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viernes, 4 de diciembre de 2009

Escenarios Políticos

Los candidatos no

se improvisan


* Villalobos, simplemente no creció

* Víctor Anchondo, pudo haber sido

* La CNC tiene la palabra…


Por Antonio Pinedo


Isidro Fabela, quien fue secretario de gobierno de Chihuahua en la administración de Abraham González, escribió el 18 de mayo de 1913 desde La Habana, Cuba, una carta, de la cual tomamos este fragmento:

«Era un cerebro con una sola idea: libertad. Un corazón con una sola palabra: amor.

Se dice en mi patria inolvidable y amada que Madero no fue de estas edades: que podría haber pasado como Juan Clemente Zenea:

“Mis tiempos son los de la antigua Roma.

Y mis hermanos con Grecia han muerto”.

No. Madero fue oportuno en su apostolado como fue oportuno en el sacrificio. México necesitaba después de un dictador preponderante, un alucinado audaz. Y ese inmortal alucinado fue Madero.

Nació para ser símbolo; por eso fue a la muerte en la escala del martirio.

No maldijo a sus verdugos, porque con el cruel holocausto que los envileció crearon una gloria nacional y dieron aliento a la Revolución.

¿Qué fue un mal gobernante? Tal vez; los gobernantes no se improvisan como los apóstoles. Tuvo debilidades: creyó en la sinceridad de los hombres; creyó en la gratitud de los pueblos. Temperamentalmente bondadoso “quiso contentar a todos y contento a muy pocos”, como él mismo declara en su prisión el penúltimo día de su existencia.

Es verdad y es mejor: si viviera seguiría siendo irremediablemente bueno, crédulo y perdonador; muerto, es una bandera invencible».


Los gobernantes no se improvisan

Isidro Fabela, por cierto fundador del Grupo Atlacomulco del Estado de México, es en el párrafo anterior descarnadamente sincero y pragmático, pero es cierto, los gobernantes no se improvisan.

De los seis precandidatos del PRI a la gubernatura, los cuatro más cercanos al actual grupo en el poder, simple y sencillamente no dieron el estirón, alguno de ellos en lugar de tener «alteza de miras», bajó la mirada, como es el caso de Fernando Rodríguez Moreno, quien desde la Torre Legislativa de 17 pisos, alcanza a ver tanto al Palacio de Gobierno en calles Aldama y Venustiano Carranza como al Palacio Municipal de calle Independencia y Victoria. De ahí se ven los dos y él prefirió voltear hacia abajo, en donde queda la oficina de Carlos Borruel, en lugar de levantar la vista y buscar el bello edificio de piedra en donde despacha quien lo metió a la política, José Reyes Baeza.

Seguramente hizo bien, ya lo dijo Isidro Fabela, los políticos no se improvisan y para la gubernatura de Chihuahua se requiere un político, como lo es José Reyes Baeza, pragmático como Fabela.

Algo le faltó a Oscar Villalobos Chávez, quien parecía destinado a ser el elegido hace dos años. Este columnista ha tenido la oportunidad de platicar en corto con Villalobos y la impresión que deja no puede ser mejor, es una persona enterada de los problemas del estado, tiene ideas y quienes trabajan cerca de él le reconocen como algunas de sus virtudes el ser muy trabajador y ordenado. En una plática en corto convence, pero cuando le junta a más de dos algo falla en el discurso de deliciense, lo cierto es que no calienta y si siguiera el método que convence, en donde se pueden aquilatar sus cualidades o sea en un encuentro en corto, requeriría algo así como cien años para convencer a los caso dos millones de electores del padrón electoral en Chihuahua.


Pasó lo mismo con Víctor Anchondo

Con Villalobos Chávez, se repite la historia de Víctor Anchondo, ambos demostraron que tenían capacidad para gobernar, el segundo de ellos la tuvo como gobernador sustituto y lo hizo mejor que Patricio Martínez, pero lo cierto es que como candidato algo le faltó, no calentaba. Y se aplicó aquella vieja frase de la política mexicana, «es más fácil hacerse amigo del candidato, que hacer a un amigo candidato», no que Reyes Baeza no fuera amigo del iracundo Patricio Martínez, sino que es claro que Anchondo estaba más cerca de sus corazón e intereses.


Se repite la historia

Hace seis años desde marzo del 2003, le enviaron, señales a Martínez García desde el centro, entiéndase desde el CEN del PRI o como diría Salinas de Gortari, la Nomenklatura priista, sin que fuera propuesta del gobernador chihuahuense el número uno en las listas plurinominales para diputados federales, lo ocupaba un político sin presencia nacional; José Reyes Baeza… lo demás es historia.

Ahora el centro también envió señales, no las vieron quienes no quisieron. Resulta que un diputado de un distrito rural, «le ganó» la presidencia de la mesa directiva al ex gobernador del Estado de México, y en su momento cabeza del poderoso grupo Atlacomulco César Camacho Quiroz.

Dos figuras están en la final de esta carrera, para nada se parece a un «six pack», son: Héctor Murguía Lardizábal y César Duarte Jáquez. Reyes Baeza, inteligente y pragmático, sabe que los políticos no se improvisan, si no dan en el estirón, peor para ellos. Evidentemente la CNC tiene la palabra…

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