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martes, 6 de diciembre de 2011
20 preguntas a Nolberto Acosta
Los Indignados juarenses
con consignas setenteras
Por Luis Villagrana
Las escasas protestas de los pocos recién Indignados de Ciudad Juárez, en su mayoría estudiantes de la UACJ y uno que otro miembro del PRD, se destacan por ser poco creativas para la juventud de quienes las encabezan, pero además con viejas consignas setenteras que no responden al reclamo actual o al menos a las que se desarrollan en otras partes del mundo, esto lo analiza el investigador de la UACJ, Nolberto Acosta, en el libro colectivo Chihuahua Hoy, en donde le toca abordar los movimiento sociales de décadas pasadas y su vinculación con los actuales.
1.
— ¿Qué tipo de contribución haces a esta obra?
—Es un trabajo que está pensado para rescatar lo que ha pasado en torno a movimientos sociales que se dieron en décadas anteriores y tratar de contextualizarlo en lo que se está viendo en este momento; entender los cambios que hay y las razones de algunos de esos cambios; es un trabajo que estaba tratando de armar hace tiempo.
2.
— ¿Qué intenta trasmitir esta obra?
—Este trabajo lo titulamos Chihuahua Hoy, es una obra colectiva, dirigida y coordinada por el doctor Víctor Orozco, historiador y activista que estuvo presente en parte de los procesos sociales de las décadas que yo estudio. La obra es editada por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, la Autónoma de Chihuahua y el Instituto Chihuahuense de la Cultura.
3.
— ¿Qué te interesó de inicio para empezar a estudiar los movimientos sociales en la ciudad?
—Me llama la atención ver qué está pasando en torno al movimiento social, cómo estos movimientos sociales se han transformado, cómo los movimientos de masas, de sectores populares que surgieron como consecuencia de la falta de espacios democráticos lo que propiciaron sus formas de organización y cómo buscaron aliados, interlocutores y en algunos casos a consolidar ciertos procesos.
4.
—De algunos movimientos actuales me llama la atención que sigan siendo sus formas iguales a las de hace 40 años, incluso, sus consignas al más estilo radical de los grupos —muchos subversivos— de los años Setenta, como la que ocurrió hace una semana de un reducido grupo de Indignados, liderados por el estudiante Gero Fong. ¿No habla esto de un estancamiento de los jóvenes?
—Creo que los movimientos sociales han sufrido una transformación. Ciertamente hay otros individuos que protagonizan estas luchas, pero es preocupante cómo este movimiento de jóvenes no ha sido capaz de ponerse a la vanguardia de las transformaciones que ha sufrido la sociedad. He notado la presencia de viejas consignas en estos jóvenes que participan en las diferentes formas de expresión, muchas de ellas utilizadas en el pasado y eso me llama la atención, pudiera ser un indicativo de que los movimientos no se han transformado. Las propias pegas de carteles que hicieron en la manifestación pasada son con engrudo, como se hacía en el pasado. Lo que encuentro ahí es que no han sido capaces de diseñar formas diferentes como las que se desarrollan en otras partes, como en Europa y Estados Unidos. La propia participación de los jóvenes es minoritaria, hay ausencia de participación política en las escuelas, no hay presencia ni de estudiantes ni de académicos en los movimientos sociales.
5.
—¿La situación que prevalece hoy está relacionada con el fracaso de los movimientos sociales, principalmente los desarrollados en los años Setenta?
—Lo que encuentro es que ciertos grupos de poder tuvieron éxito en disminuir de manera considerable la presencia de movimientos sociales y políticos. Me parece que la reforma política del presidente López Portillo permitió que los partidos políticos asumieran los diferentes tipos de movimientos populares. Precisamente esta reforma buscaba quitarle el filo a todos estos movimientos, muchos de ellos radicales. Así fue como le entraron al juego electoral y con ello perdieron su esencia.
6.
— ¿Cómo reaccionó a esa reforma el antiguo Comité de Defensa Popular?
