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jueves, 24 de noviembre de 2011

20 preguntas a monseñor René Blanco


Juárez espejo del mundo

Por Luis Villagrana

Líder de las luchas campesinas de Chihuahua en 1987 y misionero en países de África y Latinoamérica, monseñor René Blanco, vicario general de la Diócesis de Ciudad Juárez, es enfático al calificar de fracaso la estrategia militarista de Calderón en su guerra contra el narcotráfico; en su lugar propone construir la Ciudad de Dios; condena la violación a los derechos humanos de las fuerzas militares y policíacas en el estado; avala la próxima marcha de indignados el próximo 28 de noviembre aquí y le hace saber al jefe de Seguridad Pública, Julián Leyzaola, quien ordenó una golpiza y encarcelamiento contra ellos, que se vive en un estado democrático y es derecho de todo ciudadano la libre manifestación.
1.
—Usted ha tenido diversas experiencias, muchas intensas, en su vida como misionero en África y en países latinoamericanos. ¿Cómo ha conformado este conocimiento su visión de esta ciudad?
—La frontera entre Estados Unidos y México es la más grande del mundo, entre un país de primer mundo y otro en vías de desarrollo como es el nuestro, en este contexto Ciudad Juárez es un espejo de todos los problemas que ocurren en el mundo. Juárez es un resumen de lo que el mundo vive ahora. Los grandes cambios de la economía global y la situación de la humanidad aquí tienen su reflejo.
2.
— ¿Concentramos en esta ciudad lo peor del mundo?
—Hay que tener ojos para ver todos los signos de esperanza. Hay que buscar la verdad y no dirigir la mirada sólo a las realidades negativas. Hay realidades durísimas como las que estamos viviendo, como la situación de violencia tan terrible que nos está afectando, pero en medio de toda esta situación es admirable la vitalidad que desarrollan los jóvenes en cada parroquia, todos ellos tienen un dinamismo profundo, muy hermoso, entonces si uno ve lo que viven sus padres y sus hijos, ahí hay un signo de esperanza. Como vicario de esta diócesis lo veo todos los días.
3.
—En el reverso de ese signo vemos cada vez más adolescentes ingresan al ejército del crimen organizado como sicarios, matones a sueldo y hablamos de jóvenes entre 14 y 20 años. ¿En qué fallamos ahí?
—Existe un problema profundo en la realidad de los jóvenes. Fallamos en no ofrecer a los jóvenes un horizonte de esperanza basado en el estudio y en oportunidades de trabajo. Un joven que dese pequeño ve truncadas sus posibilidades de superarse en su formación humana, que no ve un horizonte de trabajo digno, claro que van a ser víctimas del crimen organizado.
4.
—Existen responsabilidades directas en las instituciones, el Gobierno, la Familia, las iglesias. ¿Quién falló?
—Todos tenemos parte de responsabilidad de esta situación, pero también toda crisis es una oportunidad de crecimiento, por eso digo que fundamentalmente debemos concentrarnos en qué podemos hacer para que la educación esté abierta para todos y que existan condiciones dignas de trabajo para todos.
5.
— ¿La Diócesis de Ciudad Juárez ha reorientado sus formas de trabajo por la violencia que vive la ciudad y el estado?
—Sí, hay sobre todo, una búsqueda de comprensión y de reflexión, porque son realidades nuevas las que estamos viviendo. Nadie se esperaba vivir esta situación de violencia y de crimen. Esta reflexión está contenida a nivel nacional con otras en un documento del Episcopado Mexicano, en el que aborda las causas de la violencia en México y sobre lo que propone la Iglesia para que México tenga la paz en Cristo.
6.
— ¿La Iglesia Católica ha reflexionado sobre sus propios fallos en esta situación?
—Mire, tanto la Iglesia y la sociedad vamos en la misma barca, compartimos la vida, la humanidad es una sola. ¿En qué hemos fallado? El gran reto es la formación humana y cristiana en niños, jóvenes, adultos, familia y en esto nos ha faltado llegar a un acompañamiento más personal con todos ellos.
7.
— ¿Esto no implica que la Iglesia se tenga que actualizar?
—Ciertamente sí. El poder avanzar en la misión que Cristo ha confiado a su Iglesia, siempre estaremos a una gran distancia entre el ideal y lo que realmente vivimos, pero creo que hay una búsqueda real, con todos nuestros límites, por no caminar atrás de las nuevas realidades.
