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miércoles, 29 de febrero de 2012
Los de a pie
Las marraneras del PAN
Por: Luis Villagrana
El lunes 20 de febrero emergió con toda su fuerza en los medios de comunicación el nauseabundo olor que indica en lo que se ha convertido el Partido Acción Nacional (PAN): en una marranera. ¿Recuerda esas marraneras que había en las colonias periféricas? El olor a puerco y a desperdicios de comida se podía olfatear a kilómetros de distancia.
Este día no sólo se pudo conocer el resultado parcial de la elección interna del PAN para elegir candidatos a senadores y diputados, sino también los niveles de degradación en los que se encuentra el partido conservador, con viejas prácticas aprendidas de su otro yo: el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
En la tele, en el periódico y en la radio pudimos ver –los de siempre– a las bandas de Javier Corral, Cruz Pérez Cuéllar y Carlos Borruel, arrojarse bolas de excremento sobre el rostro, con acusaciones de fraude y recriminaciones de corrupción, como si fuera un concurso de ver quién es más cochino.
Acarreos, compra de votos, presiones indebidas sobre militantes del PAN, supuesta injerencia del PRI en su proceso para elegir candidatos, todo lo que de dientes para afuera decían odiar es lo que ese partido practica con singular desparpajo.
Sobre esas figuras a las que tanto se les paga con dinero de todos vuelan acusaciones que van desde los chismes de barandilla como la paternidad irresponsable de Pérez Cuéllar y sus prácticas políticas corporativas, hasta el uso desvergonzado de recursos del programa Oportunidades que hace Borruel y el cómodo candidato sempiterno plurinominal a todo de Corral, como si le debiéramos pagar sólo por su bonita oratoria.
Bien dicen los sicoanalistas que la formación represiva de los conservadores de sacristía lo único que hace es que con el tiempo emerjan con toda su fuerza los instintos que tratan de refundir en lo más oscuro de su conciencia.
Esto explica esa patología esquizofrénica que tienen cuando se envuelven en la bandera de la democracia y se arrojan al vacío en un acto de heroísmo imaginario, mientras reparten tortas a familias periféricas para que vayan a votar por Pérez Cuéllar, Corral, Borruel y los demás.
Quizá ahí está la explicación de que su mano derecha riña con su mano izquierda, se arrojen caca y que ambas se acusen de ser adoradores del diablo, creyendo que son cosas separadas y nada, que su otro yo, su sombra, su lado oscuro, es parte de un mismo cuerpo, de una misma mente: PAN y PRI y PRD y…políticos todos pues.
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