Los de a pie

San Andrés y la Ciudad de Dios

Por: Luis Villagrana

Una vez conjurada la división entre Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Marcelo Ebrard, al aceptar el segundo su derrota en público, por cierto  con una muestra admirable de dignidad y de inteligencia, al famosísimo peje le llovieron invitaciones para entrevista en medios de comunicación, donde empezó a pulir ya su mentada República Amorosa, una especie de adaptación laica de la obra Ciudad de Dios, de San Agustín, con la que echará a andar su segunda travesía hacia la presidencia de la república, por el flanco izquierdo.

El peje bronco pasó de pisarle la cola de diablo a los grandes empresarios, bimbos y demás alineados en la derecha panista, todos ellos  ciudadanos de la República Mafiosa, a su discurso cristiano de amor al prójimo como instrumento infalible para alcanzar la felicidad a partir del 2012, por supuesto con él a la cabeza, ya no como un peligro para México como lo encajonaron en la anterior contienda presidencial, sino como San Andrés el de la República Amorosa.

Un discurso eficaz, que va como flechazo directo al corazón de los adoloridos mexicanos maltratados por la violencia generada por el crimen organizado con su caudal de ejecuciones, extorsiones y secuestros, pero también por la ejercida por Calderón dado su incapacidad para crear oportunidades de bienestar social.

En las dichosas entrevistas, AMLO asegura que es necesario impulsar el amor al prójimo y transformar su esencia en políticas públicas para materializar en los hechos los valores de la honestidad y la justicia, porque mientras sigamos pensando en alcanzar sólo los bienes materiales, nunca lograremos detener la decadencia en la que vamos en caída libre.

El trasfondo de la nueva estrategia de AMLO es coincidente en parte, con los postulados de San Agustín, quien escribió su obra entre los años 413 y 426 en un intento de detener las grillas de que la caída del imperio romano –en poder de los godos de Alarico- había sido causada por la aceptación al cristianismo y por el abandono de los dioses del imperio.

El beato aseguraba que cuando sólo se rinde tributo al dios del poder y al dios del dinero, los gobernantes atienden únicamente a sus intereses causando la destrucción de las ciudades y de ellos mismos, por eso proponía construir la Ciudad de Dios bajo el método del amor, el cual abriría la puerta a las demás virtudes.

Incluso la nueva estrategia del peje también es coincidente con los últimos documentos redactados por el Episcopado Mexicano sobre la situación tan terrible en que se encuentra el país, en los que asegura que las causas del desempleo y la violencia del crimen organizado tiene su génesis y su poder de resistencia en la corrupción del gobierno y mientras su ejercicio púbico en la economía y la educación no tenga una orientación ética y moral, esto se lo seguirá llevando la fregada.

Habrá que dar seguimiento al desarrollo de la interesante estrategia de AMLO hasta ver en qué termina, por lo pronto el peje intenta dejar de ser peligroso y para lograrlo no duda en colocarse la aureola sobre su cabeza y convertirse en San Andrés, el de la República Amorosa.

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