—Esa organización alcanzó su máxima influencia en los años Ochenta y después de promover el no-voto se sumó a un partido político, el Partido del Trabajo (PT). Pedro Matus se apodera de la dirigencia y no la suelta hasta estos días. Ahí es donde se acaba el CDP, aunque Matus dice que la organización está vigente, la verdad es que ahora sólo sirve para algunos intereses muy pequeños. A partir de ahí empiezan a rentarse las siglas CDP, incluso llegó a hacer alianza con el PAN, partido que en un momento histórico fue su peor enemigo.
7.
— ¿A partir de esta reforma los diversos grupos que encabezan los movimientos sociales se dedican a obtener los presupuestos públicos?
—Se ha dado una transformación en ellos, como en el caso del CDP, dedicarse sólo a la búsqueda del dinero público, los va alejando del control de sus agremiados, van perdiendo espacios pero además con el propio cambio que se da en el país, estos grupos se van acabando. En sus mejores momentos, los cedepistas llegaron a tener una fuerza importante, afiliación de 40 mil personas, marchas de 20 mil, pero ahora difícilmente podrían tener protestas de 100 personas
8.
— ¿Se acabó entre dirigentes y seguidores los tratos de conveniencia?
—Sí, la gente estaba con ellos porque les garantizaban un terreno, una vivienda, porque les permitían operar taxis ilegales o porque podían dedicarse al ambulantaje sin que fueran molestados por las autoridades.
9.
— ¿En este proceso de pérdida de control tuvo transcendencia el trabajo del fallecido ex alcalde Francisco Villarreal? Recuerdo que el edil regularizó la tenencia de la tierra en muchas colonias, entre ellas el bastión principal: Tierra y Libertad, muchas veces en contra de los dirigentes cedepistas
—Juan Beltrán, uno de los principales líderes del CDP, en alguna ocasión me dijo que lo peor que le pasó al CDP fue haberse aliado con el PAN y esa alianza terminó por sepultar ese proyecto que nació de causas populares.
10.
— ¿Antes de su caída, cómo fue que el CDP mantuvo esa fuerza, muy importante?
—Porque supieron conjuntar muy bien dos tipos de elementos, por un lado los intelectuales, fundamentalmente profesores y los otros, que eran líderes que se reclutaban en las diferentes colonias y que hacían bien su trabajo, por la fuerza o mediante la persuasión entre los vecinos, un pequeño comité gobernaba la vida de la organización y todo marchaba bien.
11.
— ¿Y su división?
—Es cuando se produce un divorcio entre el liderazgo popular y el liderazgo intelectual, ambos se van por diferentes lados y son los líderes sociales los que se quedan con la base militante del CDP. La división se produjo justo cuando el CDP decide aceptar la reforma política y empieza a obtener puestos públicos, es ahí donde surge el pleito, la disputa por los puestos públicos, regidurías, diputaciones, empiezan a depender del presupuesto público.
12.
— ¿A qué se dedican ahora todos esos líderes?
—Pedro Matus y su familia controla el PT, digamos que él se quedó con la franquicia del partido en Juárez y Rubén Aguilar y su familia con la franquicia en la ciudad de Chihuahua.
13.
—Yo le he visto en algunos mítines de López Obrador en Juárez, ¿lo apoyan con algo?
—Nunca han apoyado a López Obrador, mandan gente para tener un pie adentro, pero a la hora de trabajar en cuestiones de logística, de apoyar con representantes de casilla y con actividades de promoción del voto, se van con el PRI o con el PAN según sea su mayor interés.
14.
—¿Cómo le hacen para ponerse acuerdo estos beneficiarios de la franquicia PT, cuando en México son lopezobradoristas y en Chihuahua se hacen para donde mejor calienten las gordas?
—Aquí en Chihuahua ya se acomodaron muy bien en las negociaciones los que sustentan la franquicia en Chihuahua. Lo cierto es que el PT en el estado nunca ha trabajado a favor de López Obrador, aunque vayan a sus mítines.
15.
— ¿A qué conclusiones llegas en tu investigación?
