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miércoles, 28 de marzo de 2012
Los de a pie
Leyzaola o nadie, el falso dilema de Osvaldo Rodríguez
Por: Luis Villagrana
Leer el artículo de El Diario, publicado el domingo 11 de marzo de este año, bajo el título «Coyuntura decisiva» da un poco de pena ajena al encontrar en sus columnas flores y flores, hartas flores para el jefe de Seguridad Pública, el militar Julián Leyzaola. Vea usted:
«El militar con licencia que no se despoja nunca de sus botas y su pistola, salió a las calles a encabezar los operativos, retó a los delincuentes, corrió a jefes y agentes a quienes no les tenía confianza, metió orden en la corporación, pidió mayor equipamiento y pronto generó un fenómeno de empoderamiento que hizo visible el trabajo de esa institución policial y enterró las actitudes agachonas que la habían caracterizado».
De entre las líneas de ese párrafo salta el amor por el jefe Leyzaola, el que puesto así, tal como se lee en ese artículo dominical, Leyzaola es el guapo y fortachón súper policía que acompañado sólo de sus huevotes (que tanto fascinan a Osvaldo Rodríguez) acabará con el monstruo y rescatará a la princesa.
Palabras más, palabras menos, en el artículo el dueño del periódico Diario dice que estamos en una coyuntura decisiva para generar confianza y acabar con los delitos en Ciudad Juárez, pone como “actor clave” en esta misión al jefe Leyzaola y vaticina que esta oportunidad es probable que nunca se vuelva a presentar. Ahora o nunca, Leyzaola o nadie, ahí está la proposición amañada.
Abordar el tema de la seguridad pública como si su solución se tratara de súper hombres, armas y valor es hacer simplón un problema muy complejo que requiere de cambios en las leyes, apuntalamiento institucional, participación ciudadana y un policía con sentido comunitario, cercano a los vecinos, con conceptos claros de respeto a los derechos humanos y por supuesto, con valentía, bien armado y bien capacitado.
Podemos observar experiencias exitosas por ejemplo en Colombia, en donde la Policía Nacional goza de respeto, prestigio y admiración, porque sus policías además de bien entrenados y dispuestos a fajarse con la delincuencia, tienen una orientación vecinal y comunitaria.
El tema es de implementación de un sistema policial que se vaya perfeccionando de forma continua, de tal manera que no dependa de personas mesiánicas, para que los medios de comunicación no nos vengan a decir que nuestra seguridad depende de una especie de híbrido de Chuck Norris y Terminator.
Para que los medios de comunicación no nos dejen el mensaje de que lo único que importa es el fin y no los medios con los que se llegan a él, porque puesto así, entonces nadie frenará las violaciones a las garantías individuales que los policías municipales cometen todos los días.
Tengamos un poco de pena por las familias baleadas por los policías municipales, por los deudos cuyos familiares fueron levantados por algunos de esos agentes según denuncias cuyas notas informativas aparecen refundidas en los rincones de la sección policíaca.
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