel García


Madero: Espirita. / Teresita: Una santa. / Francisca: nadie…
(Eso decía ella, por eso quiso ser otra, tener otro nombre.)
Quiso llamarse Sobeida, la Adivinadora del Egipto.
Allá en Ciudad Juárez.

Por casi dos años, de 1920 a 1921, la esposa de su hermano le ayudaba a preparar brebajes.
Sobeida se anunciaba en panfletos color de rosa: “Conozca su futuro”, “Recupere su salud”, “Se practican viajes astrales”. “Hotel Nancy, por la Abraham González…
De 5 de la tarde a 9 de la noche”

Así, Francisca Luna fue Sobeida, la flor del desierto… Vestida toda de rojo: hasta los guantes, los zapatos, el turbante que contrastaban con la blancura de collares, las pulseras y los broches que toda adivinadora debe agregar a su presencia misteriosa.
Sobeida adivinaba, curaba, se comunicaba con los muertos.

Un día su protector se la llevó en un carro rojo a la Ciudad de México.
Antes pasó por Parral, allí la recibieron sus familiares.
¡Adiós Francisca, que te vaya bien! le dijeron.
Francisca, se despidió: «No soy Francisca, ahora soy Nellie, Nellie Campobello”

***

Nellie escribe de la Toma de Ciudad Juárez en 1911:

«Orozco se hizo muy amigo de Villa. Así fue como se les vio juntos antes de la toma de ciudad Juárez, y tan de acuerdo que a ellos se debe la resolución del ataque. Madero no quería que se rompiera el fuego porque, según él, era imposible el triunfo y juzgaba aquello una locura. Pero un día Villa y Orozco se decidieron a aconsejar a sus muchachos que provocaran a las avanzadas federales. Primero uno de los revolucionarios les tiraría un balazo. Si los federales contestaban, mandarían ocho o más balazos. Se acercarían diez hombres a las avanzadas enemigas. Si la balacera cundía, irían por cincuenta hombres más y de este modo harían que se generalizara el combate y, ya en estas condiciones, el señor Madero no podría detener el choque. Villa y Orozco se separaron y se fueron al lado americano. Cuando oyeran los tiros correrían y se harían los sorprendidos. Así sucedió todo. De un balacito nacieron diez, treinta, cincuenta, y al ver que los cincuenta hombres estaban agarrados, todos vinieron en su auxilio.
El señor Madero, oyendo el tiroteo, dijo a Villa y Orozco: “Pues ahora ustedes saben lo que hacen”, y los dejó seguir adelante. El resultado dio el triunfo a los maderistas.
«Este combate fue dado por Villa y Orozco. Uno y otro se distinguieron con su gente y especialmente la del coronel Villa, sólo que esta vez los laureles fueron para Orozco. Los norteños de Chihuahua y Durango, tipos admirables, valientes, buenos jinetes, buenos tiradores, fuertes y ágiles, daban así el triunfo a la revolución de 1910. »

***

 (Francisca, Yo)

Dicen que soy
brusca

Que no sé
lo que digo

Porque vine
de allá

Ellos dicen
que de la montaña
obscura…

Más yo sé que
Vine de una
Claridad…


***

Sobeida se aburre, esa tarde no ha llegado ningún cliente. Decide cambiarse de ropa, salir a caminar un rato. La han invitado a El Paso, Texas. Tal vez vaya.
Dos de sus gatos duermen; el Kilirí, el más consentido de los tres, se aburre sobre el sillón negro.
Sobeida se desnuda. Se contempla en el espejo, danza, gira frente al espejo.
Canta una tonadilla que despierta al Peet, el gato ciego.
El sol le pega en la piel blanca, en el rostro que sonríe en toda su belleza.
Piensa en su pretendiente, un hombre que le dobla la edad.
Ahora el rostro de Sobeida tiene un gesto de fastidio, de resignado fastidio.
Ayer conversaron en el restaurante del Hotel Regis.
Ayer como la otra tarde y la otra.
«Me llamo Nellie”, se presentó ella, «Nellie Campobello».
(El nombre lo había tomado de una revista de danza).
La primera vez conversaron por largo tiempo.
La conversación fue luego plena en confidencias, en planes. Todo pasó rápido, el primer beso, las citas, el amor de nuevo el amor. ¿Debería marcharse con él a la ciudad de México? Sí, para qué quedarse en este horrible desierto. Volver a Parral no era una opción posible.
Sobeida se quedó en el armario: el vestido rojo, el turbante, los guantes, los collares….

Nellie sale a caminar, caminar sabiendo que de la Avenida Juárez sigue el puente internacional y luego El Paso Street, el negocio de ese hombre loco de amor por Nellie, por ella, que es Francisca que es la misteriosa (dicen los panfletos que la anuncian) la misteriosa Sobeida

***

Nellie escribe del asalto a Ciudad Juárez en 1919 por las fuerzas villistas y la intervención del ejército norteamericano:

            «En esos momentos, el 16° Regimiento de Caballería de Estados Unidos, avanzaba por el lado de San Lorenzo, cargando sobre la columna al mando directo de Villa y su gente. Los batallones negros habían pasado el río por un puente de barcas tendido ex profeso por el cuerpo de ingenieros del ejército norteamericano, hacia la parte de Guadalupe. Otra columna, al mando directo del jefe militar del departamento sur, había entrado por los puentes internacionales, y en esta forma invadían suelo mexicano.
«En Puente del Indio, una columna villista, sin obedecer más órdenes que su deseo y el ciego impulso de su cólera, esperó al enemigo. Los dejaron acercar y a distancia de unos cuantos metros, les hicieron fuego. Así, así, casi a quemarropa ya los gritos de "¡Viva Villa..! ¡Abajo, gringos hijos de tal! "¡Éntrenle, desgraciados, que aquí están sus padres…!"»


[Basado libremente en: Nellie Campobello, Francisca Yo! Edición de Jesús Vargas Valdés y Flor García Rufino. UACJ, 2004. Y, Nellie Campobello, Mis libros (Gobierno del estado de Chihuahua, 2004), edición cuidada por el omnisciente Jesús Vargas Valdés. El poema “Fancisca, Yo!” fue tomado del primer libro mencionado. Las batallas de Villa vienen en el segundo libro citado y están en Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa]

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