—En lo que respectas al CDP es que fue una organización ligada a movimientos de izquierda, a movimientos populares que les servían de respaldo a todos. Patrocinaban protestas estudiantiles, de obreros, los financiaban con volantes, con manejo de medios de comunicación, con presencia en marchas, que al final terminó cooptado por el estado, pero en sus inicios produjo el alargamiento del movimiento social, aunque en Chihuahua ningún movimiento social ha tenido éxito, al final siempre fueron derrotados.
16.
— ¿Ahora cómo explicas el desenfoque de los actuales movimientos, por ejemplo el de los pocos Indignados en Juárez?
—Hay un problema mucho más serio, más profundo, buena parte de los jóvenes no se interesan por la politización de la protesta, pero tampoco les interesa transitar por las vías institucionales, ante ello lo que queda es su indiferencia, la apatía. Ellos tampoco tienen confianza en organizarse en estructuras formales, como en sociedades de alumnos, por ejemplo. Esta situación afecta a la democracia, no se puede pensar en democracia en el país, gane quien gane las elecciones, si antes no se ha resuelto el problema de la democracia en las universidades, en los sindicatos, en todas las instituciones.
17.
—¿Tú has escuchado en épocas anteriores tantas quejas de los jóvenes sobre su país, incluso intenciones manifiestas de irse a cualquier otro, no habla esto de un fracaso de la universidad, hecha para acabar con la cohesión de los muchachos?
—El sistema de enseñanza está hecho así a propósito. La UAM, la UACJ y otras, iniciaron el modelo de departamentalización después de los sucesos trágicos del 68, aquí en la UACJ se replica lo mismo, es un modelo que se dio en Chile, aquí los diferentes campus empiezan a fraccionarse, en su interior los alumnos deambulan por los campus tomando clases en distintas aulas entre compañeros de carreras distintas lo que propicia que sus relaciones no se fortalezcan, lo que prevalece es la individualidad y los propios proyectos educativos están pensados en obtener un certificado lo más rápido posible para insertarse en la producción. En realidad los alumnos no se sienten representados por nadie.
18.
—Prevalece la simulación en todo ¿no? Pienso en un desplegado firmador por las cámaras empresariales en apoyo al trabajo del director de Seguridad Pública, Julián Leyzaola, a raíz de varias denuncias por tortura en su contra, ¿qué tan real es hablar en nombre los comerciantes y empresarios de la ciudad?
—Hay que aclarar algo: el jefe de Seguridad Pública no es el responsable de los delitos de secuestro, extorsión y actividades derivadas del narco, que son los del fuero federal. Habrá que medir qué resultados ha dado en relación a los delitos del fuero común, que son los de su competencia, la inhibición de los asaltos a personas, los robos a casas-habitación, a negocios, si ha mejorado la capacitación de los policías, si hay más confianza entre los microempresarios, porque los dirigentes empresariales hablan de percepciones en relación a la violencia extrema del narcotráfico, entonces ciertamente no representan a nadie.
19.
—¿Crees tú que el saneamiento de las policías, de la disminución de la corrupción, de la eficacia para combatir el crimen sea labor de una persona y no de un sistema y sobre todo, que se disminuyan estos males en corto tiempo?
—No, es imposible que una persona desmonte todo un sistema de corrupción, que por lo demás es el principal problema del país y que se da desde el propio poder. Las autoridades que nos representan han hecho alianza con diversos grupos del crimen organizado, lo que habla del tamaño del problema, incluso se habla de que el actual jefe de policía hizo sus alianzas en Tijuana, donde fue jefe antes que Juárez
20.
—Aparte de las estrategias erradas del gobierno federal en el combate al crimen organizado, también tiene lo suyo el propio gobierno local ¿no?
—Sí, un ejemplo de ello es cuando el gobernador (Fernando) Baeza redujo los horarios de venta de bebidas en tiendas y bares a las ocho de la noche, propiciando con ello, primero el clandestinaje de los propios comerciantes y después de los miembros del crimen organizado, quienes después ampliaron el negocio a la venta de drogas ilícitas formando una red comercial en las llamadas «tienditas», aprovechando la coyuntura que les abrió Baeza.
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