Superleyzaola ataca de nuevo
Por: Luis Villagrana
El intrépido jefe de Seguridad Pública Municipal, Julián Leyzaola, impidió el martes 1 de noviembre que unos 30 «revoltosos» (así los llamó un conductor de noticias del Canal 5) se apoderaran de Ciudad Juárez, pero además que también sabotearan el funcionamiento de las sagradas instituciones bancarias.
Este peligroso ejército, compuesto en su mayoría por estudiantes jóvenes de pelos largos y trenzados algunos, con morrales de ixtle algunas, acompañados por maestros, vueltos ahora Indignados, recién iniciaba una marcha por la paz y contra la violencia, sobre la avenida Paseo Triunfo de la República.
Unas 20 patrullas de la Policía Municipal vigilaban de cerca el recorrido cuando al llegar al cruce de la avenida Adolfo López Mateos, frente al Sanborns, ¡Oh! uno de los muchachos cometió el terrible delito de escribir una consigna sobre el muro que protege un cajero automático.
¡Por Dios! No se puede poner en riesgo la propiedad privada de esa forma, menos la de los bancos, a los que debimos rescatar con harto dinero de nuestro bolsillo, para luego entregarlo al capital extranjero.
Ahí, en ese momento, se dio la orden de detener la marcha y fue cuando los policías se lanzaron contra los muchachos para golpearlos, aunque para los agentes también fue una placentera descarga de estrés que produce su trabajo.
Luego de ser conducidos a las instalaciones de la estación de policía Universidad, agentes del lugar siguieron golpeando a los manifestantes con singular alegría.
En una entrevista, el alcalde, Héctor Murguía Lardizábal, fue contundente del peligro que evitó la Municipal: ¡Imagínese, iban a colocar nueve mil cruces rosas en los postes de luz, con los nombres de las víctimas de la violencia en esta guerra loca de Calderón!
Los muertos seguirán siendo números que aparecen en la televisión. Nada se mueve, el status quo está a salvo. Todo sigue igual. Podemos dormir en paz
El intrépido jefe de Seguridad Pública Municipal, Julián Leyzaola, impidió el martes 1 de noviembre que unos 30 «revoltosos» (así los llamó un conductor de noticias del Canal 5) se apoderaran de Ciudad Juárez, pero además que también sabotearan el funcionamiento de las sagradas instituciones bancarias.
Este peligroso ejército, compuesto en su mayoría por estudiantes jóvenes de pelos largos y trenzados algunos, con morrales de ixtle algunas, acompañados por maestros, vueltos ahora Indignados, recién iniciaba una marcha por la paz y contra la violencia, sobre la avenida Paseo Triunfo de la República.
Unas 20 patrullas de la Policía Municipal vigilaban de cerca el recorrido cuando al llegar al cruce de la avenida Adolfo López Mateos, frente al Sanborns, ¡Oh! uno de los muchachos cometió el terrible delito de escribir una consigna sobre el muro que protege un cajero automático.
¡Por Dios! No se puede poner en riesgo la propiedad privada de esa forma, menos la de los bancos, a los que debimos rescatar con harto dinero de nuestro bolsillo, para luego entregarlo al capital extranjero.
Ahí, en ese momento, se dio la orden de detener la marcha y fue cuando los policías se lanzaron contra los muchachos para golpearlos, aunque para los agentes también fue una placentera descarga de estrés que produce su trabajo.
Luego de ser conducidos a las instalaciones de la estación de policía Universidad, agentes del lugar siguieron golpeando a los manifestantes con singular alegría.
En una entrevista, el alcalde, Héctor Murguía Lardizábal, fue contundente del peligro que evitó la Municipal: ¡Imagínese, iban a colocar nueve mil cruces rosas en los postes de luz, con los nombres de las víctimas de la violencia en esta guerra loca de Calderón!
Los muertos seguirán siendo números que aparecen en la televisión. Nada se mueve, el status quo está a salvo. Todo sigue igual. Podemos dormir en paz
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