8.
— ¿Qué opina de la estrategia que  utiliza el presidente Calderón en su guerra contra el narcotráfico?
—Es una estrategia totalmente errónea, es una estrategia militar, ahí está lo grave porque las verdaderas causas de la pobreza, de la situación de violencia no se componen con armas, al contrario, con tanta corrupción en los tres niveles de gobierno  en las policías y el ejército, lo único que genera en el pueblo es desconfianza. Por ejemplo lo que vivimos aquí en Juárez con la Policía Federal cuando se descubre cuando son ellos mismos los que secuestran y extorsionan, eso destruye la confianza de nuestro pueblo.
9.
—El fracaso y la situación de violencia son confirmados en un informe de Human Right Watch, organización de derechos humanos, en la que también menciona la violencia ilegal del estado sobre la población  ¿Qué opina sobre el informe?
—Es terrible la violación a los derechos humanos por parte del estado. Cuando escuchamos a nuestra gente que ha sufrido por esas violaciones es tremendo para nosotros. Hablo de madres que han visto desaparecer a sus hijos, que no los encuentran por ningún lado y que se sabe que fueron los soldados o los policías, nos damos cuenta que es una violación constante de los derechos humanos. Es claro que la paz no se va a construir con las armas, eso es definitivo y más cuando vemos experiencias como las de Medellín, en Colombia, donde erradicaron la violencia aplicándose en las causas sociales, fortaleciendo la presencia de la cultura en los barrios más pobres, ofreciendo oportunidades de trabajo para la gente más pobre, buscando pues ir a las causas sociales.
10.
— ¿No es a final de cuentas la causa principal la falta de una reforma política que castigue o recompense a los partidos políticos que no hacen su trabajo?
—Claro que sí y lo consignamos en nuestro documento, del Episcopado Mexicano, donde se pone  como causa principal la corrupción que ha prevalecido durante años en los partidos políticos y en los gobiernos en turno. Ahí se dan alianzas terribles entre narcos y autoridades, entonces cuando ya se da una alianza entre los que están para proteger a su comunidad y las fuerzas del crimen organizado, nos habla de que urgen cambios en nuestro sistema político.
11.
— ¿Qué trabajo pastoral hacer la Iglesia en este tema, en el campo de la orientación a sus fieles sobre su participación política?
—Como sacerdotes no participamos en la política de partidos. Nuestra participación como pastores es más en la formación humana y cristiana de los fieles bautizados y en la que es la misión de los laicos, por la misión del laico es vivir su fe en las realidades de la economía, de la política, de la educación, entonces nuestro trabajo es formar cristianos con una clara conciencia social y política desde el evangelio, ahí está nuestro aporte.
12.
— ¿No existe un choque entre dos poderes: el policiaco-militar y el religioso cuando ustedes desarrollan su labor, porque tienen objetivos por completo opuestos?
—Sí, pero no hablamos del poder de la Iglesia, sino el de Cristo, porque el verdadero poder a la que está llamada la Iglesia es el de dar la vida.
13.
—La formación del militar está hecha para destruir, para matar, ¿no trabaja esta particularidad en contra de la Iglesia?
—Quién sabe, porque si es un verdadero militar deberá ser consciente que arriesga su vida para cuidar la de sus hermanos, ahí, quienes son militares por vocación y lo viven a conciencia ante dios y ante los demás, pues lo primero que deben hacer es cuidar la vida humana.
14.
—¿Qué reclamos han hecho sobre las violaciones a los derechos humanos ocurridas en Juárez y en la entidad, algunas muy graves, otras un poco menos, como la golpiza a un grupo de estudiantes y maestros que se manifestaron hace una semana a favor de la paz por parte de policías municipales?
—Son atropellos tremendos, también el cometido en contra de los muchachos que se manifestaron hace unos días. En la diócesis hay sacerdotes que trabajan directamente en la defensa de los derechos humanos, el padre Oscar Enríquez y el padre José Ríos, ellos desde su compromiso como sacerdotes han acompañado a religiosas y laicos que se han organizado para la defensa de los derechos humanos.
15.
—Los mismos indignados de Juárez ya se organizan para manifestarse de nuevo el 28 de noviembre, pintarán cruces con los nombres de los miles de asesinados en la guerra de Calderón. ¿Ustedes avalan esta acción?
—Claro que sí, totalmente. La orientación que nos da la doctrina social de la Iglesia es, primeramente, es defender siempre la dignidad de la persona, no con violencia, nunca, más bien a través de la no-violencia activa, más en la forma de Ghandi.
16.
— ¿Qué le dice al director de Seguridad Pública Municipal, el militar Julián Leyzaola, quien estuvo presente en la golpiza dada a los muchachos en días anteriores?
—Que revise sus procedimientos y los procedimientos de los policías municipales. La ciudadanía tiene el derecho de manifestarse públicamente para defender la justicia, la paz, para expresar su pensamiento, porque estamos en una sociedad democrática. Todo lo que sea represión y abuso de fuerza de la Policía Municipal nunca estará justificada.
17.
— ¿Qué tenga mayor sensibilidad con los que sufren la violencia?
—Totalmente, porque estas experiencias nos han cambiado, yo así lo vivo todos los días desde el ministerio, acompañando a los deudos de familiares asesinadas, estar presente en las personas que viven la realidad del secuestro y de la extorsión, pienso por ejemplo en la Matanza de Salvárcar, que el señor obispo y un servidor estuvimos en la colonia, en el templo de Jesús. Escuchamos los testimonios desgarradores de las madres de los estudiantes asesinados, pero esperanzador, porque vi  como muchas personas, a raíz de la tragedia, se convirtieron en luchadores sociales.
18.
—Pareciera que no avanzamos, usted mismo se puso en huelga de hambre en 1987, junto con un grupo de campesinos, por precios justos en el maíz y el frijol, y ahora aquí entrampados en la violencia y la carencia. ¿Qué pasa?
—Pienso que estamos en una crisis profunda de la humanidad entera, porque estamos ante retos enormes para buscar como humanidad, servir a la vida y no a la violencia, entonces en esta crisis se dan situaciones muy contrastantes. Debemos levantar la mirada y ver a la humanidad entera. A mí me tocó ver en mi vida como misionero en África morir a niños por falta de agua potable, de malaria y de hambre. También vemos otros países como Estados Unidos, en la opulencia, esta situación no puede seguir así: países cada vez más ricos a costa de países pobres, cada vez más pobres, contradicción tremenda en la humanidad.
19.
— ¿Qué tipos de gobierno propone la Iglesia padre?
—Propone criterios para que la economía esté realmente al servicio de la vida. La economía no puede estar al «ay se va», a mis propios intereses sin ningún reconocimiento de valores éticos que la guíen. La economía tiene que ser conducida por valores éticos y morales, el servicio a los más pobres, a los más pequeños. Es un reto muy grande buscar esos caminos.
20.
—A raíz de unas mesas de trabajo que se realizaron aquí con expertos mexicanos y extranjeros, un alcalde chileno calificó a Juárez de fea y con falta de liderazgo, lo que provocó una de las acostumbradas dramatizaciones que hace nuestro alcalde –Teto Murguía- en la que ya casi se corta la vena yugular con una galleta «maría», ¿comparte usted esta opinión?
—Creo que hay una realidad de destrucción de nuestra ciudad muy profunda, no se puede negar. Esta es una consecuencia de la destrucción que ha dejado la violencia, pasamos de empleo pleno, hace diez años, al casi total desempleo. Pasar de una ciudad con paz, insegura, pero en niveles tolerables, causa estas impresiones de la ciudad. Me viene a la mente sobre la humanidad, escrita por San Agustí, que es La Ciudad de Dios. A san Agustín le tocó vivir la caída del imperio romano por la llegada de los bárbaros. Querían echarles la culpa a los cristianos de la destrucción por haber abandonado a sus dioses paganos y san Agustín dice «no, es una falsa lectura, el imperio romano ha sido destruido porque si las personas no viven en el amor a las personas están en un camino de destrucción y de violencia. Cuando lo único que cuenta es el dinero y el poder y se sirven a esos ídolos se destruye la vida humana», bien podría aplicarse plenamente esa parte de la historia a lo que vivimos hoy, en el presente, en esta ciudad y en el país.

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